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"Uno entra al hospital y no sabe si va a salir"

El jujeño Daniel Guzmán superó el coronavirus en Miami, donde vive. Contó la incertidumbre en el nosocomio y en su hogar.
Miércoles, 20 de mayo de 2020 01:03

Mientras el coronavirus se lleva muchas vidas a diario en el mundo, hay algunos pacientes recuperados que pudieron superarlo y contar la historia. Daniel Guzmán es un jujeño que se contagió de Covid-19 en Estados Unidos, donde vive desde hace 20 años. Cuenta las horas angustiantes, los malestares y el temor al peor final, del que salió airoso.

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Mientras el coronavirus se lleva muchas vidas a diario en el mundo, hay algunos pacientes recuperados que pudieron superarlo y contar la historia. Daniel Guzmán es un jujeño que se contagió de Covid-19 en Estados Unidos, donde vive desde hace 20 años. Cuenta las horas angustiantes, los malestares y el temor al peor final, del que salió airoso.

Guzmán es oriundo de Libertador General San Martín, se estableció en Miami hace 20 años y formó una familia. A pesar de ser Nueva York la ciudad con mayor impacto de coronavirus, se contagió en Miami.

Sucede que en el condominio que administra desde hace quince años, tuvo contacto con una residente que llegó de la "gran manzana".

La mujer mayor se sintió mal y fue hospitalizada por Covid-19, y a los dos días Guzmán comenzó a sentirse enfermo, le faltaba el aire, tenía dolor de cuerpo, fiebre y vómitos, por lo que una ambulancia lo trasladó al hospital y allí le confirmaron que tenía el virus.

Aunque estuvo sólo un día internado, aislado, con suero y respirador, fueron las horas más largas para Guzmán.

DANIEL GUZMÁN / SE RECUPERÓ DE CORONAVIRUS. AISLADO EN SU HOGAR.

"Me tuvieron en observación toda la noche hasta que me hicieron el hisopado, la radiografía de los pulmones y me mandaron a mi casa a hacer la cuarentena. Mi familia firmó un acuerdo, para que yo esté aislado, era preferible porque en el hospital había muchos contagios", explicó el jujeño.

Había decidido cumplir el aislamiento en casa porque el hospital estaba lleno de gente y temía por la cantidad de casos que llegaban y la letalidad del virus latente allí.

"No la pasé nada bien porque estaba con mucho temor, porque la señora (que lo contagió) estuvo en terapia intensiva como dos semanas y luego logró recuperarse", dijo. "Uno entra ahí y no sabe si va a salir", resumió recordando lo que sintió entonces.

En el hospital reciben a todos los pacientes y a quienes no tienen seguro médico, deben firmar un acuerdo de pago por la atención y aseguró que no hay problema con el estatus migratorio. Explicó que es muy buena la atención pero muy cara, su factura ascendía a 8.000 dólares, que afortunadamente tuvo la cobertura de su seguro médico.

Luego se quedó aislado dos semanas en su casa, con la única medicación de ibuprofeno para la fiebre, y aunque le dieron oxígeno para su hogar, no llegó a utilizarlo. "Estuve aislado de todo, era del cuarto al baño, delivery de comida, de supermercado, hasta que me tuve que hacer otra prueba y ahí me salió negativo", explicó.

Cuidar a su familia era una de sus preocupaciones, por lo que se confinó en una habitación y usó en forma exclusiva uno de los baños de la casa, y se esmeró en mantener la limpieza pese a los malestares y tomaba ibuprofeno. Con su familia sólo se comunicaba por teléfono y debía cuidar detalles como el lavado de su ropa, desinfección y cero contacto.

Sin embargo, monitorearon a su familia, le hicieron los estudios y afortunadamente les salió negativo. A Guzmán le hicieron una tercera prueba luego de otras dos semanas, y felizmente les resultó negativo.

"Conocí gente que estuvo en terapia y fallecieron, y la familia no pudo verlos más que por medio de un cristal, tuvieron que cremarlo y no se pudo hacer velatorio. Ese era el temor nuestro", explicó Guzmán.

La historia del jujeño supone un mensaje alentador y de esperanza, a juzgar por la gran cantidad de víctimas fatales del virus en ese país.

Una elección de vida, en EE UU

Vivir en Estados Unidos fue una elección. Guzmán vivió en Buenos Aires por seis años, tiempo en el que trabajó en una empresa como visitador dental. También estudió Administración de Empresas y Periodismo Deportivo, se cansó y tomó la decisión de partir a Miami. “Me vine sin conocer a nadie, llegué por una amistad del trabajo que tenía unos amigos acá, que habían llegado hace dos años y me podían guiar para encontrar un apartamento donde vivir, el trabajo y empezar a organizarme”, recordó Daniel Guzmán.

Al llegar con su visa de turista, como era de esperar hizo todo tipo de trabajos, lavado de platos, limpieza, construcción y supo establecerse. A los tres años se casó con Rosana, quien es nacida en Estados Unidos y cuyos padres son argentinos, y entonces pudo tramitar la radicación, lo cual le abrió también las puertas para un futuro laboral promisorio. El idioma fue una dificultad al principio pero logró aprender en la calle. Trabaja en la administración de edificios, desde hace quince años. Con su esposa, quien es maestra, inició su familia y actualmente tienen tres hijos: Catherine de 17, Tiziana de 16 y Daniel de 12.

VISITA / CON SUS HERMANOS CAROLINA, FEDERICO Y SU MADRE VICTORIA.

Contó orgulloso que la mayor irá a la universidad de Tallahassee, con una beca total al haberse destacado en el colegio. Tiziana estudia en el secundario y el menor aspira a ser jugador profesional de fútbol. Sin embargo, aún extraña su cultura, la calidez de los planes de domingo de asado, guitarreadas con amigos, y las comidas tradicionales, empanadas, locro, tamales y las humitas. Y es que el año pasado fue la primera vez que volvió a Jujuy para acompañar a la familia ante el fallecimiento de su padre, homónimo, exdiputado y dirigente de la Sociedad Jujeña de Fútbol. Entonces estuvo un par de semanas, luego de 19 años y se disponía a volver en junio en que sus hijos tuvieran vacaciones y querían conocer por lo que les muestra y cuenta, pero por la pandemia no podrá ser. Les cuenta de su infancia. Había estudiado en la primaria escuela “Enrique Wallman” y la secundaria en la Normal. Sus hermanos también migraron con su ayuda, Carolina y Federico que ya tienen su familia en Texas; y el menor, Eduardo se quedó con su madre, Victoria Pellegrini, aunque ella los visita cada año. Esperan que termine la pandemia para poder volver a verse y volver a abrazarse.