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21 de Mayo,  Jujuy, Argentina
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"Me parece que vamos a salir de esto con mucha necesidad de olvidar"

Es ensayista, poeta y traductor de literatura de lengua portuguesa. Se graduó en Filosofía en la UBA y es doctor Honoris Causa por la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (Uces). Integra la Academia Argentina de Letras y la de Ciencias Morales y Políticas, es miembro de la Real Academia Española, se desempeña como profesor privado de Filosofía y es conferencista. 
Viernes, 19 de junio de 2020 01:01

-¿De qué se trata el concepto de nueva normalidad?

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-¿De qué se trata el concepto de nueva normalidad?

-La nueva normalidad supone la idea de una nueva cotidianeidad, y el concepto es un tanto paradójico porque si hay cotidianeidad, es decir rutina y previsibilidad, no hay novedad, lo nuevo y lo normal son antitéticos; para que una normalidad llegue a ser nueva es preciso que sea lo contrario de lo previsible. Ahora bien, instaurada esa nueva normalidad por la vía del esfuerzo social y personal por recuperar previsibilidad, no me parece a mí que nos encaminaremos hacia un mundo innovador.

Yo creo que nosotros provenimos de una cultura que ha hecho la apología de lo previsible en el campo de la salud, porque solo puede haber ley donde hay previsibilidad de contenidos. En suma, en la medida en que se advierte que la ciencia aún nada ha podido hacer para derrotar a este mal, en esa misma medida estamos combatiendo contra la patología con recursos primordialmente defensivos ante que ofensivos.

No hay en rigor para mí una normalidad nueva. Por otra parte, estoy persuadido de que no vamos a salir de esta situación hacia un mundo nuevo. Estamos en una situación cuyo rasgo primordial, en términos internacionales, es una globalización sin gobernanza universal.

La interdependencia generada a raíz de la pandemia en el orden económico y político, nos ha llevado a procedimientos políticos que nada tienen de universales. Cada nación reacciona a su modo y cada dirigencia procede según sus criterios.

-¿Cómo analiza el rol de los políticos argentinos durante la pandemia?

-Creo que lo primero que hizo el Gobierno fue sensato, fue reconocer el mal, admitir rápidamente que su modus operandi exigía una política de retracción social y gracias a eso pudimos en principio atenuar antes de que el pico se manifestara la reproducción cuantitativa y acelerada de muertos y enfermos.

Ahora bien, el pico ha llegado y enfermos y muertos tienden a aumentar, es decir, que no necesariamente el hecho de que vivamos mayoritariamente en reclusión está impidiendo que el virus opere con la violencia que lo hace. Y eso se debe a que el Covid-19 ha encontrado un extraordinario aliado para prosperar en la siembre del mal, que es la pobreza, la indigencia y la ausencia de condiciones sanitarias adecuadas, la subestimación estructural que en la Argentina se ha hecho de la salud pública así como de otros recursos sanitarios.

Y porque si hay algo enfermo en la Argentina es nuestra moneda, es un peso sin peso. En ese marco la enfermedad prospera y la peste encuentra aliados sólidos para poder devastar.

-¿Cuánto tiempo más vamos a resistir los argentinos en cuarentena?

-Creo que ya hemos dejado de resistir. Se están empezando a producir las grietas en esa conducta masiva y unánime que en algún momento preponderó. Y las manifestaciones generadas por una inmovilidad improductiva, desde el punto de vista laboral, acentúa más la dificultad para sobrevivir sin trabajo y sin dinero están empezando a traducirse en protestas callejeras y en reclamos sociales que circulan por las redes sociales, evidenciando que el espíritu predominante en forma creciente de la población es la demanda del reconocimiento de que hay un riesgo gravísimo en lo que hasta ahora fue presentado como la mejor medida sanitaria posible.

El Gobierno de la República Argentina está hoy enfrentado a una disyuntiva que no sabe resolver. Porque mientras la población permanece recluida obligada a la reclusión y empezando a agrietar esa reclusión con algún movimiento social, por otro lado la vicepresidenta de la República no hace otra cosa que avanzar sobre las instituciones del país, reducir la justicia y los mecanismos de control estatales del orden económico e impositivo a sus necesidades y va generando con todo esto una nueva parálisis.

-¿Qué le llamó más la atención de la conducta de la sociedad argentina durante la cuarentena?

-He encontrado expresiones de solidaridad verdaderamente conmovedoras en el orden personal y también he visto horrores en este momento. La siembra del hambre.

Antes de ayer bajé al container que está en la esquina de mi casa a depositar allí la basura, abrí la tapa y adentro había una mujer comiendo. Esta imagen seguramente se debe reproducir en centenares en el país porque hay hambre en la Argentina.

-¿Imagina a una sociedad post pandemia menos feliz?

-La demanda de alegría, la sed de vitalidad, el erotismo que gobierna las vidas humanas después de las grandes tragedias, tienden realmente a renegar de la magnitud de los males que se han vivido. Normalmente es así y rápidamente la gente se encamina hacia todo lo que pueda reconstituir la autoestima.

Me parece que vamos a salir de esto con mucha necesidad de olvidar y de recomponer el tejido de la previsibilidad de nuestra vida, de la libertad y del reencuentro con la naturaleza. De la necesidad de poder programar lo que ahora no es posible.

Creo yo que saldremos con una demanda de más alegría y compensación respecto de lo vivido, que nos puede llevar a un olvido profundo de lo que podría ser aleccionador.

-¿Esta situación por la que estamos atravesando nos hará más conscientes en términos de salud y enfermedad?

-Lo que define las políticas de Estado cuando están dirigidas por gobiernos republicanamente sólidos y constitucionalmente plenos en el ejercicio de la Ley es la capacidad de tener políticas de mediano y largo plazo. Lo que se advierte en la Argentina no es eso, lo que se advierte es un pavoroso coyunturalismo, es decir, una constante respuesta a necesidades momentáneas, a urgencias individuales en quienes ejercen el poder, mucho más que a la planificación de políticas de Estado que permitan venir desde el futuro hacia el presente. Es decir, desde todo aquello que es imprescindible construir a su realización progresiva en la actualidad. Yo no creo que mientras el país esté gobernado por quienes subestiman o devalúan el valor de la palabra, incurren en tremendas contradicciones entre hechos y lengua o encubren delitos de magnitud estremecedora como el acto de terrorismo contra la Amia. Mientras todo esto pase el país tiene mas pasado que futuro.

-En Jujuy hemos vuelto a la fase 1 ¿Qué impacto tiene en las personas esta noticia?

-Hay un riesgo en esto de acortar los duelos por decreto. Los duelos exigen una lenta elaboración, mucha cautela e infinita paciencia, y como hay respaldo científico para llevar adelante las conductas esencialmente sanitarias o fundamentalmente reparatorias de todo aquello que estamos padeciendo, las contramarchas se imponen como una evidencia de nuestra desorientación. Por eso yo creo que tenemos que ser conscientes de que estamos ante una situación desgarradoramente paradojal.

Tenemos una fuerte propensión a confundir nuestros deseos con la realidad. No sabemos si estamos en condiciones de pasar a la fase 2 o 3. Hay que ver lo que pasa en China donde la enfermedad vuelve a proliferar. Hay que ir con mucha cautela y hay que estar moralmente preparados para saber que aún no ha llegado a la hora de dejar atrás lo que esta peste es. Y mucho menos de renegar de lo que ella significa en términos de un aprendizaje socio filosófico para la humanidad.