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29 de Marzo,  Jujuy, Argentina
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Guitarra maestra que brilló junto a la voz de "La Mecha"

La guitarra de un músico al lado de un gran canto como el de Mercedes Sosa. Nacido en La Rioja, trascendió fronteras.De larga trayectoria, visitó Jujuy en varias oportunidades. Falleció en Buenos Aires raíz de un cáncer, a los 70 años.

Lunes, 30 de marzo de 2020 01:04

El eximio guitarrista riojano Nicolás "Colacho" Brizuela, uno de los más representativos laderos de Mercedes Sosa, falleció anoche en un sanatorio porteño a los 70 años.

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El eximio guitarrista riojano Nicolás "Colacho" Brizuela, uno de los más representativos laderos de Mercedes Sosa, falleció anoche en un sanatorio porteño a los 70 años.

En sus recorridos por el país y el mundo, no pudo dejar de llegar a Jujuy, estuvo entre otros escenarios, en el de Mercedes Sosa cuando cantó en Santa Catalina, y en el escenario de la Peña Altitud del vientista tilcareño Miguel Llave (ya desaparecido).

El músico se encontraba internado desde febrero en el Sanatorio Güemes a causa de un cáncer de riñón, informaron allegados a Brizuela.

El sonido del guitarrista fue una referencia en el universo de la enorme Mercedes a quien acompañó desde principios de los años ’70 y hasta 2004, con intermitencias.

En 1977 grabaron juntos el álbum "Mercedes Sosa interpreta a Atahualpa Yupanqui" que consolidó la proyección de la tucumana como cantora y de la del riojano como su principal ladero en el escenario.

En el entorno de "Colacho" aseguran que la muerte de "La Negra" fue un golpe muy duro pese a que ya llevaban tiempo sin compartir músicas.

"Para mí su muerte fue terrible. Porque viví más con ella que con mis padres, mis hermanas o, incluso, mis hijas ¿Sabés lo lindo que es cuando puede darse un romance musical y de amistad como el que tuvimos?", dijo Brizuela en una entrevista el año pasado.

En esa misma charla motivada por los 10 años del deceso de Sosa, apuntó que ‘la música de Mercedes, conceptualmente, se pensaba en función de su voz y de la guitarra. Todos los demás instrumentos, de algún modo, estaban a nuestro servicio. Por eso se conformó con nosotros una relación fraternal. La conocí muy chica y me sentía de su familia‘.

Más allá de ese lazo, la historia del artista y su instrumento comenzó tempranamente, a sus 8 años junto dos hermanos guitarristas con los que no solamente aprendió folclore sino que también se aproximó al tango.

Y fue entre esos dos géneros nativos que el intérprete desplegó un estilo personal y notable que dejó su huella sensible e inspirada por escenarios del mundo.

Dentro del tango integró el grupo de Rubén Juárez, tocó con Raúl Garello, Roberto Grela y el Palermo Trío, tuvo un dúo con el bandoneonista Rodolfo Mederos y en 2012 publicó el álbum "Tango 12" al frente de un cuarteto de guitarras y contrabajo.

En la escena folclórica tocó junto a Daniel Toro, Víctor Heredia, Los Hermanos Albarracín, Horacio Guarany, Ginamaría Hidalgo, Teresa Parodi, Julia Zenko, Ariel Ramírez, Dino Saluzzi, Los Fronterizos y Oscar Cardozo Ocampo.

Su andar por el folclore incluyó hacia 1961 el logro de un premio Revelación en el Festival Nacional de Cosquín como parte del trío con guitarras Tres para el Folclore.

Pero la diáfana ductilidad de su toque también tendió puentes con otras melodías como las propuestas por Fito Páez y Carlos Franzetti y hasta registró su devoción por el pianista norteamericano de jazz Bill Evans en el disco propio "Nos volveremos a ver" (2010).

Las búsquedas estéticas del exquisito músico lo llevaron, incluso a empezar a tocar el stick: "Me puse a estudiarlo en serio y me da mucha alegría hacerlo porque permite hacer cosas maravillosas. Es un instrumento muy especial: son dos guitarras en una. Es el mejor invento de los últimos tiempos", reveló años atrás.

Juan Falú dijo que "Colacho" marcó rumbos en la historia de la guitarra nacional, marcó un camino singular en ese rol de la guitarra al lado del cantor".

Lo escuchamos en Tilcara cuando homenajeó a Miguel Llave
Este sábado, cuando se supo la noticia del deceso de Nicolás “Colacho” Brizuela, pudieron venir a nuestra mente dos recuerdos. Uno es el recuerdo largo, compartido con tantos que tantas veces lo escucharon, como nosotros, junto a la voz maravillosa de Mercedes Sosa, lugar que lo coloca en un capítulo especial de la historia de nuestra música.
“Colacho” Brizuela, sin embargo, no fue sólo la guitarra elegida por “La Negra Sosa” para brillar con ella. Nació en La Rioja, transitó la música con una delicadeza y prodigio singulares, usaba al tocar una sonrisa casi infantil, casi de descubrimiento, casi de sorprenderse a si mismo con su propia música y, entre las tantas andanzas de sus setenta años, ejecutó el stick.
El stick es un instrumento de cuerdas creado, en California, hacia los años setenta. Lo digo porque alguna vez, en la Peña Altitud de Miguel Llave, en Tilcara, Colacho dejó de lado la guitarra para deleitarnos con esa suerte de “viaje” de sonidos en los que andaba incursionando, suerte de travesura y, acaso, un modo de decir que no era tan sólo aquello otro, que por cierto que no era poco.
Entonces, junto a ese recuerdo largo, compartido con tantos que lo escucharon tantas veces junto a Mercedes Sosa, están esas otras memorias cortas, propias. Corría el año 2016. Por las calles de Tilcara nos cruzamos cuando el agua había desbordado el río Grande para enrarecer el Carnaval y anegar algunos barrios, y lo escuchamos poco antes en la Peña de Llave.
Allí los recuerdos de un músico que podía, con soltura y con brillo, andar por todo ese folclore nuestro junto, en esa noche tilcareña, a la voz de Adriana Tula y la otra guitarra de Peter Würscmidt, buscar otras armonías junto al bandoneón de Ninon Valder y enseñarnos esos sonidos del stick, que algunos apenas si conocíamos por King Krimson.
Para presentar ese show, que era un homenaje a Miguel Llave, nos habló del músico tilcareño. Creo que vale repetir sus palabras, porque cuando un artista habla de otro, de alguna manera se refleja a si mismo. 
Nos dijo que Miguel Llave fue “un muy buen músico a quien conocí por medio de Dino Saluzzi, que lo quería mucho. Fue un buscador de buenas costumbres, de buen arte, lo que es muy importante para un músico. Llave era un conversador dueño de una gran cultura, era lindo hablar con él, alguien que creció en Europa con músicos muy distintos. Un hombre importante que siempre estaba esperando volver a su tierra”.