El muralista jujeño Nicolás Anún llevó su arte a las cuatro regiones de nuestra provincia. Es por eso que paredes de la Quebrada, Puna, Valles y Yungas lucen sus colores característicos y la impronta de su trabajo.
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El muralista jujeño Nicolás Anún llevó su arte a las cuatro regiones de nuestra provincia. Es por eso que paredes de la Quebrada, Puna, Valles y Yungas lucen sus colores característicos y la impronta de su trabajo.
Antes del parate total por el regreso a fase 1 de la cuarentena a causa del coronavirus, el artista especializado en obras de gran formato, muralismo y arte callejero aprovechó para llegar a Barrancas para dejar su obra en una pared del pueblito puneño.
"Dentro de esta situación complicada y triste que nos toca vivir, hace poco pintamos en la Puna", dijo a El Tribuno de Jujuy.
Nicolás Anún es comunicador social, y la vida lo fue llevando al mundo del arte, "la obra en gran formato y el muralismo es comunicación social, y luego todo lo que podamos discutir", dijo el autor de más de 40 trabajos que lucen mayoritariamente en la capital jujeña.
"Yo dibujaba mucho, dibujaba mis paredes, y de repente me junté con un grupo de amigos con los que empecé a pintar, a vivir los procesos y me di cuenta de que era lo que más me gustaba, y que era la manera de relacionarme con el mundo", dijo quien se metió de lleno en el muralismo, "por ahí las cosas se van dando y se va encarrilando cuando uno tiene la decisión de lo que quiere y lo que le gusta"
En sus inicios como artista plástico, al arribar a San Salvador de Jujuy, se encontró con calles muy grises, en las que predominaba la presencia de afiches políticos, "estaban si una estética, casi abusando de ellas y creo que no contribuía seguir en esa línea, sino más bien había que enviar mensajes culturales a partir de la belleza como primera instancia", consideró.
"Esto comenzó hace más o menos 8 años cuando hicimos la primera obra frente al patinódromo, cuando dibujamos el rostro de 50 músicos para celebrar el bicentenario del Éxodo Jujeño", recordó Anún. Y desde entonces no paró de imprimir su arte en las paredes jujeñas.
"Estamos muy felices de ver como se expande. Y cuando contraigo todas las fotos, cuando volvimos de la Puna, y veo que efectivamente había obras por todos lados, y todo tenía una línea estética, cultural y muy del continente, me pareció interesante para festejarlo", destacó el muralista.
Arte efímero de gran impacto
Nicolás Anún sostiene que su arte es "efímero" ya que, de no realizarse mantenimientos y restauración, sus dibujos pueden durar entre 4 y 5 años dependiendo del movimiento arquitectónico de la ciudad y de la pared en sí misma, como así también de la erosión. "En cada proyecto hay alguno nuevo o esencialmente distinto, en él predominan los colores y contrastes característicos de nuestra región", sostuvo el artista.
Por eso en cada una de las regiones de la provincia en la que estuvo se puede observar su impronta. "Pintamos mucho en los Valles, luego que se abrió para la Quebrada. Tuvimos una experiencia muy buena en Santa Ana, donde además de dejarse un mural, se pusieron los nombres a las calles y se pintó la plaza. La verdad que fue como una obra bien macro", destacó Nicolás Anún.
Con maestros del muralismo
Los viajes son una forma de enriquecernos, conocer culturas diferentes y adquirir nuevos aprendizajes. Bajo esa premisa Nicolás Anún llegó hasta países con fuerte acervo cultural, tal como México, Colombia, Perú y Ecuador, donde también tuvo la posibilidad de dejar "inmortalizado" su arte en distintos espacios públicos.
Antes de empezar con su arte en nuestra provincia, Anún realizó un viaje a México, donde pudo nutrir su arte. Es que, en su estadía en el país azteca, estuvo en contacto con comunidades originarias. "Sin saberlo, en México estaba entrando en la tierra de los maestros muralistas latinoamericanos. Por eso digo que es toda una consecuencia de elecciones. Porque nos estábamos yendo a desarrollar un aspecto artístico en un viaje, habíamos elegido México, pero no sabíamos bien el porqué. Allí tuve la posibilidad de estar con la comunidad de los huicholes, cerca de Jalisco, y me la pasé viendo cómo pintaban. Ahí aprendí, y me traje un montón de cosas para acá".
Además de esa experiencia, el artista participó de una pintura en el centro histórico de México DF, donde pintó 3 pisos, lo que le llevó a entender que "este era el camino de lo que quería hacer".
En su regreso a la provincia "nos dimos cuenta de que las obras que había se extendían de manera horizontal", y realizaron una de las obras más emblemáticas de arte urbano, la "Tejedora", ilustrada en la pared de un edificio ubicado en calle Necochea en el centro de la capital jujeña que tiene la particularidad de ir más allá e interactuar con el entorno. Después el equipo siguió con Alejandro Condorí y pintaron el niño con los juguetes, una gran expresión cultural, que batió récords de altura.
En Perú, Ecuador y Colombia
El año pasado, participó de una gira en Perú, Ecuador y Colombia, donde se destacó lo realizado en las ciudades de Lima y Medellín. Sobre todo, en la ciudad "cafetera", donde "tuvimos una experiencia muy buena en un barrio que se llama La Comuna 13, que es una zona reconocida por la historia de Pablo Escobar".
A todas partes "fuimos con la misma impronta que veníamos trabajando". Y, en La Comuna 13, "hicimos una obra que iba por el lado de la belleza, en un barrio que tiene una historia complicada desde el punto de vista de los abusos y la violencia. Pintamos un corazón gigante con alas y me parecía interesante sentir que la belleza podía ser recurso de choque".