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El aumento de los casos obliga a nuevas recetas

Domingo, 26 de julio de 2020 01:02

Ningún funcionario se animó a hablar de recuperación económica, pero en el Gobierno nacional se había generado una cierta expectativa de que lo peor de la crisis ya había pasado. La confianza se sustentaba en los datos de mayo, en donde la economía cayó un 20,6 por ciento -cifra altísima- pero cinco puntos menor a la registrada en abril, cuando la cuarentena estricta hizo estragos en toda la sociedad. En el Palacio de Hacienda, para sumar optimismo, también destacaban esta semana que los índices de inflación se encuentran relativamente controlados y que el acuerdo con los bonistas podría volver a encaminarse. Esos datos generaron un pequeño respiro en las autoridades y llevaron al Presidente a trabajar en una batería de sesenta medidas económicas para la pospandemia, que aún no se hicieron públicas, pero que se basarían en la reactivación de las obras y en la construcción de viviendas. Sin embargo, la presunción de que la tormenta financiera empezaría despejarse podría darse vuelta con el brusco aumento de los contagios en todo el país, lo que derivaría en el corto plazo en una nueva etapa de aislamiento generalizado y en otro derrumbe en materia de empleo, producción y consumo. Se avanza un paso y se retroceden tres.
Es evidente que los resultados de las cuarentenas absolutas ya no son los que eran al principio, cuando al menos permitían achatar momentáneamente la curva de infectados. En la actualidad, la circulación de gente en las calles es mucho mayor, hay comercios no esenciales que abren sus puertas a escondidas, los controles policiales son cada vez más escasos y existe un desgaste social muy elevado entre los ciudadanos. ¿Cuál será la estrategia de Alberto Fernández para evitar que siga escalando la enfermedad en Argentina? Todo indica que volver a mandar a la gente a sus casas, sólo que en esta etapa nadie puede garantizar que esa decisión vaya a ser efectiva. Hay que recordar que el récord de casos que se vino registrando en los últimos días incluye el período de aislamiento en fase 1 que se produjo en el Amba y también en Jujuy, aglomerados fuertemente afectados por el avance de la pandemia. ¿Tiene sentido volver a cerrar todo por dos semanas en este contexto? Los infectólogos comienzan a poner eso en duda, pero en el ministerio de Salud no se descarta una marcha atrás en las aperturas. Esa visión no es compartida por la mayoría de los dirigentes con responsabilidad de Gobierno, que deben lidiar con la poca ayuda nacional y con los nulos fondos provinciales para poner en el bolsillo de sus habitantes. 
Los números no mienten: Argentina es uno de los tres países de la región con mayor caída en su actividad económica, aunque es también el tercero que menos muertes por coronavirus acumula, detrás de Uruguay y Paraguay. La larga cuarentena que acumula el país parecería la explicación más certera para entender porqué Argentina tiene buenos resultados sanitarios y malos resultados económicos. 
Los economistas aseguran que el despegue de la economía nacional no depende tanto de las medidas que se tomen durante la pandemia sino más bien de las que se anuncien para después. Por eso es tan importante llegar a un acuerdo con los bonistas externos, ya que tener el crédito cortado en medio de una etapa de recuperación puede significar una gigante piedra en el camino para la inversión. Esta semana se produjo un hecho político que podría acelerar la llegada a un entendimiento por la deuda, y es que Cristina Kirchner habría pedido que se acelere la posibilidad de un acuerdo. Pese a que durante su gobierno no hubo un entendimiento con los fondos buitre y todo terminó en los tribunales del juez Thomas Griesa, no hay que olvidar que la expresidenta le abonó una jugosa cifra al Club de París, por encima de la que todos imaginaban. Incluso, ella misma se había hecho llamar como una “pagadora serial”. 
Los rumores sobre eventuales cambios en el Gabinete circulan con mucha fuerza en los medios de comunicación y también entre los empresarios más poderosos, pero esa situación no estaría hoy en los planes del Presidente. “Alberto está conforme con el trabajo de sus ministros y entiende que no es responsabilidad de ellos el parate que atraviesa el país. El problema es la pandemia, no las personas”, señaló ayer un funcionario que pidió reserva de su identidad. 
Los nombres más cuestionados públicamente son el del jefe de Gabinete Santiago Cafiero, quien las últimas semanas tuvo un acercamiento importante con dirigentes de La Cámpora; Daniel Arroyo, quien quedó golpeado por las compras con sobreprecios que se realizaron meses atrás; María Eugenia Bielsa, que hasta ahora tuvo un rol casi inexistente; y el ministro de Energía Sergio Lanziani, quien no tiene peso propio y su imagen está fuertemente desdibujada en el interior del Gobierno.
La situación del ministro de Seguridad bonaerense merece un párrafo aparte: desde que asumió su cargo sólo se dedicó a construir su imagen personal de cara a una candidatura para el año que viene, que lo catapulte en 2023 a disputar la gobernación o, quizás, hasta la presidencia. El funcionario se peleó varias veces con su par nacional, Sabina Frederic, aseguró que su única jefa es Cristina Kirchner (en detrimento de Alberto y Axel Kicillof) y también tuvo cruces con las más altas autoridades de la Policía Federal. Pese a todo eso, el exsecretario de seguridad sigue en su función con un perfil más alto que nunca. La única explicación que tiene la protección del ministro es su relación directa con la vicepresidenta. hasta ahora, pareciera que con eso alcanza y sobra. 

