La ceguera no es una barrera para el jujeño Facundo Mota, de 36 años. Su afán de superación y enorme corazón lo llevó a acompañar y colaborar con sus pares ante las adversidades que presenta la no videncia. Actualmente es el presidente de la Asociación Jujeña de Ciegos y Amblíopes "Héctor Nessier", donde enseña Braille, orientación y movilidad. Además, trabaja como administrativo en la Secretaría de Justicia. Y uno de sus objetivos, a corto plazo, es poder trabajar por las leyes y ordenanzas relacionadas a la discapacidad de las personas.
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La ceguera no es una barrera para el jujeño Facundo Mota, de 36 años. Su afán de superación y enorme corazón lo llevó a acompañar y colaborar con sus pares ante las adversidades que presenta la no videncia. Actualmente es el presidente de la Asociación Jujeña de Ciegos y Amblíopes "Héctor Nessier", donde enseña Braille, orientación y movilidad. Además, trabaja como administrativo en la Secretaría de Justicia. Y uno de sus objetivos, a corto plazo, es poder trabajar por las leyes y ordenanzas relacionadas a la discapacidad de las personas.
En una distendida entrevista contó que nació sin la posibilidad de ver y que como cualquier niño que padece esta condición, empezó a descubrir el mundo a través del tacto y con el tiempo mediante la imaginación. Durante su etapa de escolarización relató que, gracias al acompañamiento de sus padres pudo llevarla adelante como cualquier otro estudiante. Paralelamente asistía a la Escuela Especial Nº 7 "Helen Keller". "Tenía un taller de orientación y movilidad. Junto a la profesora salíamos a caminar, andar en colectivo y conocer un poco nuestro entorno", expresó.
De a poco empezó a descubrir el mundo. El ingreso a la secundaria marcó un antes y un después en su vida. "En los últimos meses de séptimo grado me empecé a largar. Mi mamá me acompañaba porque, como toda madre, creo que le costaba desprenderse de su hijo y más por mi condición de no poder ver y el miedo a que me suceda algo", dijo Mota, al tiempo que destacó que la vida le regaló personas solidarias y buenos momentos.
Tuvo apoyo incondicional
Inquieto y con ganas de seguir descubriendo qué había a sus alrededores, empezó a jugar al fútbol y antes de cumplir los 14 años participó de un torneo para ciegos en la provincia de Salta. Recordó que junto a sus compañeros armaron un equipo para representar a Jujuy. "Fue todo un desafío, entrenar, gestionar transporte para que podamos ir a jugar. Desde allí fui como tomando las riendas del equipo y me gustaba, motivando a otros compañeros a que se sumen", mencionó. Describió que su etapa de adolescencia fue muy activa y sobre todo feliz. Añadió que el acompañamiento y apoyo de su familia fue primordial de su desenvolvimiento en la vida. "No poder ver para mí no era ningún impedimento. Mi familia al principio tuvo que pelearla en la escolarización, pero siempre tuve el apoyo de ella".
Otra etapa valiosa que recordó Mota es que su padre siempre compartió con él actividades fuera del hogar. "Él no tenía vergüenza de sacar a un hijo ciego, en este caso era yo, y llevarme a la cancha, a la Liga Jujeña o al parque", dijo.
También resaltó que siempre pensó que la falta de visión para él no era un obstáculo. "Hacía una vida normal, tenía mi grupo de amigos, con mis primos salíamos a bailar. Yo siento como que vería, es una sensación que tengo. Lo digo con total sinceridad, a pesar de lo que yo expreso de las distintas situaciones de discriminación, pero lo digo para que se visibilice no por mí, sino por mis compañeros porque siento que las demás personas que adquieren esta enfermedad de grande, les pega y mucho", expresó.
Cuando culminó la secundaria mencionó que tenía como propósito empezar a trabajar por lo que decidió capacitarse y enseñar Braille en la Asociación de ciegos. En ese momento también cursó la carrera de Maestro Especial, pero por una cuestión personal no culminó los estudios. Mientras que en el año 2012 conoció a quien hoy es su actual pareja. A través de un encuentro organizado por la Federación Argentina de Instituciones de Ciegos, participó junto a diferentes voluntarios y entre ellos se encontraba Nancy Cruz. Hoy vive feliz junto a ella, su familia y nueve mascotas.