La mujer que según Pierre Donadou Quispe era lectora de estos Laberintos, estaba sentada en un banco de la plaza pero no dio señal de reconocernos. No era extraño, ya que cualquiera puede imaginarse a los personajes de estos cuentos como más le plazca. Alguna vez pensé en pedirle a algún dibujante amigo que bocetara los retratos de Pierro, de Donadou Quispe o de Blanca, pero nunca pasó de ser una idea.
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La mujer que según Pierre Donadou Quispe era lectora de estos Laberintos, estaba sentada en un banco de la plaza pero no dio señal de reconocernos. No era extraño, ya que cualquiera puede imaginarse a los personajes de estos cuentos como más le plazca. Alguna vez pensé en pedirle a algún dibujante amigo que bocetara los retratos de Pierro, de Donadou Quispe o de Blanca, pero nunca pasó de ser una idea.
Ya les dije que se trataba de una mujer bella, pero de aquellas bellezas ponen distancia, de todos modos Pierre no tuvo reparos en acercársele y decirle que yo era Dubin. No me pareció que fuera el mejor modo de acercarnos, lo más probable, pensé, es que mi apellido no le dijera nada, pero no fue así, lo que podía estar corroborando la idea de mi amigo de que nos leía.
Ella sonrió como si le estuviéramos jugando una broma. Dubin es un personaje de los Laberintos Humanos, dijo muy segura y con ello diciéndonos que no podía ser una persona que estuviera frente a ella en la plaza de Tilcara. Autor y personaje, la corregí como si ese doble rol me hiciera ganar más dinero, entonces se acomodó en el banco como para darnos lugar a que la acompañemos. Le expliqué que, por alguna razón que se me escapaba, Pierre Donadou Quispe me la señaló como una lectora de estos Laberintos, y ella volvió hacia él sus ojos, que eran grises, para preguntarle, asombrada, si es que realmente lo era. Una no suele encontrarse con personajes de una historia que está leyendo, nos aseguró a modo de disculpa, no al menos todos los días.