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Ningún funcionario se animó a hablar de recuperación económica, pero en el Gobierno nacional se había generado una cierta expectativa de que lo peor de la crisis ya había pasado. La confianza se sustentaba en los datos de mayo, en donde la economía cayó un 20,6 por ciento -cifra altísima- pero cinco puntos menor a la registrada en abril, cuando la cuarentena estricta hizo estragos en toda la sociedad. En el Palacio de Hacienda, para sumar optimismo, también destacaban esta semana que los índices de inflación se encuentran relativamente controlados y que el acuerdo con los bonistas podría volver a encaminarse. Esos datos generaron un pequeño respiro en las autoridades y llevaron al Presidente a trabajar en una batería de sesenta medidas económicas para la pospandemia, que aún no se hicieron públicas, pero que se basarían en la reactivación de las obras y en la construcción de viviendas. Sin embargo, la presunción de que la tormenta financiera empezaría despejarse podría darse vuelta con el brusco aumento de los contagios en todo el país, lo que derivaría en el corto plazo en una nueva etapa de aislamiento generalizado y en otro derrumbe en materia de empleo, producción y consumo. Se avanza un paso y se retroceden tres.
Es evidente que los resultados de las cuarentenas absolutas ya no son los que eran al principio, cuando al menos permitían achatar momentáneamente la curva de infectados. En la actualidad, la circulación de gente en las calles es mucho mayor, hay comercios no esenciales que abren sus puertas a escondidas, los controles policiales son cada vez más escasos y existe un desgaste social muy elevado entre los ciudadanos. ¿Cuál será la estrategia de Alberto Fernández para evitar que siga escalando la enfermedad en Argentina? Todo indica que volver a mandar a la gente a sus casas, sólo que en esta etapa nadie puede garantizar que esa decisión vaya a ser efectiva. Hay que recordar que el récord de casos que se vino registrando en los últimos días incluye el período de aislamiento en fase 1 que se produjo en el Amba y también en Jujuy, aglomerados fuertemente afectados por el avance de la pandemia. ¿Tiene sentido volver a cerrar todo por dos semanas en este contexto? Los infectólogos comienzan a poner eso en duda, pero en el ministerio de Salud no se descarta una marcha atrás en las aperturas. Esa visión no es compartida por la mayoría de los dirigentes con responsabilidad de Gobierno, que deben lidiar con la poca ayuda nacional y con los nulos fondos provinciales para poner en el bolsillo de sus habitantes. 
Los números no mienten: Argentina es uno de los tres países de la región con mayor caída en su actividad económica, aunque es también el tercero que menos muertes por coronavirus acumula, detrás de Uruguay y Paraguay. La larga cuarentena que acumula el país parecería la explicación más certera para entender porqué Argentina tiene buenos resultados sanitarios y malos resultados económicos. 
Los economistas aseguran que el despegue de la economía nacional no depende tanto de las medidas que se tomen durante la pandemia sino más bien de las que se anuncien para después. Por eso es tan importante llegar a un acuerdo con los bonistas externos, ya que tener el crédito cortado en medio de una etapa de recuperación puede significar una gigante piedra en el camino para la inversión. Esta semana se produjo un hecho político que podría acelerar la llegada a un entendimiento por la deuda, y es que Cristina Kirchner habría pedido que se acelere la posibilidad de un acuerdo. Pese a que durante su gobierno no hubo un entendimiento con los fondos buitre y todo terminó en los tribunales del juez Thomas Griesa, no hay que olvidar que la expresidenta le abonó una jugosa cifra al Club de París, por encima de la que todos imaginaban. Incluso, ella misma se había hecho llamar como una “pagadora serial”. 
Los rumores sobre eventuales cambios en el Gabinete circulan con mucha fuerza en los medios de comunicación y también entre los empresarios más poderosos, pero esa situación no estaría hoy en los planes del Presidente. “Alberto está conforme con el trabajo de sus ministros y entiende que no es responsabilidad de ellos el parate que atraviesa el país. El problema es la pandemia, no las personas”, señaló ayer un funcionario que pidió reserva de su identidad. 
Los nombres más cuestionados públicamente son el del jefe de Gabinete Santiago Cafiero, quien las últimas semanas tuvo un acercamiento importante con dirigentes de La Cámpora; Daniel Arroyo, quien quedó golpeado por las compras con sobreprecios que se realizaron meses atrás; María Eugenia Bielsa, que hasta ahora tuvo un rol casi inexistente; y el ministro de Energía Sergio Lanziani, quien no tiene peso propio y su imagen está fuertemente desdibujada en el interior del Gobierno.
La situación del ministro de Seguridad bonaerense merece un párrafo aparte: desde que asumió su cargo sólo se dedicó a construir su imagen personal de cara a una candidatura para el año que viene, que lo catapulte en 2023 a disputar la gobernación o, quizás, hasta la presidencia. El funcionario se peleó varias veces con su par nacional, Sabina Frederic, aseguró que su única jefa es Cristina Kirchner (en detrimento de Alberto y Axel Kicillof) y también tuvo cruces con las más altas autoridades de la Policía Federal. Pese a todo eso, el exsecretario de seguridad sigue en su función con un perfil más alto que nunca. La única explicación que tiene la protección del ministro es su relación directa con la vicepresidenta. hasta ahora, pareciera que con eso alcanza y sobra.