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"Los trabajos son una fusión de elementos vegetales"

La artesana Wari teje con hilo, semillas y piedras en una conjunción con estética andina y técnicas heredadas.
Domingo, 15 de marzo de 2020 10:07

Entre las historias de "Saber y Hacer" que se tejen de saberes y prácticas culturales, también se incluyen los bagajes de cada uno de los protagonistas. El caso de Wari es el de una artesana peruana que lleva años en el país y se estableció en Jujuy donde echó raíces de la mano de sus artesanías tejidas, conocidas como macramé pero que se diferencian por su técnica y la incorporación de piedras y semillas que buscan una identidad propia.

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Entre las historias de "Saber y Hacer" que se tejen de saberes y prácticas culturales, también se incluyen los bagajes de cada uno de los protagonistas. El caso de Wari es el de una artesana peruana que lleva años en el país y se estableció en Jujuy donde echó raíces de la mano de sus artesanías tejidas, conocidas como macramé pero que se diferencian por su técnica y la incorporación de piedras y semillas que buscan una identidad propia.

Su nombre de nacimiento es Juana Fernández Paitán, pero la conocen y se identifica con el nombre Wari, quien recibió a El Tribuno de Jujuy para mostrar sus trabajos al que suma la transmisión de conocimientos en "rumi simi o quechua".

Nacida en Ayacucho (Perú), Wari -que aún mantiene su acento- aprendió la artesanía desde su hogar, de su madre la variedad de técnicas en los trabajos que hilaba y tejía, y de su padre "los mil oficios". Hace trabajos utilitarios, que incluyen collares, aros y pulseras para poder viajar, y es que dejó de lado boinas, bolsos grandes y sandalias debido a que no cuenta con herramientas de mayores dimensiones y un taller para ello.

"El trabajo de los artesanos en Latinoamérica no es reconocido", explicó Wari mientras arreglaba sus trabajos en una mesa de su humilde hogar del barrio Mariano Moreno. Explicó que esa realidad y su afición por viajar es que la llevó a recorrer diferentes lugares donde se provee de materiales dándole valor de origen de la naturaleza, reciclando semillas y piedras mediante sus tejidos por nudos.

"Los tejidos tienen mucho significado, tanto los colores y los diseños de diferentes lugares", explicó. Mientras mostraba los detalles de cada pieza en una sala, también ornamentada con adornos artesanales, una caja para coplear e imágenes con coloridos diseños andinos.

Los vistosos rojos de los collares y aros eran semillas Wayruro, y otras llevan una mezcla de tejido y piedras centrales de varios tipos. Había de ónix cielo de San Antonio de los Cobres (Salta); serpentina de color verdoso de Perú; negras volcánicas; otras turquesas; rodocrosita de tono rosa que trae de Catamarca; nacar peruano y fibra vegetal.

Los diseños tienen en algunos casos los colores de la Wiphala, piedras que talla como hoja de coca y otros diseños.

"Los trabajos son una fusión de elementos vegetales y naturales", explicó Wari. "Estos tejidos son como el de los aguayos que voy reemplazando, líneas y colores que van diciendo muchas cosas en la cultura andina. Cada piedra tiene una propiedad y las voy equilibrando", enfatizó la artesana peruana asegurando que en cada pieza plasma su historia de vida. Las comercializa en la Catedral y si viaja en Cafayate (Salta), Yavi, y otras zonas.

Sin embargo, sus inquietudes siempre la llevaron a viajar y recorrió Latinoamérica valiéndose de su habilidad con el tejido que, aseguró, es diferente a otros ya que usa hilo resistente a la que aplica cera de abeja, que le permite hacerlo maleable.

Las artesanías no se parecen a las de su madre porque no puede hacerlas con telares sino con otras técnicas más útiles a las que le suma estéticas vinculadas a diferentes culturas.

Difunde la cosmovisión andina y la lengua quechua

El sentido y representaciones de sus tejidos no están aislados del bagaje cultural que lleva consigo, al pertenecer a la comunidad campesina de Huac Huas de Perú. Y para afianzar sus conocimientos del lenguaje runa simi o quechua es que cursa una diplomatura en Palpalá, Introductorio a la Cultura Quechua y su Lengua, que trabaja en la comunidad de Llank‘ajmaki junto a Delia Huerta y Mabel Castillo. Se dicta en cuatro regiones de los pueblos originarios que suman los conocimientos ancestrales, la lengua y el bordado andino.

Es su idea transmitir a sus hermanos originarios. “Tiene cuatro sedes y se trabaja en conjunto, vamos transmitiendo las enseñanzas para fortalecer. Mi acercamiento es porque me identifico con los pueblos originarios”, explicó Wari.

Están trabajando en San Salvador, aunque hay en San Pedro donde está el guaraní y en Abra Pampa.

La artesana peruana llegó en el 2001 al país, luego de ir por el sur de Brasil y al principio arribó a El Bolsón, Río Negro, Buenos Aires, y se estableció hace cinco años en la capital jujeña luego de un tiempo en Yavi y Humahuaca.

Es que formó pareja con un jujeño, Carlos Olmos, y tuvo una hija, además de sus hijos mayores la de 17 años quien vino de Perú y el mayor de 20 años que aún vive allá.

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