A catorce años de su partida terrenal, el padre Miguel Ángel Aquino sigue vivo y presente en la memoria de su comunidad, que pone de manifiesto el profundo amor, respeto y agradecimiento que siente por el "cura gaucho", solicitando la imposición de su nombre a entidades o espacios públicos.
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A catorce años de su partida terrenal, el padre Miguel Ángel Aquino sigue vivo y presente en la memoria de su comunidad, que pone de manifiesto el profundo amor, respeto y agradecimiento que siente por el "cura gaucho", solicitando la imposición de su nombre a entidades o espacios públicos.
Uno de los últimos reconocimientos fue el del centro de salud del barrio Providencia que lleva su nombre y donde se entronizó un busto realizado por un artesano sampedreño, homenaje que se sumó a muchos otros que se realizaron en vida y también después de su fallecimiento, como un barrio en la localidad de La Esperanza, donde atendió la capilla y las de los distintos lotes azucareros visitando y ayudando a las familias, una plazoleta y gruta en barrio parque Providencia, una arteria que limita los barrios Bernacchi y Horacio Guzmán, un polideportivo en barrio Albornoz, el Colegio Secundario Nº 15, además de haber sido declarado Ciudadano Ilustre de San Pedro de Jujuy y en 1998, recibió el reconocimiento de la revista Grito Verde, con la publicación de su biografía.
Todo es poco ante tanta entrega realizada por el sacerdote, que supo hacerse ofrenda viva para los pobres y marginados, para los niños y ancianos, para todo aquel que necesitaba no sólo el pan material sino el pan espiritual. Ante un nuevo aniversario de su fallecimiento, esta noche, la feligresía de la parroquia San Andrés marcará presencia a través de las redes sociales, en la misa que será presidida por el padre Héctor Martínez y se oficiará en el templo de la sede, ubicado sobre calle Algarrobo del barrio Providencia.
El padre Miguel supo ganarse también el respeto de todos sus hermanos sacerdotes y tal como lo definiera el recordado monseñor Marcelo Palentini, "supo entregar no sólo su vida, sino además su dolor, su enfermedad y siempre lo hizo con alegría porque era su manera de colaborar con el proyecto evangelizador de Dios. En la grandeza de su dolor, supo descubrir la belleza de todo lo que tenía que hacer y en lugar de quejarse, lo ofreció y así se constituye en un testimonio de entrega al Señor, en un ejemplo para todos nosotros. La presencia de todos aquí es una muestra de lo que él supo sembrar y así cumplir con su lema y decirnos hasta el final: "Estoy entre ustedes como el que sirve"; él lo hizo realidad porque estuvo presente siempre y estuvo para servir, se gastó la vida sirviendo", fueron los conceptos pronunciados en oportunidad de despedir sus restos.
Cabe acotar que desde el fallecimiento del padre Miguel Ángel Aquino se sucedieron tres párrocos, el padre Marcelo Irineo Yucra, luego el padre Gustavo Adrián Leiva y actualmente, tiene la responsabilidad de ser pastor de esa gran comunidad el padre Héctor Alberto Martínez, todos supieron enaltecer la fecunda labor pastoral de su antecesor, el bien llamado "cura gaucho".
Su vida
El padre Miguel Ángel Aquino nació en Nogoyá (Entre Ríos), el 19 de agosto de 1926. Sus padres fueron Ángela María y Lino Agrispín Eduardo Aquino. Tuvo seis hermanos, Isabel del Carmen, Eduardo Jesús, Ana María, Luis Guillermo, Aideé Lina y José Carmelo. A los diez años ingresó al Convento "Abadía del Niño Dios" de los monjes benedictinos. Permaneció allí un poco más de 20 años, un tiempo de preparación, sacrificios e intenso trabajo.
Mientras realizaba sus estudios, llegaron nuevas disposiciones del Vaticano que permitían a los monjes una nueva opción: el sacerdocio. El joven Miguel Ángel decidió entonces ser sacerdote y fue designado por su congregación, junto a otros compañeros, para fundar en otros lugares del país monasterios, casas de trabajo y oración. Estando en Chile, donde completaba sus estudios, el obispo de Jujuy Miguel Medina lo invitó a venir a la provincia, donde llegó en 1966.
Junto a Medina y otros sacerdotes, fundó el Seminario en Río Blanco, construcción que ya se había empezado años antes por iniciativa de monseñor Mhün. Colaboró con los sacerdotes en Volcán, Tumbaya y la Quebrada. También asistió al padre Gotteau, párroco de la catedral, quien además influyó sabiamente en su vocación. Fue, por otra parte, asistente de monseñor Medina en el naciente Intela.
Se ordenó sacerdote en San Salvador de Jujuy el 4 de abril de 1970 y fue designado para colaborar con monseñor Sixto Villoldo en vísperas de la novena de San Pedro, llegando como "teniente cura" para asistir en todo lo referente a la tarea pastoral de la zona. Por entonces, la ciudad de San Pedro de Jujuy contaba con el templo matriz y ya estaba en plena construcción la capilla de Fátima en barrio Belgrano.
El 18 de junio de 1971 tomó posesión de la nueva parroquia que comprendía una gran extensión, desde el canal que cruza la ciudad hasta Chalicán, limitando con La Esperanza y las serranías que rodean el departamento, atendiendo además La Mendieta, sus Lotes, El Fuerte, Higueritas, Yuchán, Palo Blanco, El Quemado y Santa Clara.
En poco tiempo logró concluir la construcción de la capilla de Fátima con todas sus dependencias, salón, vivienda, galerías, vereda y otros. Se inició en 1972 la construcción del templo San Andrés, en barrio Providencia, el de la Sagrada Familia en Ejército del Norte, otro en barrio San Francisco, San Cayetano, Patricio Nuevo, Las Maderas y San Miguel, además de numerosas grutas. Falleció el 12 de agosto de 2006, en la capital provincial, a pocos días de cumplir los 80.