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Laberintos Humanos: Si lo quisieran

Sabado, 20 de junio de 2020 01:01

Pierre Donadou nos dio el ejemplo de una bella araña que atrapó en su tela a una langosta muy sensual, pero que no quiso comérsela sino que la liberó. Pero eso no tiene nada que ver con el deseo que pueda haber entre un hombre y una mujer que insisten en ser sólo amigos, se quejó Blanca. Que la araña hubiera querido comerse a la langosta, siguió explicando la mujer del comisario, no me hace pensar en el deseo que acerca a una mujer y un hombre, y la fascinación de la presa por su captora menos, dijo y Pierre sonreía como si descontara que aquello no podía sino ser una opinión femenina.

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Pierre Donadou nos dio el ejemplo de una bella araña que atrapó en su tela a una langosta muy sensual, pero que no quiso comérsela sino que la liberó. Pero eso no tiene nada que ver con el deseo que pueda haber entre un hombre y una mujer que insisten en ser sólo amigos, se quejó Blanca. Que la araña hubiera querido comerse a la langosta, siguió explicando la mujer del comisario, no me hace pensar en el deseo que acerca a una mujer y un hombre, y la fascinación de la presa por su captora menos, dijo y Pierre sonreía como si descontara que aquello no podía sino ser una opinión femenina.

Es que hay deseos que se disfrutan cuando no pueden consumarse, opinó el padrecito y acaso fue la primera vez en que Pierre Donadou compartiera su criterio. Pero a usted no se le conocen muchas amigas, le dijo Blanca al escritor argelino, y Donadou Quispe le aseguró que no crea, sin ir más lejos puedo citarle el caso de una mujer con la que me veo demasiado seguido. La vida nos ha puesto en sitios inalcanzables y lo respetamos, pero tanto ella como yo sabemos sin dudarlo lo que sentimos mutuamente.

Casi le diría que no puede haber amistad sin deseo, dijo y Blanca volvió a atacarlo preguntándole si sólo podía ser amigo de mujeres bellas. Es que, ¿sabe?, le dijo Pierre, yo no he conocido una sola mujer que, si lo quiere, pueda ser irresistiblemente atractiva. A mí hay hombres que me resultan francamente desagradables, dijo Blanca pero fue su marido quien la corrigió, porque aún ellos, si lo quisieran, podían haberle caído mucho mejor.

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