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El plan de emergencia, una brisa de aire para el Presidente

Domingo, 08 de marzo de 2020 01:03

La inflación disminuyó en febrero por segundo mes consecutivo, los créditos bancarios comenzaron a reactivarse tras las bajas en las tasas de interés, las clases comenzaron normalmente en la mayoría de las provincias y las protestas sociales no forman parte de la agenda cotidiana. ¿Alcanzan estos pequeños síntomas para consolidar un cambio en las expectativas negativas que reinan en la sociedad? Por supuesto que no, pero le sirven al Presidente para fortalecer su liderazgo de cara a las demoradas reformas estructurales que necesita la economía para salir del pantano. 
Es evidente que el programa de emergencia aplicado por Alberto Fernández en los primeros noventa días de su mandato está cumpliendo con su objetivo de mínima: ganar tiempo y legitimidad hasta que se resuelva la negociación de la deuda, señalada por el Gobierno como la madre de todas las batallas. Si a eso se le suma que la imagen del jefe de Estado se mantiene inalterable en las encuestas y que la oposición no encuentra banderas para quitarle parcialmente la iniciativa política al oficialismo, la fórmula elegida por el Gobierno no parecería estar errada. 
Pese a eso, aparecen dudas que podrían frenar ese pequeño soplo de aire fresco de un plumazo, como la disminución de la recaudación tributaria, el congelamiento artificial en el precio de las tarifas y los combustibles, el cepo al dólar, el conflicto con el campo y el todavía impredecible impacto económico del coronavirus. Ninguna de esas cuestiones tiene hoy un horizonte certero que permita una planificación sostenida y perdurable de las políticas públicas a aplicar.
En el Gobierno confían en que un acuerdo con los bonistas privados actúe como un disparador de la inversión, clave para la generación de trabajo genuino, aunque admiten por lo bajo que “la desconfianza en el país es tan grande que pasarán años” hasta que eso se consolide definitivamente. 
Desde el sector privado, como ya es costumbre, no son tan optimistas y reclaman de manera urgente las bases del plan económico que impulsará Martín Guzmán en materia impositiva, fiscal y de gasto público.
A los empresarios no les molestó que el Presidente los responsabilice a ellos por la alta inflación que siguen teniendo los alimentos, lo que sí les sorprendió es que teniéndolos a todos juntos frente a él no haya aprovechado la ocasión para hablar de incentivos concretos para amortiguar esas subas. En un estricto off the record, los hombres de negocios se preguntaban esta semana cuál será la política tarifaria para comercios e industrias y si hay previsión de un bono a los trabajadores que cobren el salario mínimo a mitad de año. La incertidumbre sobre esos dos factores actúa como un impulso extra al siempre ambicioso deseo de alcanzar ganancias extraordinarias por parte de los empresarios. 
“Alberto es un hombre de diálogo y muy racional, pero criticando a los hombres de negocios como hacían Mauricio Macri y Cristina Kirchner entrará en un terreno innecesariamente fangoso”, reflexionó un empresario que participó del almuerzo de esta semana con el mandatario. 
¿Cómo es posible que pese a las medidas tomadas por el Gobierno hasta ahora siga cayendo la recaudación real? Simple, la sociedad se encuentra tan endeudada que todos los fondos frescos que recibe no los está volcando al consumo masivo sino a parchar agujeros en su economía doméstica. “Nos sorprendió un poco que el IVA no haya podido repuntar los ingresos del Estado, pero estamos seguros de que en pocos meses eso se revertirá ya que no hay incentivos para dejar la plata en los bancos ni para comprar dólares”, aseguró ayer a El Tribuno un funcionario del Poder Ejecutivo que pidió reserva de su identidad.
En la Casa Rosada tienen en claro que no todas las áreas del Gobierno tendrán el mismo protagonismo en la emergencia del primer semestre de su gestión. Educación, Salud y Economía -sobre todo en materia de deuda externa- son los ministerios más activos. 
El restablecimiento de las paritarias nacionales fue un logro importante para el ministro Nicolás Trotta, ya que permitió darles a las provincias un monto de referencia para negociar a nivel local. Hubo cinco distritos con problemas de paro, pero sólo en Chubut el acatamiento a la medida impidió normalmente el inicio de las clases. La negociación que encabezó el funcionario tuvo un dato muy bueno para el Gobierno, que es que no incluyó una cláusula gatillo atada a la inflación, lo que podría repetirse en muchas de las paritarias del sector privado. 
En el caso de Salud, se combinan un factor proactivo de Ginés González García en la entrega de remedios gratis para los jubilados, en el impulso a la ley de aborto y en la recuperación de millones de vacunas que estaban guardadas en la Aduana. La explosión del coronavirus y del dengue lo pusieron en primera plana por obligación. ¿Faltó previsión en los controles para minimizar el impacto del ingreso de la enfermedad a la Argentina? ¿Cuál es el plan para controlar las fronteras terrestres y marítimas? ¿Por qué Argentina es el país de Sudamérica más comprometido con el coronavirus? A partir de ahora, comienza otra dura etapa en la gestión de Ginés. 
En materia económica no puede dejar de destacarse a Martín Guzmán, un funcionario alejado de las polémicas y claramente formado para la mayúscula tarea que le tocó enfrentar, incluyendo un ajuste de cinco mil millones de pesos con el ajuste en las jubilaciones. Todos los focos están en la negociación que está llevando adelante con el Fondo Monetario Internacional y los acreedores privados. De su éxito depende buena parte de la suerte de Alberto Fernández para el resto de su mandato. 

