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"Me avisaban que podía morir, nunca tuve miedo"

A los 14 a Pablo Chapana le diagnosticaron leucemia y un coágulo en la cabeza. Se aferró a la fe y superó esa etapa.A los 19 estuvo en situación crítica, no podía caminar, lo superó y culminó el secundario. En 2020 inició Psicología.
Miércoles, 27 de mayo de 2020 01:04

Con sólo 23 años, vivió muchos momentos difíciles desde la niñez por las complicaciones de la leucemia que lo llevaron al borde de la muerte. La historia del joven Pablo Chapana evoca esperanza y es que parte de su recuperación la atribuyó a la fe, a la que se aferró de la mano de su tía. Pese a recaídas vive con alegría y proyecta seguir estudiando Psicología, ahora interrumpida por la pandemia.

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Con sólo 23 años, vivió muchos momentos difíciles desde la niñez por las complicaciones de la leucemia que lo llevaron al borde de la muerte. La historia del joven Pablo Chapana evoca esperanza y es que parte de su recuperación la atribuyó a la fe, a la que se aferró de la mano de su tía. Pese a recaídas vive con alegría y proyecta seguir estudiando Psicología, ahora interrumpida por la pandemia.

Menudo de contextura y sumamente joven, Pablo relató detalles de su atribulado paso por hospitales, terapias y tratamientos, que pudo superar a cada paso cuando encontró, al principio incrédulo el poder de la fe, que luego no le dejó decaer.

"Todo comenzó cuando tenía 14 años, me empecé a sentir cansado, con poca energía, y resultó que la enfermedad que tenía era leucemia. Estuve tres meses internado en el Hospital de Niños y en situación crítica. Tenía varias complicaciones, pulmonía, no comía, algo en el cuello, se me había hinchado el estómago, no podía caminar, y llegué a tener un coágulo en la cabeza", explicó Chapana.

Recordó que lo llevaron a terapia intensiva por tres semanas, y como era el Hospital de Niños no le decían nada, todo le comunicaban a sus padres y no sabía lo que le pasaba. Ya en terapia, no podía hablar y no lo quisieron operar porque iba a quedar en estado vegetativo, por lo que parecía algo muy grave ya que a sus papás les hicieron firmar papeles sobre donación de órganos. Ellos accedieron y lo supo porque ese trámite lo vio cuando murió por ese tiempo su hermanita, quien había caído de una cucheta.

"Llegó mi tía María (Villalobos), que es religiosa, había orado por mí y decía que el coágulo que tenía en mi cabeza iba a desaparecer, que iba a estar todo bien si yo recibía a Jesús, que iba a salir adelante. Primero no le creía, pero le hice caso y estuvimos orando, y al día siguiente despierto, me llevan a tomografía, mi respiración era más fuerte y constante, y resulta que el coágulo que estaba en mi cabeza ya había desaparecido, no había explicación y empecé a mejorar, caminar", relató.

A los 19 tuvo una recaída, con las mismas complicaciones, dejó de caminar, afectado el pulmón, pero sintió que estaba más fuerte para sobrellevarlo. "Me había convertido al cristianismo, cristiano evangélico, aunque ahora ya tenía conciencia, me avisaban que podía morir, estaba confiado, no me preocupaba, nunca tuve miedo. Por todo lo que me enseñaron en la Iglesia, confié en Dios, oraba, esperaba salir", recordó emocionado.

Finalmente le dieron el alta aún con incertidumbre y allí comenzó a mejorar, a caminar, comer y sentirse mejor. Desde entonces pasaron cinco años y pudo recobrar la tranquilidad. Con cuidados y apoyo de su familia mejoró y aunque sus padres se separaron no tuvo rencor.

Entonces apareció gente de la Modalidad Educativa Hospitalaria y Domiciliaria de donde recordó a su profesor Carlos Castro quien lo incentivó a estudiar y por él se interesó en la historia. Ese sistema hospitalario le permitió terminar el secundario, y al tener una posibilidad de estudiar se inclinó finalmente por la Psicología.

