El lector actualizado seguramente sabrá de lo que hablaremos el día de hoy. Esta columna trata los temas culturales y en especial los musicales desde una perspectiva abierta y libre.
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El lector actualizado seguramente sabrá de lo que hablaremos el día de hoy. Esta columna trata los temas culturales y en especial los musicales desde una perspectiva abierta y libre.
Como es sabido, el covid-19 no da descanso a la comunidad internacional y los conciertos con gran público están suspendidos. De a poco vuelve la música a salones pequeños y con poco público.
Vemos en algunos países de Europa que se regula de forma diversa: en algunos restaurantes se pide que escriban nombre completo y teléfono, otros requieren que tengan una aplicación en el teléfono a fin de estar registrados. También se requiere reserva en grupos de autoayuda o reuniones sociales, donde se debe escribir nombre completo y teléfono, so pena de no ser bienvenidos.
Pero dejando de lado las noticias que turban nuestro pensamiento, veamos que otra información de actualidad se nos presenta y sobretodo en relación a la música.
Sabemos que los disturbios provocados por la muerte de un afroamericano en los Estados Unidos en manos de un policía ha sido la gota que derramó el vaso en una sociedad sosegada por el corona virus, el confinamiento de algunas ciudades, la caída de la bolsa, el cierre de muchos comercios y el desempleo ascendente y desesperante, en una sociedad donde cada uno es responsable de su día a día, diferente de los países europeos donde el Estado ha decidido ayudar a los comerciantes, cubriendo en parte los gastos y apoyando la economía dañada por la pandemia.
Miles de afroamericanos de Minneapolis salieron a protestar por las calles en una sociedad donde la violencia ha ganado las calles. También Nueva York ha sido testigo de marchas, enfrentamientos y hasta saqueos, que nos hace recordad Jujuy hace unos años también, pero por motivos diferentes.
Sin embargo, el movimiento “Black Life Matters“ (La Vida de los Negros Importa) trae tela, ya que en ciudades como Londres o Paris hemos visto que la gente joven ha salido a protestar, no sabemos si en solidaridad por la matanza de este hombre o también por frustración que lleva el confinamiento con sí, sin poder salir a comer o tomar un café, restringirse de ir a otras ciudades, incluso de ver a amigos que viven a pocas cuadras.
Como decimos, ha traído tela, pues en Inglaterra, un país con tradición colonialista, ha sufrido ataques a estatuas por parte de la población. Estatuas de esclavistas, gente que comerciaba vilmente con vidas humanas, cazando africanos para llevarlos como esclavos a las colonias británicas de Estados unidos y el Caribe.
La comunidad negra está presente en todos los países latinoamericanos, o al menos ha estado presente, pues fueron traídos en una época donde tener esclavos era normal. Siguen existiendo aún en nuestros días diferentes tipos de esclavitud, por lo cual debemos tomar partido y darnos cuenta que por aceptar situaciones incorrectas nos convertimos en cómplices. Será cuestión de tener valor.
Muchos artistas del teatro y el cine negros y músicos negros han llenado los escenarios y han sido estrellas de televisión.
Nuestra columna mencionará los que tienen que ver con la ópera. Aquí es donde se han destacado por su apariencia y sus, en general, grandes voces. Su timbre vocal es muy particular y generoso. Se han destacados varias sopranos, como Leontyne Price, Simon Estes y la hace poco fallecida, Jessye Norman.
Pero también la televisión británica fue implacable con series de televisión que reflejaban la vida de los negros, pero desde un punto de vista racista o de burla.
Asi, se ha retirado de la BBC la serie británica de comedia “Little Britain” (por contraposición a Great Britain), donde uno de los actores se disfrazaba de negra y se pintaba la cara y labios a la manera africana (conocido como blackface o maquillaje que imita al negro).
No sé cómo ha afectado el #blacklifematters (hashtag con el que se conoce en los medios sociales) en Argentina y otros países del Cono Sur, pero eso sí, de algo estoy seguro: menos mal que estas protestas se propagaron por el mundo después del 25 de mayo.
Qué habría sido de las niños que se pintaban la cara con carbón, simulando los vendedores de pastelitos o las lavanderas (tarea que hacían las esclavas negras) y que gritaban “¡Viva la Patria!“ delante del cabildo en el acto escolar del día patrio.
¡Ah, pero me olvidaba! No hubo actos escolares por el coronavirus.
¿Quizás el año que viene no tendremos niños que se pintan la cara con carbón ni el famoso candombe? ¿A ver!