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Laberintos Humanos: Una vieja serie

Domingo, 01 de noviembre de 2020 01:03

Así fue que cenamos con Aurelia Cintitas y Bautisto Solón, y en la televisión pasaban una vieja serie policial, de allá por los años setenta, en la que dos detectives trataban de resolver el caso de una cantante de música country que era extorsionada por una voz cavernosa que le exigía dinero por teléfono.

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Así fue que cenamos con Aurelia Cintitas y Bautisto Solón, y en la televisión pasaban una vieja serie policial, de allá por los años setenta, en la que dos detectives trataban de resolver el caso de una cantante de música country que era extorsionada por una voz cavernosa que le exigía dinero por teléfono.

Lo primero que noté fue que Solón atendía a la trama como un modo de entrenamiento mental, sonriendo cuando compartía las actitudes de los policías y negando con la cabeza cuando eran desacertadas, mientras podría asegurar que Aurelia hubiera preferido que la cantante interpretara alguna zamba o chacarera cuando no una cueca, y que tal vez así lo imaginaba.

Pensé que la vida del comisario Pierro, ya viejo y sagaz, acompañado por un hombre sabio como Solón, daban para pensar una serie ambientada en estos pagos quebradeños, pero por ahora debía contentarme con estos Laberintos Humanos en los que mis anfitriones disfrutaban de la televisión, sentados a la mesa frente a un vacío al horno con papas que lo sahumaba todo.

Es obvio que el extorsionador pertenece al pasado de la artista, dijo Solón a lo que le respondí que de hacerle caso la tira duraría no más de cinco minutos. Deje que los detectives lo resuelvan, le dije mientras veíamos en la pantalla cómo disfrutaban del espectáculo de la cantante con evidente admiración.

Terminado su show, la rubia de botas texanas se fue a su camarín donde recibió la llamada misteriosa que le exigía diez mil dólares, entonces Aurelia comenzó a servirnos los trozos de carne.

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