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La nueva fase de la pandemia en Argentina

Domingo, 29 de marzo de 2020 01:04

En un abrir y cerrar de ojos, la pandemia escaló a una oscura fase en la Argentina: muchísimos de los casos confirmados ya son de transmisión comunitaria, hay más de 700 infectados en todo el territorio y la cantidad de muertos se multiplicó por nueve en sólo seis días. Los datos por sí solos muestran un escenario tenebroso, pero aún no reflejan la real magnitud del coronavirus en el país, ya que -en comparación a otras naciones- son muy pocos los test diarios que está evaluando el Instituto Malbrán. Por más medidas de restricción que se tomen, es imposible combatir efectivamente una pandemia sin saber cuántos contagios hay y sin poder aislar rápidamente a esas personas. 
Esta nueva fase epidemiológica viene acompañada con otro fenómeno que crece sin pausa en la Argentina, que es el temor a un desborde social producto de la paralización total de la economía. Al tanto de esta situación, el presidente Alberto Fernández anunció todo tipo de paliativos para los sectores más vulnerables, como un bono para los trabajadores informales y monotributistas, el congelamiento de las tarifas, la imposibilidad de los cortes en los servicios públicos y más dinero para los beneficiarios de la asignación universal por hijo. Todas esas políticas sirven como una aspirina para alivianar el dolor de cabeza, pero están lejos de curar la enfermedad, que es la pérdida de puestos de trabajo y de ingresos genuinos que ya se están produciendo para una importante porción de la sociedad.
El Estado está utilizando la emisión monetaria como el recurso casi excluyente para volcar fondos frescos a la economía, pero eso tiene limitaciones. Por un lado, un aumento de la inflación en tiempos de cuarentena podría echarle más leña al fuego, justo en momentos en los que el jefe de Estado dijo que será “inflexible” con quienes suban sus precios. Hasta ahora, se conocieron pocas medidas oficiales tendientes a castigar a los especuladores, más allá de alguna clausura aislada a varios supermercados. 
“Alberto fue muy claro con su mensaje y el equipo económico está trabajando para incrementar los controles en supermercados y mayoristas, no pueden sentir que incrementan sus precios y que nada va pasarles”, señaló ayer a El Tribuno una alta fuente de la Casa Rosada que pidió reserva de su identidad. 
Los hombres de negocios, al igual que siempre, felicitan por lo alto las palabras del Presidente, pero no las cumplen por lo bajo. El famoso “haz lo que digo pero no lo hago”.
El otro gran problema que trae abusar de la “maquinita” del Banco Central es que no se puede hacer por un tiempo prolongado, ya que le agrega serios desequilibrios a una economía que ya está seriamente desequilibrada. ¿Qué pasará si la cuarentena continúa hasta mediados de abril y luego vuelve a extenderse para mayo? Hoy nadie se atreve a pronosticar una respuesta para ese interrogante, aunque esa hipótesis no es descartada por completo. 
Con calma y sentido común, Fernández está tomando todas las decisiones que tiene a su alcance para retrasar el pico de la pandemia, que aún se desconoce cuándo será. Hay infectólogos que lo estiman para la segunda quincena de abril, otros para principios de mayo y algunos más aventurados para el comienzo del invierno, allá por el 21 de junio. 
¿Es sostenible una cuarentena al menos por un mes más? Los empresarios aseguran que no, y que ya están teniendo graves problemas con el pago de los salarios de marzo. “Este mes lo vamos a abonar casi sin facturar, pero si esto no cambia en abril no sabemos de dónde sacaremos el dinero. La verdad es que estamos sumamente preocupados por la situación de nuestros trabajadores”, confió a este diario -en off the récord- uno de los empresarios más importantes del país. 
De hecho, algunas compañías empezaron a evaluar posibles escenarios pos pandemia, en los que las plantas de trabajadores y los salarios podrían verse reducidos hasta en un veinte por ciento por el impacto económico de la cuarentena. Como nadie sabe cuál ni cuándo será el pico de esta debacle sanitaria y financiera, las especulaciones se imponen a la orden del día. De todos modos, el Gobierno deberá estar muy atento a esa situación, que podría salir a la luz en pocos meses más. 
El Presidente sabe perfectamente que cuenta con el respaldo político suficiente como para tomar cualquier medida sin ser cuestionado, cosa que no ocurre hace años en la Argentina. No hay anuncio del jefe de Estado que no sea bendecido por la oposición ni por los gobernadores, aunque está creciendo el descontento por la distribución de los respiradores en las provincia. En el caso de Jujuy, el gobernador Gerardo Morales señaló que había pedido cien y que le mandarán sólo tres. El tema del abastecimiento de los insumos básicos es otra de las grandes falencias del país ante esta pandemia. 
La conducción de Fernández, ayudada con el silencio sepulcral de Cristina Kirchner, no es discutida ni por los más fanáticos detractores del kirchnerismo. El problema es que el país tiene el crédito cerrado y la recaudación está cayendo a ritmo vertiginoso, por lo que habrá que hacer malabares para atenuar la situación. 

