Mariana Gaspar comenzó un nuevo capítulo de su vida allá por el 2010, cuando después de tomar tal vez la decisión más difícil de su vida, con 32 años de edad, se armó de valor, preparó todo y se mudó a la ciudad de Montreal, Canadá.
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Mariana Gaspar comenzó un nuevo capítulo de su vida allá por el 2010, cuando después de tomar tal vez la decisión más difícil de su vida, con 32 años de edad, se armó de valor, preparó todo y se mudó a la ciudad de Montreal, Canadá.
La jujeña llegó al país norteamericano con metas y objetivos muy claros y definidos, dispuesta a crecer y a desarrollarse tanto personal como profesionalmente, y fue así que consiguió formarse como cocinera profesional después de años de estudio, cursos y especializaciones.
"Yo llegué acá con un plan, vine con la idea de estudiar cocina profesional, por eso creo que no me costó tanto. Pero lo que si me costó fue el desarraigo, dejar mi familia, mi comida, mi cultura, eso es lo que cuesta de la migración. Me molesta no poder ir un domingo a visitar a mi mamá porque estoy a 7 mil km, eso es duro o no llegar a eventos especiales, familiares. Pero sin embargo tener un plan trazado en la cabeza te ayuda a pasar el día a día", contó Mariana Gaspar, a días de cumplir 11 años de residencia en Canadá.
Así, por su tenacidad y gracias también a Natalia, una chef argentina que la acompañó e impulso desde sus inicios, la jujeña actualmente
se desempeña como chef permanente del Consulado Argentino de Montreal y es subjefa del servicio de catering de un hotel del centro de la ciudad.
Además en todos estos años Mariana se encargó de mantener viva la cultura jujeña en su familia, que está compuesta por sus hijos Mariano y Mateo, que llegaron muy chicos a Montreal pero se acostumbraron rápido a los idiomas y a su sociedad.
"Para la Pachamama mis amigos canadienses vienen a comer a casa o yo les voy a hacer la Pachamama a las suyas. Los 25 de Mayo comemos locro y para los 9 de Julio les preparo empanadas y asado, y aunque ellos no saben con exactitud qué es lo que se festeja, les encanta", exclamó entre risas la jujeña, orgullosa de hacer conocer y transmitir sus costumbres.
Pero pese a todos sus logros personales y de todo el cariño que tiene por Montreal, ciudad que desde un principio la acogió cálidamente y a la que está muy agradecida por las oportunidades que le brindó cuando más lo necesitaba, contó que "la idea de volver a vivir a Jujuy no está descartada porque uno nunca termina de irse de Jujuy". Y explicó que "particularmente los jujeños somos distintos, nos tira mucho nuestra cultura, la comida y la música, y yo me di cuenta de eso por cómo viene la gente a mi casa, se interesa por lo que les cuento y se sientan a comer lo que les ofrezco".
Pero el posible retorno a la provincia sería para mucho más adelante, dado que "no me veo a los 70 años en un clima de -35º". Es que la ciudad presenta mínimas de entre 3 y 6º durante el otoño y temperaturas de hasta -35º durante el invierno de diciembre.
Hasta hora todo marcha sobre ruedas, cada oportunidad que se le presenta es una puerta abierta que la jujeña aprovecha para seguir creciendo y para dar a conocer la cultura argentina en el mundo a través de la gastronomía. Concretó un intercambio culinario entre profesores de Canadá y de la escuela de cocina Quinoa de la capital jujeña y de Tumbaya, y está entre sus próximos planes lograr una conexión directa con la provincia de Jujuy.