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Laberintos Humanos: Cuarteto de cuerdas

Domingo, 04 de octubre de 2020 01:00

Usted mencionó el cuarteto de cuerdas de Querencio Sinitati, acotó el padrecito con referencia al relato de Blanca, y dijo que no se conoce mucho. Capaz que sea cierto, agregó, pero yo heredé cierto long play de mi padre en el que estaba registrado.

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Usted mencionó el cuarteto de cuerdas de Querencio Sinitati, acotó el padrecito con referencia al relato de Blanca, y dijo que no se conoce mucho. Capaz que sea cierto, agregó, pero yo heredé cierto long play de mi padre en el que estaba registrado.

Cada uno de sus movimientos desarrolla, en contrapuntos de viola, cello, bajo y violín, un par de sentimientos que parecen contradecirse como el amor y el odio, la furia y la calma, pero que al fin se funden como si lo que pudiera experimentarse tiene menos que ver con lo que se expresa que con los humores que lo generan. La pieza es maravillosa, siguió el sacerdote, y acaso pudiera haber augurado un futuro para Sinitati, pero no hay más noticias de él salvo una sinfonía inconclusa, cuya partitura se halló en el cuarto de hotel donde vivía y del que desapareció misteriosamente.

Los intérpretes de música clásica son poco afectos a las obras truncas. Las de un autor de un cuarteto de cuerdas y una sinfonía de la que nos llegan sólo un movimiento y medio, aunque muy bellos y exigentes, tienen pocas grabaciones. La más conocida del cuarteto es la maravillosa versión de los Giumani de Viena, y la sinfonía inacabada, aunque muy recurrida en su tiempo, nunca fue grabada. Mi padre, dijo el padrecito, tenía esa pasión romántica por las figuras trágicas, y acaso por ello era admirador del cuarteto, ya sea por méritos propios de la obra como por la desconocida vida de su autor, y la Aurelia Cintitas y el Bautisto Solón son de los pocos, muy pocos, que también la admiraron.

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