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“Dios me dio una segunda oportunidad para vivir"

Gerardo sobrevivió a dos operaciones cerebrales y hoy lleva una vida normal junto a su hija y sus seres queridos.
Miércoles, 24 de junio de 2020 01:04

A pesar de que se trató de un diagnóstico muy duro, Gerardo Galván nunca bajó los brazos y le hizo frente a su enfermedad con el apoyo incondicional de su familia y la gente que lo quiere. Fueron años difíciles, pero mantuvo siempre una actitud optimista respecto a su futuro, inspirado por el amor de su hija. Gerardo Galván es un jujeño de 53 años que actualmente vive en Palpalá junto a su padre. Hace once años fue diagnosticado con un Meningioma, que es el tipo de tumor más frecuente que aparece en la cabeza y puede afectar el cerebro.

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A pesar de que se trató de un diagnóstico muy duro, Gerardo Galván nunca bajó los brazos y le hizo frente a su enfermedad con el apoyo incondicional de su familia y la gente que lo quiere. Fueron años difíciles, pero mantuvo siempre una actitud optimista respecto a su futuro, inspirado por el amor de su hija. Gerardo Galván es un jujeño de 53 años que actualmente vive en Palpalá junto a su padre. Hace once años fue diagnosticado con un Meningioma, que es el tipo de tumor más frecuente que aparece en la cabeza y puede afectar el cerebro.

Al relatar su historia, Gerardo relató: “Volví de unas vacaciones y tuve una convulsión, fui al médico para saber qué había pasado y me detectó una pelotita en el cerebro de tamaño considerable, alojado en la parte externa del parietal derecho del cerebro”, y agregó: “No tuve ningún síntoma, no me sentí mal, ni nada, esto fue de un día para el otro, no tenía idea de esta enfermedad, jamás lo sospeché”. Al momento de recibir la noticia de su diagnóstico, Gerardo quedó “shockeado”. “Quedé helado, shockeado, porque soy una persona que siempre hizo deporte y siempre llevé una vida muy sana, me encantaba jugar al fútbol, ir al gimnasio y me hacía estudios de rutina todos los años, por eso nunca me podría haber imaginado que podía tener algo en la cabeza”, relató. Tras recibir el diagnóstico, “todo pasó muy rápido”, recordó. “Tuve dos operaciones. La primera fue en 2009, si bien el tumor era benigno tenían que extirparlo para que no haga presión sobre el cerebro. Pasaron los años y los controles, pero el tumor volvió a crecer, así que en 2017 tuve mi segunda operación”, contó Gerardo.

El diagnóstico no era bueno, al ser una zona delicada para operar, el tumor no se podía extirpar en su totalidad, por lo que en esta oportunidad la operación estuvo acompañada de “radioterapia”, un tratamiento posoperatorio que sirve para atacar las células cancerígenas que aún queden después del tratamiento inicial. Respecto a esto, Gerardo remarcó que “el avance de la tecnología me ayudó bastante a recuperarme, hay que ver qué pasa con el tiempo, si no quedó nada para que no vuelva a crecer el tumor”. A lo largo de estos años siguió además un tratamiento con medicamentos y fisioterapia que permiten que su recuperación sea más rápida y efectiva.

LOS PILARES / LA FAMILIA ACOMPAÑA EN LOS MOMENTOS MÁS DIFÍCILES.

“Toda recuperación es a base de la fuerza de voluntad de cada uno, siempre que es con ganas y con sacrificio”, resaltó Gerardo y agregó que “las ganas de vivir hacen que muchas cosas se te hagan más fáciles”. Entre el trabajo, el gimnasio y la fisioterapia, los días de Gerardo comienzan a recuperar la normalidad de su vida. “Yo traté siempre de que mi enfermedad influya lo menos posible en mi rutina, lo tomé con tanta tranquilidad que no me cambió la vida”, afirmó. La batalla es larga y dolorosa muchas veces, y la fortaleza para enfrentarla está en las personas que te inspiran a recuperarte y salir adelante.

“Mi motorcito en la vida es mi hija, uno siempre pasa por momentos difíciles en la vida y que mi hija me vea bien, también cambian la manera de ver la vida”, expresó Gerardo y agregó que “la enfermedad no me cambió la vida, solo alguna limitación física, pero gracias a Dios estoy entero. La fe y las ganas de vivir te alientan”. Muy lejos de estar abatido, Gerardo se muestra fuerte y convencido de que su experiencia puede ayudar a otras personas que estén atravesando por una difícil situación como la que le tocó atravesar a él hace unos años. “Lo que podría decir es que primero hay que tener empatía, ponerse en el lugar del otro, que la está pasando mal y brindarle apoyo. También hay que creer siempre en Dios, porque te da una oportunidad.

“MI MOTOR” / GERARDO JUNTO A SU HIJA DURANTE UNA CELEBRACIÓN.

Para mí, Dios me dio una segunda oportunidad para vivir”, remarcó. Con el tiempo aprendió muchas cosas, entre ellas Gerardo cambió la forma de ver la vida. “Muchas veces vivimos el día a día tan rápidamente que no nos detenemos un segundo a pensar ¡Mirá todo lo que tengo! Mi enfermedad me ayudó a valorar los momentos de felicidad, me cambió el pensamiento de disfrutar de las cosas que no vemos, del sonido de un pájaro, de ver los árboles, de cosas tan pequeñas que uno no se da cuenta y que siempre están ahí y son bendiciones”. Son muchos años de recuperación y el estado de salud actual de Gerardo es óptimo. Para él, “haber pasado todo lo que pasé me permitió descubrir que soy fuerte y que tengo la voluntad y persistencia para salir adelante pese a todo lo malo”.