La anata y la flor brotan, por igual, cuando el agua y el sol son generosos. No es casual entonces que, ayer sábado, Maimará y Huacalera les dieran sus nombres a sus fiestas. Maimará en torno al trabajo de los productores de la cooperativa "Flor de la Quebrada", compartiendo la belleza de sus flores en la terminal de ómnibus, y Huacalera con los veinticinco años de su Centro de Jubilados.
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La anata y la flor brotan, por igual, cuando el agua y el sol son generosos. No es casual entonces que, ayer sábado, Maimará y Huacalera les dieran sus nombres a sus fiestas. Maimará en torno al trabajo de los productores de la cooperativa "Flor de la Quebrada", compartiendo la belleza de sus flores en la terminal de ómnibus, y Huacalera con los veinticinco años de su Centro de Jubilados.
Maimará exponía sus productos en tanto que Alfredo Cruz y Humberto Sosa comenzaban la tanda musical al mediodía y Patricia Cruz, presidenta de la Cooperativa, nos invitaba una riquísima chanfaina. En derredor, artesanías locales, mesas en las que se compartían almuerzos con platos regionales, cuando la protagonista estaba bajo una carpa con su extraordinaria gama de pétalos.
Transitar por la ruta 9 desde Tilcara es ya ir viendo los surcos coloridos en el campo, cuyas flores fueron delicadamente acomodadas en el Festival para placer del público visitante.
La zona es más bien hortícola, como nos explicara Patricia Cruz, pero desde hace varias décadas sus agricultores empezaron a conocer el valor de las flores, hallándole una nueva variedad a la producción local.
Así se llega a esta décima segunda edición del Festival de la Flor, resumen a la vez de belleza y de trabajo.