A dos días del desentierro del diablito, las comadres fueron las encargadas de desatar la mayor alegría. Albahaca, trompetas, banderas y sonrisas entalcadas se quedaron hasta tarde en Tilcara.
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A dos días del desentierro del diablito, las comadres fueron las encargadas de desatar la mayor alegría. Albahaca, trompetas, banderas y sonrisas entalcadas se quedaron hasta tarde en Tilcara.
"Las Comadres del Hospital" "calentaron los motores" cerca de las 14 agitando la bandera en el estacionamiento del nosocomio, anunciando por doquier que se consideran las más alegres y que por eso se las envidia. Como un contrapunto, la orquesta que contrataron parecía responderle a otra que, desde la plaza, también buscaba alegrar a los presentes.
Finalmente, las trabajadoras de la salud ganaron la calle con un sinfín de caracoles que las hacía ir y venir, bailando y convocando al festejo, llenaron la plaza del bautismo blanco de su talco y el enflorado colorido, y se perdieron para continuar, seguramente, su festejo. Como si fuera, que lo es, un anuncio del Carnaval que ya está brotando, las saludaban desde las ventanas de las casas.
A media tarde, las calles de Tilcara florecían de mujeres sonrientes con los rostros blancos como geishas, con el ramito de albahaca en la oreja, con sus collares de serpentina y su apuro por no perder un minuto de alegría.