El lector seguidor de esta columna semanal sabe que en estos tiempos en los que la vida virtual ha cobrado mucha mayor importancia que antes, ofrece sus ventajas y desventajas, quizás ahora más marcadas que antes.
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El lector seguidor de esta columna semanal sabe que en estos tiempos en los que la vida virtual ha cobrado mucha mayor importancia que antes, ofrece sus ventajas y desventajas, quizás ahora más marcadas que antes.
La vida se nos ha cambiado en un parpadear, sin tener tiempo de prepararnos y siquiera pensar.
Esta ausencia de libertad, de la que disponíamos con nuestro tiempo, nos ha llevado a pensar en lo valioso que era poder moverse libremente, hacer lo que quisiéramos: viajar, salir, comer en un restaurante, visitar amigos y hacer nuestras actividades sociales de tiempo libre, así como las familiares.
Valoramos ahora más que nunca a nuestros afectos y a nuestros amigos, nuestros familiares que siempre han estado cerca, pero por las circunstancias de la pandemia nos obliga a evitar verlos, pero sólo por un tiempo.
El mundo virtual se nos abre y se ha convertido en una necesidad, en la única alternativa de comunicarnos con los afectos cercanos y claro, con los que están en otros lugares del país o del mundo, con mucha mayor razón.
Pero no sólo como medio de nuestro tiempo libre sino también el trabajo desde la casa se ha vuelto la nueva modalidad.
Skype, Zoom o alternativas a estos son de lo que disponemos para trabajar, pero también para estar en contacto con nuestros amigos y famiiares.
Pero, ¿cómo es la situación para los artistas y en especial los músicos?
Mientras las restricciones para conciertos se mantengan, pues no están permitidas reuniones de gran número de personas, crece la inquietud de los artistas por saber cómo va a continuar la situación de los músicos. Es que no es sólo un medio de ganarse la vida sino también es una realización personal.
Los cantantes, si no podemos disfrutar del contacto con los músicos de las orquestas, nuestro pianista o guitarrista acompañante, sin el calor y el “diálogo” con el público, sentimos una frustración. ¡Pero de tripas, corazón!
Al igual que los músicos, los actores se las han visto de mil colores. Pero la imaginación nos lleva a explorar más allá de nuestras posibilidades.
Por eso, mientras en Europa de a poco se comienzan a hacer conciertos experimentales, sobretodo al aire libre, crece la expectativa por el futuro.
Sin embargo, unas soluciones alternativas se nos presentan, también gratuitas muchas veces.
Por eso, echar mano a Zoom ha sido la solución para hacer una maratón global de teatro- es el caso de “60 horas de Shakespeare”, una plataforma en línea que ha reunido actores angloparlantes de Europa y los Estados Unidos.
Se han ofrecido así diversas producciones “en línea”, con actores que, desde su casa en Londres, Connecticut, algún lugar en Australia, India y los Estados Unidos, todos ofrecían sus voces y su actuación, como si estuvieran en el teatro, pero desde la sala o la cocina de su cómodo hogar.
Los disfraces, el maquillaje, todo a fuerza de pulmón.
Eso sí, quizás esta obra maratónica esté sólo destinada a los anglófonos o a algún estudioso de Shakespeare (foto) o de la lengua inglesa, pero es una forma de salir adelante.
Los músicos, pues nos vemos obligados a grabar y hacer conciertos a través de Zoom también. Pero más interesante es quizás la posibilidad de grabar en casa o en un estudio profesional y aprovechar el confinamiento de la mejor manera para hacer un CD, que es una idea pero no la mejor, pues poca gente compra CD s, pero quizás colgar un video en internet, en Vimeo o Youtube o poner un “temita” en Spotify, para seguir haciendo música, desde una perspectiva más estática pero válida.