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23 de Abril,  Jujuy, Argentina
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"Romper estigmas que existen hacia las mujeres trans a través de la solidaridad"

No sólo ayuda y contiene a personas de su comunidad sino también a pequeños a través de merenderos.
Miércoles, 20 de mayo de 2020 01:03

Sara Correa tiene 30 años es peluquera y desde muy joven a través de acciones solidarias lucha por los derechos de la comunidad Lgtbiq y por otras problemáticas que sufren todos como ser la pobreza infantil en merenderos. Además integra fundaciones y otras organizaciones de la diversidad en la localidad de San Pedro.

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Sara Correa tiene 30 años es peluquera y desde muy joven a través de acciones solidarias lucha por los derechos de la comunidad Lgtbiq y por otras problemáticas que sufren todos como ser la pobreza infantil en merenderos. Además integra fundaciones y otras organizaciones de la diversidad en la localidad de San Pedro.

Recuerda que su lucha inició en Buenos Aires y tuvo como ejemplo a su madre que trabajaba en Cáritas ayudando a gente y la llevaba a barrios carenciados donde conoció las necesidades de los más humildes. Fue aprendiendo eso de ella y de la sociedad aprendió que son muchos los prejuicios que existen hacia su comunidad por eso desde pequeña, 8 años, cuando se empezó a identificar con el género femenino, sufrió de bullying y discriminación.

Ahí comenzó todo y al tener a su madre de su lado no le importó lo que digan los demás, y a medida que iba creciendo fue atravesando cada vez más momentos tristes, en los que estaban envueltas siempre chicas de la comunidad trans.

Durante su adolescencia vino a vivir a Jujuy y acá conoció a una chica trans que no había tenido la aceptación familiar que ella tuvo por eso la ayudó desde un principio. "Tener a mi mamá cerquita me dio un empoderamiento que me hizo estar más fuerte frente a la vida. Yo sabía defenderme ante los ataques de la sociedad, tenía herramientas que otras chicas no las tenían por eso sentí una gran responsabilidad para ayudarlas. Aunque me ponían apodos muy feos en la escuela yo seguía adelante", mencionó, en diálogo con El Tribuno de Jujuy.

A lo largo de su vida, desde chica por medio de su madre, y de grande también, siempre estuvo ligada a las acciones solidarias a través de espacios comunitarios como ser merenderos y comedores, y también participaba en marchas continuamente para pedir por los derechos de su comunidad.

En ese sentido comentó que "yo quiero que la sociedad vea de otra manera a la comunidad, la idea de esto también es visibilizar lo que hacemos e ir en contra de los prejuicios que la sociedad tiene hacia nosotras que piensan que solo somos prostitutas y drogadictas. Queremos romper estigmas hacia las chicas trans a través de la solidaridad y trabajamos duro para eso. También conformamos otro grupo que está compuesto por lesbianas, trans, gays, heterosexuales, etc, para poder concientizar y trabajar con los más chicos".

Dentro de la organización en la que está hay dos merenderos en barrios muy carenciados de San Pedro, en ambos ella está encargada y cocina los alimentos para los pequeños que son de escasos recursos.

También trabaja de peluquera y está estudiando cosmetología, "fui armando de a poco mi peluquería y solita, espero seguir progresando con esto, ya estudié barbería y peluquería, y pienso seguirme perfeccionando con el paso del tiempo", afirmó.

Cupo laboral trans

Explicó que sus reclamos siempre apuntaron al cupo laboral trans, peleando que les den una oportunidad a sus compañeras de que puedan trabajar de algo distinto a la prostitución.

"La misma sociedad nos lleva a la prostitución pero hay otros trabajos que dignifican más a las personas, para eso es nuestra lucha. Hay chicas que tienen serios problemas en su vida y terminan muriéndose porque no acceden a un trabajo, ni a una vivienda y hasta problemas con el sistema de salud tenemos porque a veces no accedemos como corresponde debido a esos estigmas y prejuicios sociales que giran siempre alrededor nuestro", señaló.

Duras realidades de la comunidad Lgbtiq

Un día, sin pensarlo, agarró ropa de su mamá, se vistió de mujer, y salió a la calle sin importarle nada “conocí a mujeres trans que fueron abandonadas, que las echaron de sus casas y las discriminaron”, sostuvo Sara Correa. A medida que fue creciendo conoció a más personas de su comunidad que por su situación que era crítica iban a la zona roja a trabajar ejerciendo la prostitución. Ella empezó a acompañarlas y ahí conoció la noche y todo lo feo por lo que atraviesan las trabajadoras sexuales: drogas, intentos de abuso y represión policial.

“Yo no fui por una necesidad, pero quería estar en ese ambiente. Más que nada iba porque me sentía bien con ellas, pero no con lo que pasa alrededor porque te ofrecen drogas, te roban y lo peor es la policía que nos llevaban presas y nos pedían favores sexuales a cambio de liberarnos, yo nunca accedí por eso me tenían guardada mucho tiempo y no me querían soltar”, añadió. Asimismo aseguró que “yo escondía que trabajaba ahí y lo hacía para estar con ellas que no les quedaba otra, ahí me pasó de todo y hasta paré en cana, ahí se enteró mi madre. Al margen de eso terminé la secundaria con notas altas”.

Siguió diciendo que “a mí me pasó que al no tener mi cambio de identidad en el DNI porque el trámite debo hacerlo en Buenos Aires, fui a muchos lugares en los que me llamaron por mi nombre masculino pese a que yo siempre les decía que me llamen solo por mi apellido cuando no debería ser así porque hay una ley que nos ampara. Que una enfermera nos mire mal nos juzgue pensando que tenemos HIV hace que muchas chicas queden más desprotegidas y no vayan a hacerse atender cuando lo necesitan por eso es más que importante que la sociedad y las instituciones nos traten bien, como nosotras nos autopercibimos y no nos juzguen”.

Mala experiencia en el municipio

A medida que iba pasando el tiempo, fue incursionando cada vez más en espacios de contención y solidaridad no sólo para la comunidad Lgtbiq. Eso la llevó a que la convoquen en la Municipalidad de San Pedro. “Pero ahí no pasó lo que esperaba, primero me quisieron poner en otra área que no era la de diversidad pero finalmente terminé estando ahí. Tuve una mala experiencia porque me hicieron la vida imposible desde un principio y vi muchas irregularidades en los años que estuve, hasta hice denuncias públicas de cosas que vi.

Yo nunca bajé la bandera de nuestra lucha y siempre pedí que mis compañeras también tengan un trabajo y se respeten sus derechos, quizás por eso es que me terminaron echando”, agregó. Por último remarcó que “siempre que vi alguna irregularidad sea donde sea la denuncié, nunca me quedé callada, por suerte siempre conté con el apoyo de instituciones como la Casa de la Mujer y Damas de Hierro”.