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El Estado presente y los liderazgos a prueba

Lunes, 23 de marzo de 2020 01:04

Tras haber atravesado toda clase de lodazales y conflictos (golpes de estado, guerra, dictaduras, estanflación, cólera, hantavirus, etc. etc. etc.) parecía que ya nada podría sorprendernos o tomarnos desprevenidos. Sin embargo, presentido por algunos, subestimado por muchos y hasta negado por otros, finalmente el temible coronavirus viajó desde el otro lado del mundo y se instaló entre nosotros con su carga de fantasmas, enfermedades y muerte. Más allá de los detalles que casi todos los argentinos y jujeños manejamos ya medianamente bien, esta peste terminará -cuando termine, porque algún día terminará- dejando un tendal de mujeres y hombres públicos lapidados en su propia ineficiencia o imprevisión, confirmará a muchos que supieron ponerse al frente de la situación y posiblemente alumbre la vigencia de los nuevos líderes que siempre engendran las crisis. Desde Jujuy, tenemos varios ejemplos para ir mirando, mientras la cuarentena nos obliga, a aprovechar el tiempo en cosas que en otro momento apenas si nos ocuparían la atención.

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Tras haber atravesado toda clase de lodazales y conflictos (golpes de estado, guerra, dictaduras, estanflación, cólera, hantavirus, etc. etc. etc.) parecía que ya nada podría sorprendernos o tomarnos desprevenidos. Sin embargo, presentido por algunos, subestimado por muchos y hasta negado por otros, finalmente el temible coronavirus viajó desde el otro lado del mundo y se instaló entre nosotros con su carga de fantasmas, enfermedades y muerte. Más allá de los detalles que casi todos los argentinos y jujeños manejamos ya medianamente bien, esta peste terminará -cuando termine, porque algún día terminará- dejando un tendal de mujeres y hombres públicos lapidados en su propia ineficiencia o imprevisión, confirmará a muchos que supieron ponerse al frente de la situación y posiblemente alumbre la vigencia de los nuevos líderes que siempre engendran las crisis. Desde Jujuy, tenemos varios ejemplos para ir mirando, mientras la cuarentena nos obliga, a aprovechar el tiempo en cosas que en otro momento apenas si nos ocuparían la atención.

El presidente Alberto Ángel Fernández, hombre que llegó al cargo ungido por una única electora inicial, Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, y de quien se dudó en todo momento si podría ejercer el mando y el comando del Poder Ejecutivo nacional, (realidad que se manifestó durante los primeros 100 días de gobierno), hoy tiene ante sí -lamentable y paradójicamente como consecuencia del drama del coronavirus-, la oportunidad de oro de hacerse del timón de la Argentina y conducir el barco según su impronta. Lo favoreció notablemente, la enorme ausencia de la vicepresidenta, que en tan delicado momento decidió un profundo mutis por el foro, que la llevó a refugiarse unos días más en Cuba, desde donde, plena de felicidad regresó con su hija Florencia, ya casi curada de los males que la mantuvieron en tratamiento allí durante un año. El insoslayable amor maternal no impidió que le hicieran notar el aparente desinterés, la insensibilidad o la despreocupación por la situación de la pandemia que soportan los argentinos. Por el contrario, la señora sólo persistió en sus obstinados ataques al macrismo, y al lawfare que según afirma la persiguió a ella y a su hija con saña y crueldad, y usando los privilegios de su situación actual, se apartó de la realidad, al menos hasta hoy. Alberto Fernández se puso los trajes de bombero, infectólogo y estadista, y aún en contra de algunos propios ministros desubicados, marcó presencia y liderazgo. Sin grieta reunió a los líderes de la oposición para escuchar y hacerse escuchar, fue el gesto que el país esperaba. Al mostrarse moderado, lejos del enojo y la exaltación, ayudó a contener los decibeles y la paranoia de los más exaltados. Despojado de dudas tomó decisiones y anunció que trabaja en otras que irán ayudando a paliar la situación general. El gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, recibió una generosa porción de participación en esa actitud presi dencial. A pesar de las diferencias, Alberto lo ubicó como referente de la vereda de enfrente durante el histórico anuncio de la cuarentena.

