Con gran júbilo, la comunidad sampedreña, celebró la festividad de Corpus Christi, congregándose en el templo matriz, donde participó de la misa, cumpliendo con el protocolo establecido por la cuarentena, que exigía el uso de barbijo y la distancia social. El oficio religioso, fue presidio por el padre Daniel Alberto Baca, quien luego de expresar el regocijo por poder vivir junto al pueblo, tan importante manifestación de fe, explicó los puntos del protocolo, indicando que no se realizaría la tradicional procesión ni caravana, anunciando el paseo del santísimo sacramento por los barrios que pertenecen a la jurisdicción de la parroquia San Pedro de Río Negro.
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Con gran júbilo, la comunidad sampedreña, celebró la festividad de Corpus Christi, congregándose en el templo matriz, donde participó de la misa, cumpliendo con el protocolo establecido por la cuarentena, que exigía el uso de barbijo y la distancia social. El oficio religioso, fue presidio por el padre Daniel Alberto Baca, quien luego de expresar el regocijo por poder vivir junto al pueblo, tan importante manifestación de fe, explicó los puntos del protocolo, indicando que no se realizaría la tradicional procesión ni caravana, anunciando el paseo del santísimo sacramento por los barrios que pertenecen a la jurisdicción de la parroquia San Pedro de Río Negro.
“El sentido de esta fiesta es, en primer lugar, un reconocimiento público de nuestra fe en Jesucristo eucaristía. Esta fiesta nace en ese contexto, en el que públicamente, profesamos nuestra fe, en creer verdaderamente, que Jesucristo, está presente en el santísimo sacramento del altar. Su cuerpo y su sangre, en la celebración de cada eucaristía, se nos parte y se nos reparte. La celebración de la eucaristía es el memorial perpetuo de Jesucristo que, en cada misa, sigue ofreciendo su vida por nosotros, ya no en el sacrificio de la cruz, donde derramó su sangre, sino, en un sacrificio incruento, sin derramamiento de sangre, pero es el mismo Cristo que ofrece su vida por nosotros”. Fueron los conceptos vertidos por el padre Daniel durante la homilía.
En otro tramo, expresó que “en este contexto que estamos transitando dentro de la cuarentena en una nueva etapa, cuánto hemos extrañado el venir a misa, estar en la presencia del Señor y la posibilidad de la comunión sacramental y espiritual, donde verdaderamente, así como creemos en la presencia real del Señor, también creemos que es el verdadero alimento, es el pan vivo bajado del cielo, que nos da vida eterna. No solamente necesitamos el pan material para vivir, el conocimiento intelectual, el afecto de nuestros seres queridos, sino que fundamentalmente, necesitamos del Señor que es el alimento que nos da vida”.
Finalizada la misa, el padre Daniel salió procesionalmente del templo, portando en sus manos el santísimo y ante el repicar de las campanas, lo colocó en un altar preparado en la parte posterior de una camioneta, dispuesta para el paseo, desde donde impartió la bendición para dar comienzo al recorrido. En primera instancia, arribó a la gruta del Sagrado Corazón ubicada en barrio San Martín, luego a la gruta San Jorge, se detuvo en el altar preparado frente al Cementerio Cristo Rey, para luego impartir la bendición en la guardia y el ingreso principal del hospital Guillermo Páterson, Posteriormente, llegó hasta el barrio Salvador Mazza, Roberto Sancho, Centro Judicial San Pedro, para seguir hasta el barrio La Merced, el asentamiento Juan Pablo II, barrio 23 de Agosto, San Antonio, Sarmiento, Snopek, Eva Perón, El Triángulo, Patricios, entre otros sectores vecinales. Con gran devoción la comunidad preparó altares en los citados lugares de referencia.