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En un abrir y cerrar de ojos, la pandemia escaló a una oscura fase en la Argentina: muchísimos de los casos confirmados ya son de transmisión comunitaria, hay más de 700 infectados en todo el territorio y la cantidad de muertos se multiplicó por nueve en sólo seis días. Los datos por sí solos muestran un escenario tenebroso, pero aún no reflejan la real magnitud del coronavirus en el país, ya que -en comparación a otras naciones- son muy pocos los test diarios que está evaluando el Instituto Malbrán. Por más medidas de restricción que se tomen, es imposible combatir efectivamente una pandemia sin saber cuántos contagios hay y sin poder aislar rápidamente a esas personas. 
Esta nueva fase epidemiológica viene acompañada con otro fenómeno que crece sin pausa en la Argentina, que es el temor a un desborde social producto de la paralización total de la economía. Al tanto de esta situación, el presidente Alberto Fernández anunció todo tipo de paliativos para los sectores más vulnerables, como un bono para los trabajadores informales y monotributistas, el congelamiento de las tarifas, la imposibilidad de los cortes en los servicios públicos y más dinero para los beneficiarios de la asignación universal por hijo. Todas esas políticas sirven como una aspirina para alivianar el dolor de cabeza, pero están lejos de curar la enfermedad, que es la pérdida de puestos de trabajo y de ingresos genuinos que ya se están produciendo para una importante porción de la sociedad.
El Estado está utilizando la emisión monetaria como el recurso casi excluyente para volcar fondos frescos a la economía, pero eso tiene limitaciones. Por un lado, un aumento de la inflación en tiempos de cuarentena podría echarle más leña al fuego, justo en momentos en los que el jefe de Estado dijo que será “inflexible” con quienes suban sus precios. Hasta ahora, se conocieron pocas medidas oficiales tendientes a castigar a los especuladores, más allá de alguna clausura aislada a varios supermercados. 
“Alberto fue muy claro con su mensaje y el equipo económico está trabajando para incrementar los controles en supermercados y mayoristas, no pueden sentir que incrementan sus precios y que nada va pasarles”, señaló ayer a El Tribuno una alta fuente de la Casa Rosada que pidió reserva de su identidad. 
Los hombres de negocios, al igual que siempre, felicitan por lo alto las palabras del Presidente, pero no las cumplen por lo bajo. El famoso “haz lo que digo pero no lo hago”.
El otro gran problema que trae abusar de la “maquinita” del Banco Central es que no se puede hacer por un tiempo prolongado, ya que le agrega serios desequilibrios a una economía que ya está seriamente desequilibrada. ¿Qué pasará si la cuarentena continúa hasta mediados de abril y luego vuelve a extenderse para mayo? Hoy nadie se atreve a pronosticar una respuesta para ese interrogante, aunque esa hipótesis no es descartada por completo. 
Con calma y sentido común, Fernández está tomando todas las decisiones que tiene a su alcance para retrasar el pico de la pandemia, que aún se desconoce cuándo será. Hay infectólogos que lo estiman para la segunda quincena de abril, otros para principios de mayo y algunos más aventurados para el comienzo del invierno, allá por el 21 de junio. 
¿Es sostenible una cuarentena al menos por un mes más? Los empresarios aseguran que no, y que ya están teniendo graves problemas con el pago de los salarios de marzo. “Este mes lo vamos a abonar casi sin facturar, pero si esto no cambia en abril no sabemos de dónde sacaremos el dinero. La verdad es que estamos sumamente preocupados por la situación de nuestros trabajadores”, confió a este diario -en off the récord- uno de los empresarios más importantes del país. 
De hecho, algunas compañías empezaron a evaluar posibles escenarios pos pandemia, en los que las plantas de trabajadores y los salarios podrían verse reducidos hasta en un veinte por ciento por el impacto económico de la cuarentena. Como nadie sabe cuál ni cuándo será el pico de esta debacle sanitaria y financiera, las especulaciones se imponen a la orden del día. De todos modos, el Gobierno deberá estar muy atento a esa situación, que podría salir a la luz en pocos meses más. 
El Presidente sabe perfectamente que cuenta con el respaldo político suficiente como para tomar cualquier medida sin ser cuestionado, cosa que no ocurre hace años en la Argentina. No hay anuncio del jefe de Estado que no sea bendecido por la oposición ni por los gobernadores, aunque está creciendo el descontento por la distribución de los respiradores en las provincia. En el caso de Jujuy, el gobernador Gerardo Morales señaló que había pedido cien y que le mandarán sólo tres. El tema del abastecimiento de los insumos básicos es otra de las grandes falencias del país ante esta pandemia. 
La conducción de Fernández, ayudada con el silencio sepulcral de Cristina Kirchner, no es discutida ni por los más fanáticos detractores del kirchnerismo. El problema es que el país tiene el crédito cerrado y la recaudación está cayendo a ritmo vertiginoso, por lo que habrá que hacer malabares para atenuar la situación.