El GM le correspondió respaldando las medidas. Y tal vez, también podría repetir aquel gesto presidencial dentro de los límites de Jujuy. Quizás sea el momento de reflotar la tan cacareada cantidad de "más de cuarenta partidos políticos -provinciales y municipales- que integran el Frente Cambia Jujuy" y que llenaban la boca de los candidatos durante las campañas, y traerlos bajo la luz de los reflectores para que asuman la parte proporcional del compromiso que les cabe en la lucha contra el coronavirus. Que puedan mostrar que eran algo más -aunque sea poquito- que un sello de goma, ayudaría en este momento. La oposición más fuerte, el Frente de Todos ya mostró disposición a acompañar y ayudar, pero mostrar una foto de esa unidad de acción y pensamiento frente al virus, en este momento sería un baño de satisfacción y confianza de los jujeños en su clase dirigente. Hasta la Izquierda, se vería obligada a sumar en vez de restar, con las actitudes que muestra. Sería interesante que a toda esa dirigencia el gobernador le informe y la escuche, porque seguramente habrá muchos -o varios- con algunas ideas potables para aplicar. Como sea, el GM asumió el liderazgo del momento. A veces sereno, a veces crispado, pero nunca indeciso, pilotea personalmente los controles de una situación delicada, cuyo final nadie se aventura a anticipar. El gobernador también parece haber comprendido la gigantesca diferencia que existe entre los medios de comunicación y las redes sociales, y sin necesidad de decirlo, ha corregido errores de comunicación en sus mensajes, notando y haciendo notar la distancia ante el periodismo y los pretendidos comunicadores que se arriman al periodismo.

Jujuy languidece en medio de otras crisis: el dengue que crece silenciosamente y la económica, con la cadena de pagos cortada. La situación largamente explicada por empresarios, gremios y sectores de la producción (el comercio y el tabaco en un momento terrible), no tardará una semana en salirse de madre. Como si esa crisis fuera ficticia, lamentablemente aparecen funcionarios que frente a los clamores populares de dirigentes religiosos, sindicales y sociales, arrancan fácilmente con la cantinela de que "son ataques políticos". Flaco favor le hacen al gobernador con sus apreciaciones de comité. No es momento de esa pelea insignificante. El Gobierno nacional batirá récords de emisión para poner plata en la calle. Una plata sin respaldo que mitigará las angustias en la emergencia, pero a mediano plazo será un salvavidas de plomo. Gerardo Morales no tiene ninguna posibilidad de auxiliar con recursos propios, y deberá engancharse a las posibilidades que ofrezca la Nación. La cuarentena paró casi todo, pero también deben entrar en cuarentena los precios, a los vencimientos, a la voracidad fiscal, la acumulación de intereses, etc. Y no sólo hasta el 31 de Marzo, porque ahí o cuando termine el confinamiento, recién asomará la crisis en todo su esplendor. Mientras eso ocurre, en varias provincias volvió a agitarse el fantasma de la emisión de bonos o cuasi monedas. El ministro Carlos Sadir, ya había rechazado la posibilidad de usar esa herramienta hace meses, pero no volvió a expresarse sobre el tema en este nuevo escenario.

Mientras algunos liderazgos se perfilan, la vieja política no se rinde. Sergio Massa quedó en off side con una propuesta tan torpe como demagógica: había decidido entregar a cada uno de los diputados nacionales la suma de $100.000 para que -como modernos reyes magos de la pandemia- viajaran por el país repartiendo billetes a quienes considerasen más necesitados. Los diputados del Frente Cambiemos resolvieron donar esos plus para el Instituto Malbrán. El Frente de Todos, también rechazó la "generosidad" del presidente de la Cámara y la desvió a instituciones de bien público.

Como se ve, aparecen los verdaderos líderes en los peores momentos, buscando que el estado cumpla con sus principales obligaciones: estar presente y dar soluciones. Y también aparecen los que tienden a desaparecer. El tema que esos liderazgos, también están a prueba día a día, porque con gran apoyo popular, apretados por la crisis y acosados por el virus, pueden caer en la tentación de creerse omnipotentes e infalibles y hacer peligrar en el futuro -inmediato o mediato- todo el enorme esfuerzo realizado.

 

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