¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

21 de Mayo,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Laberintos Humanos: Napolitanas

Domingo, 16 de agosto de 2020 01:04

Cierta tarde, la Martelia vio que su marido entraba a la cocina desde el jardín, se limpiaba las manos sucias de haber trabajado la tierra, la miró con dulzura y se sentó ante la mesa. Ella terminaba de preparar unas milanesas napolitanas para la cena, ya gratinadas en el horno, y las contempló al colocarlas en el plato.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Cierta tarde, la Martelia vio que su marido entraba a la cocina desde el jardín, se limpiaba las manos sucias de haber trabajado la tierra, la miró con dulzura y se sentó ante la mesa. Ella terminaba de preparar unas milanesas napolitanas para la cena, ya gratinadas en el horno, y las contempló al colocarlas en el plato.

La carne, amarronada con el empanado de pan rayado y huevo crocantes, el queso derretido al tornarse levemente cremoso, burbujeante, y la paleta que se le posaba encima como hojas secas del otoño, la salsa de tomate cubriendo los resquicios y el perfume de ese alguito de albahaca con ajo para condimentarlo. Pero por sobre ello, lo sabían ambos, estaba eso que se llamaba amor y lo cubría todo, sólo que la imaginación de Martelia, por esas injusticias que le jugaban sus recuerdos, había estado volando por toda esa tarde y por todos esos días hacia el Pleuro Díaz junto a su manantial, allá en el cerro, donde se había recluido al dejarla.

Su marido tomó la mano de su esposa cuando ella puso el plato delante suyo, y le sonrió lentamente, plácido y agradecido mientras las vecinas, allende los muros, murmuraban lo que sabían: la Martelia había dejado volar su alma más allá del hogar, más allá del pueblo, y añoraba otras caricias que la suya. El marido la miró con dulzura y le dijo entonces, sin saber por qué lo decía, que era feliz por ser el hombre que eligiera, y esas palabras la decidieron aunque de un modo distinto. Fueron como un puñal que terminaba de matar el mundo que había armado.