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"Uno se hace más fuerte, ve la vida de otra manera"

Le diagnosticaron cáncer de útero y mamas al mismo tiempo. Tras cirugías y quimioterapia obtuvo el alta médica.
Miércoles, 03 de junio de 2020 01:04

La historia de Cristina Rodríguez fue impactante ya que el cáncer irrumpió en su vida en forma intempestiva. En el 2013 y por medio del primer control preventivo, un diagnóstico de doble cáncer: de mama y de útero la dejó conmocionada pero supo afrontar cada etapa de tratamiento y con apoyo de su familia, salió adelante.

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La historia de Cristina Rodríguez fue impactante ya que el cáncer irrumpió en su vida en forma intempestiva. En el 2013 y por medio del primer control preventivo, un diagnóstico de doble cáncer: de mama y de útero la dejó conmocionada pero supo afrontar cada etapa de tratamiento y con apoyo de su familia, salió adelante.

El 20 de agosto de 2019 llegó una confortante noticia, le dieron el alta oncológica. La fecha quedó impresa en la memoria de la joven psicopedagoga, quien recuerda lo sucedido como una etapa difícil que nunca pensó que le ocurriría.

"Uno dice por qué me pasó a mí pero luego va tomando conciencia, sacando las fuerzas que no tenía. Creo que hay un antes y un después de eso, uno se hace más fuerte, ve la vida de otra manera", recordó.

Explicó que a partir de eso aparecieron muchas personas que la ayudaron a salir adelante, a ver y disfrutar la vida de otra forma. "Todo fue un aprendizaje", reflexionó a medida que iba hacia atrás en la memoria.

Recordó que al principio, cuando se lo dijeron, fue difícil y tuvo que sacar fuerzas y empezar a actuar, ocuparse de los controles y las visitas a los médicos, que para su fortuna -aseguró- fueron buenos profesionales. "No me dieron posibilidad de procesar la información porque ya tenía que operarme, luego operarme otra vez, la quimio; fue todo tan rápido", relató tratando de sintetizar el vertiginoso paso por quirófanos y salas de quimioterapia.

Por ello reflexionó advirtiendo que al cáncer hay que tratarlo lo antes posible porque es una enfermedad silenciosa y muy rápida, y no se puede esperar.

A modo de alerta recordó que llegó a la consulta porque tuvo hinchazón en el abdomen y una molestia en el pecho, pero estaba lejos de imaginarse un diagnóstico tan complicado. La cirugía fue inmediata y le quitaron el útero, y al mes siguiente sobrevino otra operación, esta vez de mamas, hubo "metástasis pero estaba todo encapsulado", precisó.

Luego se sucedieron las sesiones de quimioterapia, que para ella fue llevadero pero le impactaron más los cambios, el miedo y la incertidumbre de los resultados. "Lo que más me impactó fue la caída del pelo, será como mujer de tocarme el pelo que se me caía, de verme distinta", recordó.

La dura etapa sin embargo le evoca también buenos recuerdos. La llegada de mucha gente a su vida, el apoyo de la familia y los amigos que buscaban ayudar.

Valoró por ello a la gente que se brindó para apoyar aportando su testimonio de su propia vivencia en torno al cáncer, otro lenguaje que le significó algo valioso porque empezaba la quimioterapia y ellas salían, lo que resultaba en una suerte de espejo esperanzador de que podía estar así, ya con cabello y sobreponerse. Luego fue su tiempo de recuperarse y poder ayudar a otras personas con su testimonio a la vez que ayudaba a otras pacientes, le permitía también sanarse.

Es que en la etapa más álgida del tratamiento, los malestares si bien no fueron tan fuertes como para otros pacientes, requirieron mucha fortaleza y aprender de otras experiencias que era sólo una etapa y que se podía estar bien, era la dosis de optimismo que necesitaba.

Para los tratamientos tuvo que priorizar su salud por sobre todo y dejar de trabajar, pero la mejoría, avances y positivos controles que anticiparon el alta fueron el trampolín para volver a la actividad laboral. Hoy está como muchos en cuarentena, lejos de las escuelas pero se acerca a través de la tecnología.

Esa etapa le permitió además ver la vida de otro modo, aprovechar los pequeños momentos, permitirse viajar y disfrutar de conocer, de los amigos. "Si tuviera que dar un mensaje a una persona que pasa por esto le diría que no baje los brazos, uno puede salir de esto", expresó.

 

Controles para el diagnóstico

EL DIAGNÓSTICO / ES CLAVE PARA LLEGAR A TIEMPO EN EL CÁNCER DE MAMAS Y ÚTERO.

En Argentina el cáncer de mama es el tumor más frecuente en la mujer. Se diagnostican aproximadamente 19.000 nuevos casos por año y se calcula que 1 de cada 8 mujeres que hayan alcanzado la edad de 80 años habrá desarrollado la enfermedad en algún momento de su vida.

Según María Eugenia Azar, miembro de la Sociedad Argentina de Mastología, "de la totalidad de las pacientes con cáncer de mama, el 6,6% se diagnostican antes de los 40 años; 3,2% de 40 a 35, un 2,4% entre 35 y 30 y 1% en menores de 30.

Si bien los antecedentes familiares de cáncer de mama u ovarios suelen ser factores de riesgo importantes, el cáncer de mama genético, no tan frecuente, es el 15 % de todos los cánceres de mama diagnosticados. Y el 85 % restante son de "cáncer esporádico", según Luciano Cassab, de la Sociedad Argentina de Mastología.

En mujeres con antecedentes directos, sea madre o hermana, se recomienda realizar el primer control 10 años antes de la edad de detección del cáncer del familiar cercano, que por lo general es a los 30 años. A los controles habituales como la mamografía y la ecografía, se les agrega una resonancia nuclear magnética mamaria, también de forma anual, y se aconseja consulta con el especialista cada 6 meses.

Con la tecnología, hoy se pueden detectar microestructuras que permiten confirmar o no la existencia de una lesión maligna, antes de que se presente en forma visible o cause dolor. Cuanto antes se detecte el tumor y se inicien los tratamientos, habrá más chances de curación.

El autoexamen es una herramienta útil que ayuda a conocer sus mamas, pero de ninguna manera reemplaza a la consulta médica .

El acceso a la mamografía es clave, y en Jujuy está en los hospitales.

El cáncer de ovario

El cáncer de ovario tiene gran incidencia en el país y 50% de mortalidad.

Por ello se busca promover el abordaje multidisciplinario para aumentar la sobrevida de las pacientes.

Es más frecuente en mujeres mayores de 60 años o más, y en un 65% llegan cuando se diseminó en el abdomen.

Se trata con un abordaje multidisciplinario entre los cirujanos y los oncólogos clínicos, hepatólogos y los especialistas en diagnóstico por imagen para aumentar la sobrevida de los pacientes.

Es el Papanicolau el que permite detectar el cáncer de cuello de útero y el virus de papiloma humano (HPV) y está demostrada la sobrevida de las pacientes. Y cáncer de ovarios si bien se puede hacer una ecografía ginecológica cada año, en medio puede surgir la patología.

La detección se hace con una ecografía ginecológica transvaginal y un marcador en sangre C125, y una vez que hay presunción sigue una tomografía y resonancia magnética. En materia de tratamiento se evolucionó, y actualmente hay pacientes que tienen sobrevida superior de 10 años en estadíos avanzados.

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