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Una dosis de vértigo para recobrar la iniciativa

Domingo, 08 de noviembre de 2020 01:00

Tras varios meses de piloto automático y previsibles cuestionamientos a la herencia macrista, el presidente Alberto Fernández decidió aportarle una dosis de vértigo a su gestión luego de que Cristina Kirchner, con más críticas que elogios, le haya soltado la mano públicamente por los escasos resultados obtenidos hasta ahora. El jefe de Estado decidió ponerle fin a la insólita cuarentena obligatoria que nadie cumplía y que mantenía al país superando la cantidad de muertos por millón de habitantes de Estados Unidos. Además, evitó que el valor del dólar supere los 200 pesos, redujo la brecha entre el oficial y el blue por debajo del cien por ciento y comenzó a dar precisiones en temas clave como el inminente aumento de las tarifas y la disminución de la emisión monetaria. Fue la primera semana en mucho tiempo en que Alberto no se ve opacado por la radicalización de los dirigentes kirchneristas que lo critican por izquierda o que le marcan la agenda mediática con propuestas muy lejanas a su pensamiento. ¿Alguien puede creer que Alberto estaba de acuerdo con la expropiación de Vicentin? ¿Alguien puede pensar que Fernández puede ver con buenos ojos las ocupaciones de terrenos en el país? Iniciativas o realidades como esas sólo fueron limando su imagen positiva en momentos en los que el manejo de la pandemia lo posicionaba como un mandatario con mucho respaldo popular pero poco poder real.
Según pudo averiguar El Tribuno de altas fuentes oficiales, a la líder del Frente de Todos “le inquieta más lo que se viene en la pospandemia en relación a la pobreza y el desempleo que lo que ocurrió en los primeros 330 días de mandato albertista, marcados por una anormalidad histórica como el coronavirus”. En política, estar un paso adelante puede significar la diferencia entre mantener el poder o perderlo para siempre. Cristina, la dirigente más poderosa de las últimas dos décadas en la Argentina, conoce esa hipótesis mejor que nadie. 
El empoderamiento de la expresidenta hacia el jefe de Estado se da en un momento muy particular: la crisis sanitaria ubica a la Argentina entre los países más afectados, la economía caería más que en la mayoría de los países de la región, el dólar -que viene bajando en el mercado ilegal- todavía tiene altos grados de incertidumbre y la negociación con el FMI limitaría notablemente el uso de fondos públicos para la recuperación. La toma de distancia de Cristina representa una oportunidad fabulosa para Alberto en su intento de girar el Gobierno más hacia el centro para atraer inversiones extranjeras y alejar el fantasma de un populismo exacerbado en la Argentina. En caso de lograr generar esa confianza en los actores fundamentales de la economía, gran parte del trabajo sucio de Alberto ya estará realizado y comenzará indefectiblemente un despegue más sostenido en el tiempo. ¿Avanzará el Gobierno ahora con el impuesto a las grandes fortunas que tanto revuelo generó entre los empresarios? ¿Se discutirá de una vez por todas en una reforma tributaria menos regresiva que estimule la inversión y la rentabilidad privada? ¿Se mantendrá in eternum la brecha entre el dólar oficial y el paralelo que distorsionan todos los precios de referencia de la economía? Los hombres de negocios se preguntan eso una y otra vez, pero admiten no tener garantías de cómo se operará para recuperar definitivamente la estabilidad en los mercados. 
De hecho, los primeros efectos de esta disputa política ya llegaron al mundo empresario, que ve con malos ojos a Cristina y con cierta esperanza de moderación a Alberto. “El Presidente ahora no tiene excusas para aplicar las políticas de modernización que nos alejen del aislamiento con el mundo, nuestra única duda es si la toma de distancia de Cristina es real o sólo marketing electoral”, aseguró ayer a El Tribuno uno de los empresarios más importantes del país, quien pidió reserva de su identidad. 
La última encuesta difundida por Jorge Giacobbe y asociados, relevada durante octubre, volvió a evidenciar una leve caída en la aceptación del Presidente y paralelamente un aumento en su nivel de rechazo. El mes pasado la imagen positiva de Alberto disminuyó del 34,8 por ciento al 33,6 por ciento, mientras que su imagen negativa subió del 52,8 al 53,2 por ciento. Los porcentajes en sí mismos no son preocupantes para los arquitectos políticos del Gobierno, lo que enciende las alarmas es que pese a la apertura de la economía eso todavía no se traduzca en los sondeos.
De todos modos, el Presidente no es el único que no debe bajar la guardia ante la opinión pública, ya que el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, también experimentó una baja en su imagen positiva y un crecimiento en la negativa. La aceptación del posible candidato presidencial se redujo del 39,2 por ciento de septiembre al 37 por ciento de octubre. El nivel de desaprobación de Larreta pasó de 25,7 a 26,1 por ciento. Aún así, el dirigente del PRO sigue siendo, por lejos, el político mejor posicionado en la actualidad. 

