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Kenia, a la cabeza de la lucha contra la mutilación genital

Ese país está entre los que tienen las tasas más bajas, en contraste con Egipto, donde la práctica llega al 87%.Kenia es un caso paradigmático que se ha convertido en la punta de lanza para un verdadero cambio.

Domingo, 08 de marzo de 2020 01:03

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KENIA / UN EXTENSO TRABAJO EN TERRENO PARA CAMBIAR UNA COSTUMBRE.

El compromiso político y un extenso trabajo en el terreno han hecho de Kenia un ejemplo en la lucha contra la erradicación de la mutilación genital femenina (MGF), una práctica a la que son sometidas más de 200 millones de niñas y mujeres en unos 30 países de los continentes de Asia y África, y otras regiones del mundo.

Dentro de este grupo, Kenia está entre los que tienen las tasas más bajas, en contraste con Egipto, donde el 87% ha sufrido esta práctica y se calcula que unas 7,1 millones correrán la misma suerte hacia el mismo año.

Kenia es un caso paradigmático que se ha convertido en la punta de lanza para un verdadero cambio, pues su presidente, Uhuru Kenyatta, puso el tema en agenda y manifestó abiertamente en noviembre de 2019 su objetivo de terminar con la mutilación genital femenina para el año 2022.

Se trata de un objetivo difícil de cumplir, reconocieron en diálogo con la agencia de noticias Télam Berhanu Legesse y Thierno Diuof, técnicos expertos en género del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) con sede en Addis Adeba, Etiopía.

Pese a lo ambicioso de la propuesta, para la líder comunitaria keniata, Nice Nailantei Leng‘ete lo importantes es que "se trata de la primera vez que el mandatario se expresa públicamente al respecto" y, además, porque "posiblemente otros líderes políticos seguirán su ejemplo".

"Sin los gobiernos, sin los políticos, no podremos ganar la batalla", continuó Leng‘ete en coincidencia con Legesse y Diouf, aunque todos acuerdan que con las leyes no alcanza y se debe llevar a cabo un trabajo en el territorio, dentro de las comunidades, un cambio cultural.

El compromiso asumido por Kenyatta no es menor.

"Los políticos tienen miedo de perder votos si se posicionan en contra de las culturas locales", explicó Leng ‘ete, de la comunidad masai -uno de los tantos pueblos que componen la población keniata- y trabaja junto con Amref, una ong española dedicada al área de la salud en África.

"Por fin vimos que algunos líderes denunciaron la MGF", detalló la líder comunitaria, quien durante su infancia, tras ver el sufrimiento de sus primas y hermana mutiladas, se negó a correr la misma suerte.

En 2016, el Parlamento de la Unión Africana en Johannesburgo (Sudáfrica) aprobó, gracias al Grupo de Trabajo para la Mujer y representantes de Unfpa, la prohibición de la mutilación genital femenina. Hasta el momento, solo Chad, Liberia, Mali, Somalía y Sudán no tienen leyes que penalicen la práctica.

El resto se impuso el ambicioso objetivo de erradicar esta práctica para 2030.

Sin embargo, según un informe realizado por la ONU en 2018, solo Kenia y Uganda tienen leyes robustas y las hacen cumplir.

"La ley es una norma social, el problema que subyace es una cuestión de género. Esta práctica enfermiza socava los derechos humanos fundamentales de las niñas y mujeres, y para hacerle frente se necesita un plan integral y holístico", explicaron los expertos de Unfpa desde Etiopía.

No obstante, Leng'ete consideró que hacer cumplir por la fuerza las leyes no es suficiente para cambiar el comportamiento social y hasta puede propiciar prácticas clandestinas.

"En Kenia, hay gente que está llevando a sus hijas a Tanzania para la mutilación, o a Etiopía, porque allí las leyes no son tan estrictas", explicó la líder comunitaria masái.

Por eso, todos los expertos coinciden en que el trabajo dentro de las comunidades es vital para erradicar realmente esta práctica.

Para la Unfpa, no se trata sólo de un tema de derechos de la mujer, sino también de salud pública. Por eso, también busca el compromiso de los gobiernos para la aplicación de leyes y garantizar asistencia social.

Médicos

Por ejemplo, en Egipto, la mutilación suele ser practicada por profesionales de la salud como médicos y enfermeros y no por las ancianas de las familias que ofician de parteras.

"Esto se explica porque también ellos son parte de la comunidad", explicó Legesse y alertó sobre la necesidad de educar y regular el trabajo del cuerpo médico para que entienda las consecuencias que la mutilación tiene para la salud de las mujeres.

En paralelo, Amref centra su trabajo en desarraigar de las comunidades las formas tradicionales de organización social, donde la mutilación y el matrimonio infantil están íntimamente relacionados.

Raquel Martín, responsable de comunicación de la ong, explicó a Télam que "numerosas tradiciones culturales consideran la MGF como el último paso para preparar a las niñas para el matrimonio. La mayoría de las que se someten al rito son menores de 18 años".

"Esto hace que deban abandonar su educación a una edad temprana, reduce oportunidades y decisiones sobre sus vidas, y quedan atraparlas en un círculo de pobreza", continuó. Por eso, agregó, es necesario trabajar con todos los integrantes de las comunidades, fomentar los derechos sexuales y reproductivos, la educación para todos y el fomento de la igualdad de género.

Un cambio cultural

En Samburu, en el corazón de Kenia, hay una leyenda que justifica el inicio de la mutilación genital femenina (MGF): los hombres de una aldea fueron a una guerra dejando a las mujeres y a los niños solos, al volver encontraron a algunas mujeres embarazadas o con nuevos hijos de otros otros hombres que habían visitado la aldea, y para que eso no volviese a suceder les mutilaron sus genitales. “Independientemente de cuál sea la leyenda que lo justifique, este proceso es una forma más de control masculino sobre el placer y el cuerpo de las mujeres, tan típico de las sociedades patriarcales”, explicó Raquel Martín, responsable de comunicación de la ong española Amref.

Para erradicar la mutilación genital es necesario un cambio cultural sostenido en el tiempo y que se asiente en la conciencia colectiva de la comunidad. La comprensión y el respeto a los valores tradicionales que las comunidades asocian a la MGF, la presentación de alternativas a la ablación, la prestación de ayuda a las niñas para que puedan librarse del estigma de no ser circuncidadas y la introducción de medidas de prevención es parte esencial del programa para la erradicación de las mutilaciones. Martín explicó que la ong española busca apoyar un movimiento panafricano que involucrará a varios países subsaharianos, adaptado a las tradiciones locales y contextos para acabar con la MGF. “El acercamiento acerca de la prevención cultural de Amref está basado en una comprensión profunda de las bases culturales y tradicionales de la MGF. Nuestro acercamiento exige mantener las lecciones culturales y bendiciones así como la pompa y belleza durante el proceso de transición a la edad adulta”.