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Como si la pandemia no fuese demasiado...

Lunes, 20 de julio de 2020 01:01

Son días horribles. Los jujeños atravesamos momentos de temor y angustia, consecuencia del embate de la pandemia -que todos sabíamos que iba a ocurrir-. Lo peor sería entrar en pánico, y lo mejor sería extremar las precauciones y observar con responsabilidad las indicaciones de los especialistas. Y estrechar filas, estar unidos para el combate descartando las rencillas de segundo orden. Y también identificando los despreciables intentos de hacer propaganda o sacar provecho político del drama. Acerca de esto, es muy bueno confiar en la gente, que hace tiempo parece haber comenzado a separar la paja del trigo, y con sensatez y sabiduría, eligió soportar en silencio y con paciencia estas actitudes. Al menos por ahora. Sin embargo, no debe despreciar la posibilidad de dejar explícitas algunas movidas que en unas épocas normales serían tolerables, pero en tiempos de calamidad son tan dañinas como el virus.

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Son días horribles. Los jujeños atravesamos momentos de temor y angustia, consecuencia del embate de la pandemia -que todos sabíamos que iba a ocurrir-. Lo peor sería entrar en pánico, y lo mejor sería extremar las precauciones y observar con responsabilidad las indicaciones de los especialistas. Y estrechar filas, estar unidos para el combate descartando las rencillas de segundo orden. Y también identificando los despreciables intentos de hacer propaganda o sacar provecho político del drama. Acerca de esto, es muy bueno confiar en la gente, que hace tiempo parece haber comenzado a separar la paja del trigo, y con sensatez y sabiduría, eligió soportar en silencio y con paciencia estas actitudes. Al menos por ahora. Sin embargo, no debe despreciar la posibilidad de dejar explícitas algunas movidas que en unas épocas normales serían tolerables, pero en tiempos de calamidad son tan dañinas como el virus.

Al Presidente Alberto le están dinamitando la autoridad, con fuego graneado. Pero es fuego amigo. Se hace difícil comprender cómo en un momento tan complicado, desde la tropa que tiene a sus espaldas, la señora Hebe de Bonafini le haya reventado la cabeza agraviada por haberlo visto "sentado junto a los que explotan a nuestros trabajadores, saquean al país y secuestraron a nuestras hijos que luchaban por la patria liberada". Detrás de ella, las fuertes voces de Nora Cortiñas y Ju lio de Vido, entre otras repitieron la estocada. La propia vicepresidenta Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, recomendó leer un editorial periodístico que degradaba el intento presidencial de ser cordial con los empresarios. No sólo eso: se desató sobre el cuero de AAF una brutal discusión entre De Vido y Juan Grabois, acerca de cuál de los dos fue más corrupto, y conspicuos K como Agustín Rossi, Juan Cabandié, Andrés Larroque y José Luis Gioja, enternecidos o quizás alarmados por la posible escalada del escándalo salieron a rodear a Alberto. El episodio fue en realidad, la parte visible del iceberg K que flota frente a la Presidencia y que se completa debajo de su línea de flotación con torpedos encañonados a periodistas y medios no K, al campo, a la oposición, a la Justicia Federal (en procura de reformarla y de ampliar la Corte Suprema). También hay cargas de profundidad atadas a los pies de los que responden al Presidente. La sorpresiva reunión entre el diputado Máximo Kirchner y AAF, detonó versiones acerca de cambios en el equipo. Los apuntados serían los ministros de la deuda, Martín Guzmán que sigue trabado con los bonistas fuertes, de Defensa Gabriela Frederic, de Producción Matías Kulfas, y hasta el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, a quien AAF eligió como su alter ego, generándole en los K el odioso calificativo de "el Marcos Peña de este gobierno". El Presidente, en tanto, tuvo que esmerarse para bajar la espuma de otro choque interno: un día dijo que extrañaba a Hugo Chávez, después debió aclarar que no quiso decir que la posición del gobierno y la suya sobre Venezuela es considerarla una dictadura que avasalla instituciones y derechos humanos. Pero no logró calmar las iras del cristinismo, ferviente admirador del régimen creado por el comandante bolivariano. Todo esto, como si no fuese suficiente problema con la lucha diaria contra pandemia.