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Tras varios meses de piloto automático y previsibles cuestionamientos a la herencia macrista, el presidente Alberto Fernández decidió aportarle una dosis de vértigo a su gestión luego de que Cristina Kirchner, con más críticas que elogios, le haya soltado la mano públicamente por los escasos resultados obtenidos hasta ahora. El jefe de Estado decidió ponerle fin a la insólita cuarentena obligatoria que nadie cumplía y que mantenía al país superando la cantidad de muertos por millón de habitantes de Estados Unidos. Además, evitó que el valor del dólar supere los 200 pesos, redujo la brecha entre el oficial y el blue por debajo del cien por ciento y comenzó a dar precisiones en temas clave como el inminente aumento de las tarifas y la disminución de la emisión monetaria. Fue la primera semana en mucho tiempo en que Alberto no se ve opacado por la radicalización de los dirigentes kirchneristas que lo critican por izquierda o que le marcan la agenda mediática con propuestas muy lejanas a su pensamiento. ¿Alguien puede creer que Alberto estaba de acuerdo con la expropiación de Vicentin? ¿Alguien puede pensar que Fernández puede ver con buenos ojos las ocupaciones de terrenos en el país? Iniciativas o realidades como esas sólo fueron limando su imagen positiva en momentos en los que el manejo de la pandemia lo posicionaba como un mandatario con mucho respaldo popular pero poco poder real.
Según pudo averiguar El Tribuno de altas fuentes oficiales, a la líder del Frente de Todos “le inquieta más lo que se viene en la pospandemia en relación a la pobreza y el desempleo que lo que ocurrió en los primeros 330 días de mandato albertista, marcados por una anormalidad histórica como el coronavirus”. En política, estar un paso adelante puede significar la diferencia entre mantener el poder o perderlo para siempre. Cristina, la dirigente más poderosa de las últimas dos décadas en la Argentina, conoce esa hipótesis mejor que nadie. 
El empoderamiento de la expresidenta hacia el jefe de Estado se da en un momento muy particular: la crisis sanitaria ubica a la Argentina entre los países más afectados, la economía caería más que en la mayoría de los países de la región, el dólar -que viene bajando en el mercado ilegal- todavía tiene altos grados de incertidumbre y la negociación con el FMI limitaría notablemente el uso de fondos públicos para la recuperación. La toma de distancia de Cristina representa una oportunidad fabulosa para Alberto en su intento de girar el Gobierno más hacia el centro para atraer inversiones extranjeras y alejar el fantasma de un populismo exacerbado en la Argentina. En caso de lograr generar esa confianza en los actores fundamentales de la economía, gran parte del trabajo sucio de Alberto ya estará realizado y comenzará indefectiblemente un despegue más sostenido en el tiempo. ¿Avanzará el Gobierno ahora con el impuesto a las grandes fortunas que tanto revuelo generó entre los empresarios? ¿Se discutirá de una vez por todas en una reforma tributaria menos regresiva que estimule la inversión y la rentabilidad privada? ¿Se mantendrá in eternum la brecha entre el dólar oficial y el paralelo que distorsionan todos los precios de referencia de la economía? Los hombres de negocios se preguntan eso una y otra vez, pero admiten no tener garantías de cómo se operará para recuperar definitivamente la estabilidad en los mercados. 
De hecho, los primeros efectos de esta disputa política ya llegaron al mundo empresario, que ve con malos ojos a Cristina y con cierta esperanza de moderación a Alberto. “El Presidente ahora no tiene excusas para aplicar las políticas de modernización que nos alejen del aislamiento con el mundo, nuestra única duda es si la toma de distancia de Cristina es real o sólo marketing electoral”, aseguró ayer a El Tribuno uno de los empresarios más importantes del país, quien pidió reserva de su identidad. 
La última encuesta difundida por Jorge Giacobbe y asociados, relevada durante octubre, volvió a evidenciar una leve caída en la aceptación del Presidente y paralelamente un aumento en su nivel de rechazo. El mes pasado la imagen positiva de Alberto disminuyó del 34,8 por ciento al 33,6 por ciento, mientras que su imagen negativa subió del 52,8 al 53,2 por ciento. Los porcentajes en sí mismos no son preocupantes para los arquitectos políticos del Gobierno, lo que enciende las alarmas es que pese a la apertura de la economía eso todavía no se traduzca en los sondeos.
De todos modos, el Presidente no es el único que no debe bajar la guardia ante la opinión pública, ya que el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, también experimentó una baja en su imagen positiva y un crecimiento en la negativa. La aceptación del posible candidato presidencial se redujo del 39,2 por ciento de septiembre al 37 por ciento de octubre. El nivel de desaprobación de Larreta pasó de 25,7 a 26,1 por ciento. Aún así, el dirigente del PRO sigue siendo, por lejos, el político mejor posicionado en la actualidad.