"Uno aprende cosas reflexiona lo que está bien, lo que está mal. Cuando uno está enfermo empieza a valorar mil veces la salud que cuando estás sano. Cuando estás en una situación crítica pensás "no voy a hacer esto", aprendes muchas cosas, fue muy fuerte lo que me pasó, sentí mucho dolor y salgo adelante gracias a Dios", relató.

Con su madre y tres hermanas trabajando y estudiando en Buenos Aires, una hermana en Jujuy con la que se cuidan mutuamente mientras vivía con su abuela y su padre, surgió una oportunidad para poder estudiar. Sus tíos le ofrecieron estudiar en Córdoba y accedió este año, y pudo cursar dos meses de Psicología hasta que comenzó la cuarentena por la pandemia de Covid-19. Entonces tuvo que volver y hoy está en cuarentena en un complejo de Alto Comedero.

No hay un registro oficial de casos en el país

Las leucemias están entre las enfermedades oncohematológicas más frecuentes, aunque son de difícil sospecha porque sus síntomas tienden a ser algo inespecíficos, decaimiento, fatiga constante y fiebre, entre otros. Existen distintos tipos de leucemia, según la clase de glóbulo blanco que se multiplica en forma descontrolada y según la forma de evolución de la enfermedad.

Las leucemias agudas son aquellas de avance rápido, que requieren ser diagnosticadas y comenzadas a tratar cuanto antes. La mieloide aguda, por ejemplo, que es la más frecuente de todas las leucemias, se trata con esquemas intensivos de quimioterapia, con internaciones prolongadas y la posibilidad de trasplante de médula ósea en un grupo de pacientes con características determinadas. “Para quienes tengan contraindicada la quimioterapia o presenten algunas alteraciones genéticas específicas, empieza a haber otras opciones terapéuticas, que el profesional de la salud evaluará”, explicó Alicia Enrico, jefa de Hematología del hospital “Gutiérrez” de La Plata.

“En estos casos, el tiempo apremia, pero como la quimioterapia baja significativamente las defensas de los pacientes, en este contexto de pandemia tenemos que evaluar muy bien cada paso y cada decisión terapéutica, los controles y las venidas al hospital”, agregó la especialista.

Sucede que no hay un registro oficial en el país, sin embargo, según otras organizaciones como Fundaleu que difundió en agosto del 2019, se estima que se diagnostican por año alrededor de 2.900 casos de leucemia en el país; mientras que según la práctica profesional en el hospital “Pablo Soria” se diagnosticaría un caso por mes en Jujuy.

El pasado 28 en el Día del Cáncer de la Sangre se remarcó la necesidad de que la pandemia de Covid- 19 no invisibilice la situación de los pacientes con leucemias y otras enfermedades de la sangre. Manifestaron su preocupación ante el relevamiento de Adrecra-Cedim, difundido días atrás, que mostró un descenso del 16% en la realización de quimioterapias. Además, insistieron en la importancia de la adherencia al tratamiento de quienes toman comprimidos y aconsejaron hablar con su médico sobre cuándo realizarse controles y acudir a la consulta.

Se planteó que muchos pacientes con leucemia siguen sin tener claridad sobre si acudir a realizarse chequeos, si las salas de espera de los consultorios son seguras o se plantean si conviene interrumpir su medicación. A todos ellos les pedimos que no tomen ninguna determinación sin consultar con su médico porque la enfermedad impacta en el sistema inmunológico y deben cuidarse.

Acerca del diagnóstico en Jujuy el Instituto de Seguros (ISJ), Pami y pacientes del hospital se estudian en el mismo lugar. Hay acceso al tratamiento, según protocolo del Grupo Argentino de Tratamiento para la Leucemia y se deriva cuando vuelve la enfermedad o para trasplante de médula ósea.