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La procesión fue por dentro

Lunes, 13 de abril de 2020 01:01

"Algo que en estos días de silencio he estado reflexionando es sobre el silencio de Dios. Pareciera que Dios está callado, que no habla, que no dice nada cuando todos estamos sufriendo. Parece que, como sucedió en la barca, estuviera dormido y no le importara que nos hundamos. Es también impactante el silencio de Jesús en la Pasión. Apenas si habla. A Herodes no le dice ni una palabra.

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"Algo que en estos días de silencio he estado reflexionando es sobre el silencio de Dios. Pareciera que Dios está callado, que no habla, que no dice nada cuando todos estamos sufriendo. Parece que, como sucedió en la barca, estuviera dormido y no le importara que nos hundamos. Es también impactante el silencio de Jesús en la Pasión. Apenas si habla. A Herodes no le dice ni una palabra.

A Pilato le responde lo justo y necesario. En la cruz muy pocas palabras. El silencio de Dios en la Pasión es silencio de palabras pero no de gestos. Los gestos valen más que las palabras en la mayoría de los casos. En los momentos de dolor, valen más los gestos", expresó en una profunda reflexión el padre Germán Maccagno, al referirse al silencio de Dios en estos días santos y ante la pandemia que azota a la humanidad entera. Sobre el silencio, indicó que lo mismo sucede con una madre junto al hijo enfermo, casi no habla, pero está allí. Y ese estar vale más que muchos discursos. El que acompaña a un moribundo, está allí, pero no habla, vale el gesto de la compañía. También sucede lo mismo con los que se aman, sucede muchas veces que sólo están el uno junto al otro sin hablarse, pero están juntos.

"Dios nos está hablando desde el silencio del Viernes y del Sábado Santo. Nos está hablando desde la cruz, en donde sólo pronuncia palabras de consuelo y esperanza. Es en la cruz en donde nos dice que entrega a su Madre. Es en la cruz en donde nos disculpa, diciendo: "Padre, perdónalos, no saben lo que hacen". Es en la cruz en donde promete el paraíso al ladrón arrepentido. Es en la cruz en donde no se defiende cuando lo ofenden y lo tientan a bajarse para que crean en Él", prosiguió el padre Germán

IGLESIA DE SAN PEDRO DE JUJUY / NO HUBO FIELES EN LA CELEBRACIÓN DE PASCUAS.
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Acotó que ante tanto silencio podríamos preguntarnos: ¿Quién tiene que cambiar?, ¿Dios o nosotros?, ¿Dios con nosotros?, ¿nosotros con Dios? o ¿nosotros con nosotros?

Ante el primer interrogante, expresó que quisiéramos un Dios que truene, que diga algo, que se manifieste de manera fuerte para que los hombres entiendan. Pero Dios no tiene esa forma, respeta escandalosamente nuestra libertad. Dios no es autoritario ni es mago. "Los que tenemos que cambiar somos nosotros. Tenemos que cambiar nuestra idea de Dios, esa idea de Dios que fabricamos, pero que no es la del Dios de Jesucristo. Ante el segundo interrogante ¿Dios con nosotros? Quisiéramos que Dios se manifieste más claramente, que nos evite tanto dolor, tanta pandemia. Muchos en estos días se preguntan ¿por qué Dios nos manda esto?, como si Dios fuera un malvado que manda males al mundo. Los males no son enviados por Dios, son propios de nuestra limitación de hombres creados o son consecuencia de cosas que hacemos mal. Dios no tiene que cambiar con nosotros, siempre ha sido cercano y amable en Jesús, asumiendo todo lo nuestro, el dolor, la muerte injusta, la traición, los insultos. Dios nos ha dado su vida para que tengamos vida", dijo.

Sobre el tercer interrogante ¿Nosotros con Dios?, consideró que aquí está el quid de la cuestión, porque hemos dejado a Dios de lado, lo hemos considerado sólo como "remedio" para los casos graves. Es lo más parecido a una farmacia, a donde uno va sólo cuando necesita. "Nuestra sociedad ha dejado de lado lo espiritual, ha marginado a Dios. Hemos pretendido ser nosotros dioses, inventando cosas y creyendo que la ciencia es el nuevo Dios.

Hemos pretendido cambiar hasta nuestra propia naturaleza, con operaciones de cambio de sexo que son sólo un maquillaje. Hemos pretendido cambiar las normas morales, haciendo todo relativo y dando rienda suelta al libertinaje. Se ha sacado a Dios de las escuelas y los niños tienen que aprender sobre el carnaval como algo cultural pero no sobre religión, como si no fuera también parte de nuestra cultura. Este año no hay procesiones. Pero bien dicen que "la procesión va por dentro". Eso es lo que nos hace falta, hacer una procesión hacia nuestro interior y ponernos delante de Dios con sinceridad de corazón y en la intimidad de nuestra conciencia responderle a Dios de nuestra vida y de nuestra conducta", continuó Maccagno.

En cuanto al último interrogante, cambiar ¿Nosotros con nosotros?, sostuvo que aquí tenemos otra línea de conversión. Tenemos que aprender la lección de la solidaridad. Aquello de amar al prójimo como a sí mismo es otra de las lecciones que tenemos que aprender. La globalización de la solidaridad es la globalización de los gestos concretos de amor.