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Laberintos Humanos: Tiempo y ansiedad

Jueves, 05 de noviembre de 2020 01:04

Ustedes dirán que deliro, pero acaso ya lo vengan diciendo desde hace algunos años. Como sea, se los cuento: no terminaban de pasar los créditos de esa serie de los setenta, cuando ya aparecía la cortina de otra nueva. Ustedes habrán visto cómo hacen en los canales de series por televisión. Pareciera que los corriera el tiempo o la ansiedad, las letritas pasan a una velocidad ilegible, se enlazan las músicas de una y otra serie y allí estaban esos dos actores que me sonaban conocidos, latinos sin duda y probablemente argentinos.

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Ustedes dirán que deliro, pero acaso ya lo vengan diciendo desde hace algunos años. Como sea, se los cuento: no terminaban de pasar los créditos de esa serie de los setenta, cuando ya aparecía la cortina de otra nueva. Ustedes habrán visto cómo hacen en los canales de series por televisión. Pareciera que los corriera el tiempo o la ansiedad, las letritas pasan a una velocidad ilegible, se enlazan las músicas de una y otra serie y allí estaban esos dos actores que me sonaban conocidos, latinos sin duda y probablemente argentinos.

La sensación más propia era otra: no era que conociera a los actores sino a los personajes. Uno era alto, con los cabellos oscuros brillando de gomina, con el mismo sobretodo y una sonrisa de desafío que apenas si se modifica en irónica con la edad, y el otro, que como el primero se congelaba en una pantalla sobre la que aparecían los títulos, era más bajo, más colla, más escéptico.

Los primeros planos de uno y de otro se juntaban, como ya dije, congelados. Entonces se develaron mis dudas, pero nacieron, como comprenderán, muchas otras. Con letra un tanto demodé leí los nombres de los protagonistas: Pierro y Solón. Me quedé helado y le eché una mirada a Bautisto Solón, que apenas sonreía como si fuera una broma. Una música de huayno jazzeado, que bien pudo estar compuesta por Miguel Yave, volvió las imágenes a la acción cuando los detectives subían a un viejo coche, uno de esos que circulaban como modernos al comenzar la democracia y eran, por entonces, el sumun de la modernidad.

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