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El recuerdo del multidoctor e historiador

Hace once años nos dejaba el único argentino en ostentar cinco doctorados en todo el continente.
Lunes, 13 de julio de 2020 01:03

Las memorias de los pueblos son un baluarte insustituible que debe ser sostenido en el tiempo, y se nutre no sólo de las epopeyas libradas en el pasado por los grandes personajes que engarzan la historia. También se construyen con el aporte invalorable de hombres y mujeres que fueron pensamiento y acción, que dejaron huellas, que dejaron herencia en sus escritos, en sus sueños compartidos, en cada rincón de la tierra y muchas veces, desde el silencio. La comunidad sampedreña, no puede dejar de recordar a uno de estos hombres, considerado desde su alma sencilla y generosa, "hijo dilecto de esta tierra", el historiador y multidoctor Jobino Pedro Sierra e Iglesias. Fue en julio del 2009, cuando la comunidad del departamento San Pedro y la medicina argentina, perdía a uno de sus ilustres personajes.

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Las memorias de los pueblos son un baluarte insustituible que debe ser sostenido en el tiempo, y se nutre no sólo de las epopeyas libradas en el pasado por los grandes personajes que engarzan la historia. También se construyen con el aporte invalorable de hombres y mujeres que fueron pensamiento y acción, que dejaron huellas, que dejaron herencia en sus escritos, en sus sueños compartidos, en cada rincón de la tierra y muchas veces, desde el silencio. La comunidad sampedreña, no puede dejar de recordar a uno de estos hombres, considerado desde su alma sencilla y generosa, "hijo dilecto de esta tierra", el historiador y multidoctor Jobino Pedro Sierra e Iglesias. Fue en julio del 2009, cuando la comunidad del departamento San Pedro y la medicina argentina, perdía a uno de sus ilustres personajes.

Su tesonero trabajo, no sólo en el campo de la medicina, sino en su siembra fecunda como historiador e investigador, ha hecho protagonistas a los pueblos de San Pedro de Jujuy y La Esperanza, merced a sus obras históricas y recopilaciones de "ese tiempo que se fue" y que muy pocos conocen en la actualidad. Ha dejado a lo largo de su vida, un incalculable legado que debe salir a la luz para que las presentes y futuras generaciones, puedan conocer, comprender y apropiarse de las raíces de una historia común que debemos honrar con nuestras acciones cotidianas. Sus libros no sólo deben estar en cada biblioteca escolar o pueblerina, más aún, debieran estar en las manos de los niños, de los jóvenes, de las familias, de los gobernantes, en las manos de todos, para comprender que de la nada, se puede construir todo.

No nació en esta tierra, pero la amó profundamente haciendo expreso y vívido ese sentimiento a través de sus libros en los que refleja nuestro pasado, pero por sobre todo, su nombre significa pensar en esa capacidad innata de superación personal, de hombría de bien, de gran humildad, esa que sólo la da el conocimiento de las cosas, la sabiduría de la vida y el talento para descubrir el propósito del existir.

Su legado en cada línea escrita en sus libros, en cada imagen recuperada tras horas incontables de trabajo de investigación, son un privilegio que tenemos y que no muchos pueblos pueden jactarse de mostrar. Esto nos hace responsables de difundir su labor a quienes no la conocen. Un desafío que debemos tomar urgente, como hijos de esta tierra.

La gratitud a su entrega incondicional, ha de ser el sentimiento que despierte en cada sampedreño al recordar a este hombre sencillo, quijote de altas quimeras, y que nos hizo tan cuantiosa ofrenda, sin pedir nada a cambio. Cabe entonces un infinito gracias al doctor Jobino Sierra e Iglesias, por su vida, por su ejemplo y por su ofrenda.

 

Su vida

Jobino Sierra e Iglesias, nació el 6 de septiembre de 1923 en Colonia Barón antiguo territorio de La Pampa. Sus padres fueron Santiago Sierra Rodríguez y Claudina Filomena e Iglesias. En 1951, egresó de la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba, con el título de médico cirujano y al año siguiente, fue contratado por la firma Leach para ejercer en el hospital de Calilegua, afincándose definitivamente en la provincia de Jujuy, tierra que adoptó como suya, que amó entrañablemente y a la que dedicó todo su servicio.

En 1957, llegó a La Esperanza para trabajar en ese nosocomio, donde ocupó el cargo de director, ejerciendo además en el hospital "Guillermo Páterson", donde ocupó también la dirección y fundó el servicio de anestesiología. Se jubiló en 1983.

Publicó numerosos libros, obtuvo importantes distinciones y fue designado miembro de sociedades científicas. Falleció el 6 de Julio de 2009 en San Salvador de Jujuy. Sus restos descansan en la capital jujeña.

Doctorados

En 1978 obtuvo el Título de Doctor en medicina, otorgado por la Universidad Nacional de Tucumán, con su tesis "Vida y Obra del Doctor Guillermo Cleland Paterson".

En 1981 obtuvo el nuevo título de Doctor en Medicina y Cirugía, otorgado por la Universidad Nacional de Córdoba, con una calificación de sobresaliente, con la Tesis "Vida y Obra de Salvador Mazza".

En 1988 la Universidad Nacional de Buenos Aires le otorgó el título de Doctor en Medicina por su tesis "Carlos Alberto Alvarado, su contribución a la Medicina Sanitaria Argentina" con una calificación de sobresaliente.

En 1995 la Universidad Nacional de Cuyo le otorgó su cuarto doctorado con la tesis "Salvador Mazza, la Mepra de Jujuy y los médicos mendocinos".

En el 2005 la Escuela de Posgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad de El Salvador le otorgó su quinto doctorado. Su tesis abordó la epidemia de cólera sufrida por la República Argentina en los años 1886 - 1887 y su incidencia en las provincias de Salta y Jujuy. Fue aprobado con sobresaliente y recibió las felicitaciones del Tribunal.