Cualquiera que conoce un poco el ámbito deportivo, sabe que no hay trabajo más ingrato que el de los y las dirigentes deportivos. Por eso, hoy en su día, tienen motivos para brindar.
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Cualquiera que conoce un poco el ámbito deportivo, sabe que no hay trabajo más ingrato que el de los y las dirigentes deportivos. Por eso, hoy en su día, tienen motivos para brindar.
Esos que se la pasan trabajando por la institución, a veces con más reproches y reclamos por lo que se hace mal, que reconocimiento por lo que correctamente se ha realizado.
Un dirigente deportivo debe ser serio, responsable, coherente, ecuánime, respetuoso, tener amplios y variados conocimientos sobre la gestión y administración deportiva y por supuesto tener la cautela, el respeto, la perspicacia y si se quiere, hasta la picardía adecuada para solucionar los problemas que siempre existen en cualquier institución.
Debe reunir muchísimas cualidades, pero nunca se habló o poco se habla de la profesionalización del directivo, porque para eso debería estudiar y formarse, por supuesto tener una retribución monetaria por su trabajo, cuestión esta que pocos quieren tratar, debatir y mucho menos cambiar.
El trabajo dirigencial en nuestro país en general es gratuito. En este sentido el dirigente deportivo representa para la sociedad algo así como el funcionario más barato que tiene, ya que no les cobra nada y trabaja.
Son ellos los que afrontan las cuestiones jurídicas y contables, a veces siendo demandados o denunciados y también citados por la Justicia cuando alguna decisión resulta adversa. Lo que pocos recuerdan es que los dirigentes deportivos somos de carne y hueso y tenemos tantos defectos y virtudes como muchos de los que nos critican.
Además de la función social que cumple con las decisiones que se toman en el club, asume un papel fundamental en el rol educativo de ese mismo club, ya que es el responsable y es quien responde a todo lo que pasa y deja de pasar en ella. Sin dejar de lado las cuestiones jurídicas y contables que puedan suceder a consecuencia de cuestiones adversas que aparecen no solo en lo económico, sino también en lo social.
Podrán surgir desde la teoría muchas ideas superadoras y que den la solución a determinadas situaciones, pero lo cierto es que una cosa es decir y otra cosa es hacer. En contraposición a esto, lo ideal entonces sería decir y hacer, involucrarse y vivir desde adentro la adrenalina dirigencial que a veces resulta ingrata, pero muy satisfactoria cuando vemos que gracias a nuestro pequeño aporte, como un granito de arena, aportamos al crecimiento de nuestros deportistas o instituciones.
Hay que poner en valor el trabajo del dirigente deportivo. Todos deben apoyar la gestión y no dejarlo solo, el club somos todos.
(Especial Alberto Guevara)