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La inflación disminuyó en febrero por segundo mes consecutivo, los créditos bancarios comenzaron a reactivarse tras las bajas en las tasas de interés, las clases comenzaron normalmente en la mayoría de las provincias y las protestas sociales no forman parte de la agenda cotidiana. ¿Alcanzan estos pequeños síntomas para consolidar un cambio en las expectativas negativas que reinan en la sociedad? Por supuesto que no, pero le sirven al Presidente para fortalecer su liderazgo de cara a las demoradas reformas estructurales que necesita la economía para salir del pantano. 
Es evidente que el programa de emergencia aplicado por Alberto Fernández en los primeros noventa días de su mandato está cumpliendo con su objetivo de mínima: ganar tiempo y legitimidad hasta que se resuelva la negociación de la deuda, señalada por el Gobierno como la madre de todas las batallas. Si a eso se le suma que la imagen del jefe de Estado se mantiene inalterable en las encuestas y que la oposición no encuentra banderas para quitarle parcialmente la iniciativa política al oficialismo, la fórmula elegida por el Gobierno no parecería estar errada. 
Pese a eso, aparecen dudas que podrían frenar ese pequeño soplo de aire fresco de un plumazo, como la disminución de la recaudación tributaria, el congelamiento artificial en el precio de las tarifas y los combustibles, el cepo al dólar, el conflicto con el campo y el todavía impredecible impacto económico del coronavirus. Ninguna de esas cuestiones tiene hoy un horizonte certero que permita una planificación sostenida y perdurable de las políticas públicas a aplicar.
En el Gobierno confían en que un acuerdo con los bonistas privados actúe como un disparador de la inversión, clave para la generación de trabajo genuino, aunque admiten por lo bajo que “la desconfianza en el país es tan grande que pasarán años” hasta que eso se consolide definitivamente. 
Desde el sector privado, como ya es costumbre, no son tan optimistas y reclaman de manera urgente las bases del plan económico que impulsará Martín Guzmán en materia impositiva, fiscal y de gasto público.
A los empresarios no les molestó que el Presidente los responsabilice a ellos por la alta inflación que siguen teniendo los alimentos, lo que sí les sorprendió es que teniéndolos a todos juntos frente a él no haya aprovechado la ocasión para hablar de incentivos concretos para amortiguar esas subas. En un estricto off the record, los hombres de negocios se preguntaban esta semana cuál será la política tarifaria para comercios e industrias y si hay previsión de un bono a los trabajadores que cobren el salario mínimo a mitad de año. La incertidumbre sobre esos dos factores actúa como un impulso extra al siempre ambicioso deseo de alcanzar ganancias extraordinarias por parte de los empresarios. 
“Alberto es un hombre de diálogo y muy racional, pero criticando a los hombres de negocios como hacían Mauricio Macri y Cristina Kirchner entrará en un terreno innecesariamente fangoso”, reflexionó un empresario que participó del almuerzo de esta semana con el mandatario. 
¿Cómo es posible que pese a las medidas tomadas por el Gobierno hasta ahora siga cayendo la recaudación real? Simple, la sociedad se encuentra tan endeudada que todos los fondos frescos que recibe no los está volcando al consumo masivo sino a parchar agujeros en su economía doméstica. “Nos sorprendió un poco que el IVA no haya podido repuntar los ingresos del Estado, pero estamos seguros de que en pocos meses eso se revertirá ya que no hay incentivos para dejar la plata en los bancos ni para comprar dólares”, aseguró ayer a El Tribuno un funcionario del Poder Ejecutivo que pidió reserva de su identidad.
En la Casa Rosada tienen en claro que no todas las áreas del Gobierno tendrán el mismo protagonismo en la emergencia del primer semestre de su gestión. Educación, Salud y Economía -sobre todo en materia de deuda externa- son los ministerios más activos. 
El restablecimiento de las paritarias nacionales fue un logro importante para el ministro Nicolás Trotta, ya que permitió darles a las provincias un monto de referencia para negociar a nivel local. Hubo cinco distritos con problemas de paro, pero sólo en Chubut el acatamiento a la medida impidió normalmente el inicio de las clases. La negociación que encabezó el funcionario tuvo un dato muy bueno para el Gobierno, que es que no incluyó una cláusula gatillo atada a la inflación, lo que podría repetirse en muchas de las paritarias del sector privado. 
En el caso de Salud, se combinan un factor proactivo de Ginés González García en la entrega de remedios gratis para los jubilados, en el impulso a la ley de aborto y en la recuperación de millones de vacunas que estaban guardadas en la Aduana. La explosión del coronavirus y del dengue lo pusieron en primera plana por obligación. ¿Faltó previsión en los controles para minimizar el impacto del ingreso de la enfermedad a la Argentina? ¿Cuál es el plan para controlar las fronteras terrestres y marítimas? ¿Por qué Argentina es el país de Sudamérica más comprometido con el coronavirus? A partir de ahora, comienza otra dura etapa en la gestión de Ginés. 
En materia económica no puede dejar de destacarse a Martín Guzmán, un funcionario alejado de las polémicas y claramente formado para la mayúscula tarea que le tocó enfrentar, incluyendo un ajuste de cinco mil millones de pesos con el ajuste en las jubilaciones. Todos los focos están en la negociación que está llevando adelante con el Fondo Monetario Internacional y los acreedores privados. De su éxito depende buena parte de la suerte de Alberto Fernández para el resto de su mandato.