Sobre estas versiones -mal desmentidas- una cereza: la insistente especie del retorno de Aníbal Fernández al gabinete nacional, como Secretario -quizá ministro- de Energía. Es otro tema nacional que a Jujuy le interesa especialmente: la palabra clave es Cauchari. Se conoce que el kirchnerismo prefiere favorecer las generaciones energéticas petrolíferas, gasíferas e hidroeléctricas (Vaca Muerta y Yaciretá), relegando los sistemas no tradicionales solares y eólicos. Aníbal, soldado K, reforzaría el abandono. Anticipándose a éste y otros problemas, e inmerso en el atolladero de la deuda contraída para construir ese parque solar, el gobierno de Jujuy se generó una ley para reprogramar el crédito obtenido. La misma fue aprobada -no sin cierto escándalo en la última sesión del parlamento local- con la abstención del bloque Justicialista Frente de Todos, de otros legisladores opositores y los votos en contra de la Izquierda. El debate fue picante por momentos, pero el saldo más notable fue el reconocimiento del presidente del oficialismo, Alberto Bernis, quien defendiendo la gestión local, y en un arrebato de sinceridad, lanzó una definición que tendría atragantada durante mucho tiempo: "Jujuy usa los préstamos para la producción".

Jujuy, tiene gran lío con el virus. Los primeros notables aciertos, parecen haber generado una sobreestimación que cayó estrepitosamente. Hasta se iban a reiniciar las clases y abrir el turismo con más publicidad que resultados. Pero llegó el virus, arrasó todos los esfuerzos y con gran criterio, se debió retroceder y endurecer los controles. El ministro de Salud, Gustavo Bouhid, y su gente, aguantan el temporal. Tan grave es la situación que hoy nada es suficiente, no hay elementos de seguridad que alcancen y el material humano, especialmente en el área salud, está rebasado y totalmente estresado. Contagios y bajas son alarmantes y hasta se debió apelar al apoyo de otras Provincias que enviarán especialistas para colaborar en las trincheras más castigadas. Y salieron a la calle, cuatro gremios poderosos (Atsa, Apuap, Upcn y ATE) a los que les sobran razones para quejarse. Mientras atiende lo doméstico, "El Bacha" redobla esfuerzos y coordinación por el apoyo del Ministro Nacional, Ginés Gon zález García quien le aseguró que seguirá enviando recursos indispensables, que se sumarán a muchos que ya llegaron. Y en este duro trance, lamentablemente, irrumpieron voces dispuestas a apropiarse y sacar partido (político) de las gestiones oficiales. También en este caso, los jujeños que no comen vidrio, están tomando nota de lo que oyen y ven, y saben que podrán expresar su aprobación o rechazo, cuando sea oportuno.

Hablando de inoportunidades, Jujuy debió soportar, un inédito y sangriento motín en la cárcel de barrio Gorriti. Considerando el estado deplorable de la infraestructura penitenciaria, la superpoblación de las cárceles de todo el país, el incremento exponencial de la delincuencia y la crónica lentitud de la Justicia, queda claro que siempre habrá legítimos motivos de queja por esa durísima vida de intramuros. Pero no es menos real que aún en el complicado mundo de las prisiones, también existen -o deberían existir- códigos que interpreten el momento que atraviesa la sociedad, antes de generar una revuelta de características tan trágicas: dos muertos, una decena de heridos, algunos graves. Una de las quejas se originó precisamente en el contagio de un agente penitenciario y consiguiente temor a la expansión del virus. El resto, fueron las quejas habituales -todas incluidas en un acta que logró la calma- sobre las que familiares, abogados y jueces ahora deberán trabajar con celeridad.

Hay que enfrentar la pandemia, el contagio, la muerte. Pelear con el virus, ya es demasiado. De todo lo demás, hay cosas que pueden esperar. Otras que deben esperar. Y muchas que jamás deberán ocurrir.

 

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