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La historia comienza en 1875, cuando el escritor, poeta y dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez, estaba sentado tomando un café en una confitería de la Ciudad de Buenos Aires, y mientras miraba el paisaje urbano, iba elaborando mentalmente una pieza teatral en la que el protagonista sería un niño vendedor de diarios.
En ese preciso momento, uno de estos pequeños trabajadores de la calle entró al café al grito pelado de: "La República a un peso... a un peso la República!".
Sánchez miró al niño, pobremente vestido, con una gorrita de cuero, y pantalones cortos sostenidos por un tirador de goma. Le llamó la atención inmediatamente su delgadez extrema, y sus piernas flacas y las canillas largas que parecían cañas.
Contaría después que hiló palabras: del italiano "canella" que significa precisamente caña, surgió canilla, e inmediatamente bautizó al diarero "canillita".
Su obra teatral ya tenía el título, que además quedaría registrado para siempre, como título de nobleza de los pequeños vendedores de diarios. Y fue con tanta fuerza, que hasta la Real Academia Española que rige el lenguaje castellano, incorporó la palabra con su correspondiente definición.
Mucho tiempo después, en el año 1944, Juan Domingo Perón, siendo secretario de Trabajo del gobierno del Presidente Edelmiro Farrel, promovió la sindicalización de los canillitas, hecho que formalmente ocurrió en 1947 cuando el general ya era Presidente.
Entonces, los mismos canillitas, eligieron que el 7 de Noviembre fuese su día, en homenaje cada aniversario de la muerte del escritor Florencio Sánchez.
Mucho se ha escrito y hablado del canillita desde entonces.
Desde que son los auxiliares directos e imprescindibles de la cadena periodística que comienza con un hecho noticioso, pasa por la elaboración del periodista, la aprobación de los jefes de sección y redacción, el control de los correctores, el complemento de las fotografías, el oficio de la titulación y la diagramación, la llegada al taller, la impresión y finalmente, cae en manos del transportador de noticias frescas que con voceo alegre y chillón de cada mañana, presenta y da vida al producto terminado: Tribunooooo...! Se escucha desde temprano, entre los nombres de tantos otros diarios que llevan en sus bolsitos.
No vale agregar más. Sólo mencionar -por una razón de Justicia entre jujeños- que el excelente locutor, cantautor y poeta Andrés Rivarola, les dedicó a nuestros canillitas un maravilloso tema que quedó grabado en un disco que no debería faltar en las colecciones de los amantes de las cosas bellas, y en esa canción lo define con cálida y emocionada precisión:
‘Buenos días.. señor de las calles... caballero del amanecer...
Y, finalmente, para redondear este homenaje, a esos trabajadores que (a pesar de los nuevos y valiosos modos de la comunicación), siempre seguirán siendo el último eslabón, necesario, maravilloso, de la cadena informativa que en cada diario, se sustenta con la calidad, la responsabilidad y el valor documental que sólo el cotidiano papel sigue aportando a la actualidad, a la historia y a la sociedad.
Se trata del cantar que aquel personaje del sainete de Florencio Sánchez recitaba en los escenarios presentándose a sí mismo:
"Soy canillita,/
gran personaje,/
con poca guita/
y muy mal traje (...)/
soy bueno,/
soy honrado/
no soy pillete/
y para el diario/
soy un elemento/
muy necesario".
¡Feliz Día Caballeros del Amanecer!