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"Llevo a Jujuy en el corazón y la extraño enormemente"

Zsolt Bodnar vive hace 16 años junto a su esposa Gladis en Estados Unidos donde elaboran y hacen diseños en porcelana.

Domingo, 27 de diciembre de 2020 01:03

Zsolt Bodnar nació en Hungría pero su corazón es cien por ciento jujeño. Es que a los tres años de edad migró con su familia a Jujuy al término de la segunda guerra mundial en busca de nuevas y mejores oportunidades. Actualmente y desde hace ya 16 años vive en la ciudad de Windermere en el estado de Florida, Estados Unidos.

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Zsolt Bodnar nació en Hungría pero su corazón es cien por ciento jujeño. Es que a los tres años de edad migró con su familia a Jujuy al término de la segunda guerra mundial en busca de nuevas y mejores oportunidades. Actualmente y desde hace ya 16 años vive en la ciudad de Windermere en el estado de Florida, Estados Unidos.

Con la migración como estigma, Zsolt pasó sus primeros años de vida en Palpalá, luego en Yala y después vivió en Huaico Hondo y en las viviendas del Regimiento 20.

En su juventud, ya casado con su actual esposa Gladis y junto a sus tres hijos Guillermo Gustavo, Pablo Daniel y Liliana Raquel vivieron en San Pedro y después en la destacada y única casa de ese entonces de tejas azules del barrio Ciudad de Nieva.

MATRIMONIO / SE CASARON EN LA IGLESIA CATEDRAL DE LA CAPITAL JUJEÑA. 

Zsolt y Gladis son artistas de la porcelana. La fabrican desde cero y hacen pinturas sobre ella a través de varias técnicas.

Enamorado de su arte, el jujeño de corazón impulsó por tres años proyectos para la producción local de este material cerámico a través de microemprendimientos y además propuso incluir la pintura sobre porcelana como parte de la materia actividades prácticas en las escuelas.

Y aunque algunas de sus propuestas no tuvieron el apoyo suficiente para concretarse, Zsolt no bajó los brazos y por el contrario emprendió desde lo artístico. Como parte su objetivo de dejar un legado para la provincia llegó a organizar el 1º Congreso Internacional de Pintura sobre Porcelana en Caros Paz, auspiciado por la Dirección de Cultura de Jujuy. Una actividad que fue declarada de interés provincial y municipal en dicha ciudad cordobesa.

FESTEJO EN FAMILIA / EL MATRIMONIO EN COMPAÑÍA DE SU HIJA LILIANA Y SU NIETA NATALIE.

Sus esfuerzos por sacar adelante a su familia en medio de la crisis económica que azotaba al país los llevó a vivir unos años en Buenos Aires donde finalmente lograron montar su fábrica de porcelana que les permitió participar como expositores en Singapur, Tailandia, Japón, entre otros tantos países. Pero la crisis se agudizó y con ella llegó una nueva migración. Zsolt y su esposa decidieron mudarse a Windermere, Estados Unidos. "Actualmente seguimos con el arte en porcelana pero ahora especializados en bijouterie. Hacemos algo exclusivo, mezclamos porcelana con incrustaciones de cristales y piedras preciosas y semi preciosas que exponemos y vendemos en diferentes muestras y eventos a los que nos invitan en distintas ciudades y países", comentó.

Afortunadamente en el negocio les va muy bien pero nada quita la añoranza que todavía, después de 16 años, los inunda.

BELLEZA / UNA DE SUS TANTAS OBRAS DE PORCELANA ELABORADA POR ELLOS MISMOS.

"Llevo a Jujuy en el corazón y la extraño enormemente, me crié allí y por eso trabajé mucho para la provincia. Busqué dejar un legado", dijo Zsolt al tiempo que agregó: "Es muy difícil desarraigarse del lugar de uno, de los amigos que todavía quedan", exclamó con tristeza.

Comentó que para no sentirse tan lejos mantiene las costumbre, escucha a diario folclore y hasta tiene en su casa su "rinconcito jujeño" en el que tiene un charango, una quena y demás instrumentos.

"Cada vez que hablo con alguna persona, le muestro desde mi celular todas las bellezas que tiene Jujuy", contó con marcado orgullo y emoción en su voz. Es que pese a mantenerse permanentemente en contacto, a través de las redes sociales, con sus compañeros del colegio Del Salvador, con familiares y amigos, no le resulta suficiente para dejar de extrañar a la tierra que lo acogió y vio crecer y menos aún en estos tiempos de pandemia en los que nadie tiene certezas de cuando podremos volver a vernos sin poner en riesgo nuestra salud. Por ahora una dulce zamba en su rinconcito jujeño deberá ser su consuelo hasta que nos podamos volver a ver.