El decreto pontifical por el cual a Nuestra Señora del Rosario de Río Blanco y Paypaya se declara Patrona ante Dios en esta diócesis fue escrito por el Papa Juan XXIII, para un constante testimonio.
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El decreto pontifical por el cual a Nuestra Señora del Rosario de Río Blanco y Paypaya se declara Patrona ante Dios en esta diócesis fue escrito por el Papa Juan XXIII, para un constante testimonio.
Los cristianos jujeños manifiestan una singular devoción a la Santísima Virgen María del Rosario de Río Blanco cuya imagen se ostenta en el templo catedralicio.
El pueblo de Dios suele peregrinar todos los años a su santuario en Río Blanco movido por su amor que se traduce, entre otras cosas, en la ofrenda de sus votos.
Deseando aumentar este culto y sus espirituales consecuencias, el venerable hermano Enrique Mhn, Obispo de Jujuy, en nombre del clero y del pueblo, nos solicitó nombrar a la Madre de Dios, bajo esta advocación como patrona ante Dios, en su Diócesis.
Nos, deseando aumentar la devoción Mariana, con todo afecto hemos accedido a su pedido.
Por ello, habiendo consultado a la Sagrada Congregación de Ritos, con ciencia cierta y madura deliberación, por nuestra apostólica autoridad; declaramos a la Santa María Virgen del sacratísimo Rosario del Río Blanco principal Patrona de la Diócesis Jujeña, con todos los derechos y privilegios litúrgicos que competen a los principales patronos diocesanos.
No constando nada en contrario, publicamos estas letras, estableciendo que se tengan como válidas y eficaces para alcanzar sus plenos e íntegros efectos; para que sea un testimonio en el presente y en el futuro y así se juzgue testificalmente en contra de cualquier autoridad que, sabiéndolo o no, obrare en contrario.
Dado en Roma junto a San Pedro, el día 1§ del mes de julio del año 1960, segundo de nuestro Pontificado.
La Virgen del Norte
Más que las emanaciones de las virginales selvas, la idealidad del dogma mariano es lo que perfuma el ambiente americano. María es el alma del pensamiento americano. Un rasgo de inspiración se trasluce en la fe política, en el credo igualitario de las noveles democracias. A la Virgen protectora se la encuentra en la conquista, en el coloniaje y en la emancipación. Sin ella, la empresa de los hidalgos hispanos, sería un mito, el coloniaje una leyenda y la emancipación se hubiera reducido a una tentativa histórica. El dogma mariano se presiente doquier. Palpita en las páginas de la historia, se revela en la idiosincrasia autóctona y se ha fijado en toda la extensión territorial. La Madre de Dios es en América Latina, la madre de los hombres y de las democracias.