Aquel sábado 18 de junio de 2005, la atención estaba puesta en Florencio Varela, Buenos Aires. Los días previos en Jujuy se vivieron a pura ansiedad. Los hinchas soñaban con el título, al igual que los jugadores, cuerpo técnico y dirigentes. Nosotros, los periodistas que cubríamos a diario los entrenamientos, también entendíamos que estábamos frente a la posibilidad histórica que Gimnasia por fin pudiera pelear un ascenso, dejando atrás largas campañas grises.
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Aquel sábado 18 de junio de 2005, la atención estaba puesta en Florencio Varela, Buenos Aires. Los días previos en Jujuy se vivieron a pura ansiedad. Los hinchas soñaban con el título, al igual que los jugadores, cuerpo técnico y dirigentes. Nosotros, los periodistas que cubríamos a diario los entrenamientos, también entendíamos que estábamos frente a la posibilidad histórica que Gimnasia por fin pudiera pelear un ascenso, dejando atrás largas campañas grises.
El equipo era dirigido por Mario Gómez, pero la base se había armado en el Apertura anterior de la mano de Francisco Ferraro, quien dejó la provincia para asumir el seleccionado Sub 20. Y "Pancho", héroe del ascenso del 94, gritó campeón con Argentina en el Mundial de Holanda con una figura incipiente: Lionel Messi.
Gómez terminó de amalgamar al grupo. Y le dio su impronta. Orden sobre todas las cosas y tratar de ser efectivos arriba para "lastimar". No era un fútbol vistoso ni nada por el estilo. Pero infundía seguridad.
Así fue enamorando al hincha en base de resultados. El grupo estaba totalmente identificado con la idea de juego. Algunos más, otros menos (lógico, los que no eran titulares), pero todos tiraban para un mismo lado. Y en la cancha, esa solidaridad, se evidenciaba a la hora de recuperar una pelota perdida.
El "lobo" llegaba a la fecha 19 con 35 puntos, único líder. Pero la Comisión de Actividades Infantiles (CAI) tenía 33. Entonces, había que ganar para asegurarse el Clausura.
Sin embargo, por primera vez en la competencia, los nervios les jugaron en contra a los muchachos. Se luchaba más de lo que se pensaba. Nadie paraba la pelota. Además, el gol tempranero de Romero complicó la existencia.
Gómez acomodó la "tropa" en el descanso y tras la reanudación, de entrada, el tucumano Balvorín tuvo la chance de empatar. Pero su penal fue anunciado y Kadijevich se quedó con el balón. Increíble.
El inefable árbitro Saúl Laverni decretó el final y sólo era cuestión de esperar qué pasaba en San Juan. San Martín terminó empatando con CAI y recién hubo festejo norteño.
Los titulares fueron Leonardo Aguirre; Alejandro González, Gabriel Ramón, Franco Sosa, Gustavo Córdoba; Marcelo Quinteros, Daniel Ramasco, Carlos Barrionuevo, Julián Kmet; Aquilino Villalba y Gustavo Balvorín. Luego ingresaron Marcelo Berza, Esteban Gil y Nelson Agoglia. Quedaron en el banco José Campi y Marcelo Maidana. El paraguayo Villalba había sido expulsado.
Consagrarse en aquel Clausura implicaba tres posibilidades de pelear el retorno "A". El mano a mano con el campeón de Apertura, que fue Tiro Federal. O después enfrentar al mejor posicionado en una tabla general, Huracán, o medirse con quien debía jugar Promoción de la "A", Instituto de Córdoba.
El "lobo" no pudo con los rosarinos, pero sí con el "globo" y ascendió, pero esa es otra historia.
Ramasco, actualmente director deportivo de Gimnasia, recordó para El Tribuno de Jujuy aquella consagración. "Jugamos pensando más en el campeonato que en el partido en sí. El ‘Tucu’ falló un penal y no pudimos empatar. Entonces tuvimos que esperar que terminara la CAI para festejar", dijo exjugador con más presencias en Gimnasia.
"Después disfrutamos muchísimo el título en el vestuario, pero fue super corto, ya que de Buenos Aires nos fuimos a Rosario a jugar con Tiro Federal la primera final", concluyó el "Gato" emocionado.
Se viene una gran depuración
Después, la idea es armar un equipo competitivo para pelear en 2021.