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"En nuestro país se llegan a denunciar menos del 10% de los abusos"

El presidente de la Asociación Civil Adultxs por los Derechos de la Infancia de la Ciudad de Buenos Aires planteó que aún faltan cambios en la Justicia pero crece la conciencia crítica de la sociedad. El colectivo de lucha contra el abuso sexual hacia la infancia contiene a otros sobrevivientes y busca responsabilizar el enfoque de los medios de comunicación frente a este delito
Martes, 29 de septiembre de 2020 01:04

¿Por qué la búsqueda de firmas para "exigir" a los medios que "no sean cómplices" de abusadores?

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¿Por qué la búsqueda de firmas para "exigir" a los medios que "no sean cómplices" de abusadores?

-Esta petición pública la estamos compartiendo hace semanas en todo el país, que tiene más de 43 mil adhesiones y ha generado formidables debates y notas por periodistas en la Argentin, y a está dirigido a los medios porque tomando como disparador la tapa del diario Página 12, del 20 de junio pasado, llevando como título la frase "La base está". Es inequívocamente asociada con el pedófilo juzgado y condenado por el Poder Judicial, Héctor Bambino Veira. A nuestro juicio, como sobrevivientes adultos de este delito, y como protectores de niños víctimas en el presente, decimos que esta celebridad mediática representa un nefasto mensaje social y cultural hacia las víctimas de abuso sexual, la infancia del presente y de impunidad hacia ese delito.

Por eso lo consideramos que hay que someterlo a crítica, que constituye un grave mensaje. En mi caso sufrí abuso sexual cuando tenía 13 años, a fines de los años 80 en la Ciudad de Buenos Aires, me tocó padecer el enorme trauma y en ese momento el caso Veira tomó estado público y fue tratado por los medios de comunicación dando a conocer la identidad de la víctima desde el primer momento, hablando en clave banalizadora y sensacionalista. Mi proyección era que si decía algo de lo que estaba pasando mi vida se iba a transformar en una pesadilla como ese niño que tenía mi misma edad.

Nos parece fundamental cambiar como sociedad los discursos, conscientes de la gravedad de ese delito y que de esa manera lo informe y lo comunique el campo de la comunicación social. Por eso es tan importante para nosotros dar este mensaje, de que la vida de ningún niño o niña se termina por ser víctima de abuso sexual, y aquí estamos como sobrevivientes adultos para testimoniar eso. Como sociedad adulta tenemos que tener actitudes cotidianas que les hagan sentir a las víctimas que hay una sociedad que les cree, que las escucha, que las ampara, que está dispuesta a protegerlas.

¿Cree que hubo una evolución desde entonces en la sociedad, en los medios que muchas veces permiten visibilizar hechos?

-En nuestra experiencia con Adultos por los derechos de la infancia en todo el país, algo que resaltamos es la esperanza que sentimos por ver cómo cada vez crece más a nivel colectivo y social la conciencia crítica frente a esta injusticia, la sensibilidad y la empatía hacia las víctimas y hacia quienes luchamos contra esta injusticia. En ese marco hay una gran diversidad, hay más trabajadores de prensa que asumen su oficio y su profesión desde una perspectiva de compromiso con la defensa de la infancia, con los derechos de la infancia, de empatía y solidaridad con el sufrimiento de las víctimas de abuso sexual, y eso hace que cada vez con más fuerza crezca la visibilización pública de este delito que es un factor fundamental para que como sociedad adulta realmente empecemos a cambiar esta historia en defensa de la infancia.

¿Percibe avances en materia de leyes o abordajes en torno al abuso?

-Donde vemos que todavía hay una enorme deuda es en el Estado y particularmente en el Poder Judicial. Tendríamos que ver la situación por cada provincia pero en líneas generales, en el Poder Judicial al día de hoy predomina una enorme impunidad frente a ese delito, muchísimas prácticas revictimizantes en niños y adolescentes víctimas de esta injusticia, práctica que además se vuelve en contra de sus adultos protectores frente al abuso intrafamiliar, que es el que predomina en nuestras sociedades. Eso lleva a que muchas veces en el Poder Judicial se ordenen revinculaciones de niños y niñas con sus adultos agresores.

En ese sentido especialistas argentinos sostienen que en nuestro país se llegan a denunciar menos del 10% de los abusos que suceden, y que de ese acotado universo sólo uno de esos abusos termina en juicio y en condena. Se sostiene que de cada 1.000 abusos 999 quedan impunes. Para ese cambio del Estado es fundamental que crezca la conciencia crítica a nivel social, la visibilidad pública de este delito, para que dentro de las instituciones se lleven adelante las transformaciones para lograr que la protección de la infancia se convierta en una prioridad.

¿Cree que la Educación Sexual Integral ayuda a que los chicos entiendan que están siendo víctimas de abuso y que puedan denunciar?

-Por supuesto. En Adultos por los derechos de la infancia por todo el país, incluso con otros países y sociedades abogamos públicamente por lograr la plena aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral en todo el país. La ley fue sancionada en el Congreso Nacional en el 2006, y recorriendo el país todavía vemos una de las grandes deudas del Estado para poder lograr que esta ley sea una plena realidad en todas las escuelas públicas del país. Tiene que ver con nuestra responsabilidad como adultos, que permita que los niños y adolescentes sientan que en las escuelas puedan expresar y hablar acerca de lo que les pasa, que tienen adultos confiables a quienes recurrir. A su vez si los docentes están capacitados en abuso sexual, van a saber ver y escuchar lo que manifiestan a través de sus modos de relacionarse, de jugar, de sus dibujos, de sus cambios de conducta.

¿En torno a su experiencia personal y posterior, hubo algún cambio en cuanto a la condena y visibilización de la Iglesia sobre los casos de religiosos que cometen delito?

-Mi historia es la de haber sido víctima de abuso sexual a los 13 años, en el Colegio Marianista de Buenos Aires, en el barrio Caballito donde asistía como alumno de escuela primaria. Mi abusador fue un hermano marianista y docente de ese colegio llamado Fernando Picciochi, quien en ese contexto y momento también abusó de otros niños de mi edad, compañeros míos. Diez años después logré empezar a poner en palabras lo que había sufrido, presenté una denuncia en la Justicia que originó una causa penal que tuve que luchar durante 12 años, hasta que en 2012 logré un juicio que terminó con la condena de Picciochi a 12 años de cárcel por el delito de corrupción de menores calificada y reiterada.

Logré también que el Colegio Marianista tuviera que asumir la responsabilidad frente a este delito y a sus víctimas. Y en esa lucha tuve que enfrentarme a un intento de silenciamiento por parte de este colegio y de la Congregación de los Hermanos Marianistas, que denuncié ante la jerarquía católica de la Ciudad de Buenos Aires del 2002 que encabezaba el entonces cardenal Jorge Bergoglio.

Concurrí y Bergoglio no me recibió, lo hizo a través de su secretario el padre Martín García quien luego de varios días se comunicó para decirme que el cardenal me invitaba a presentar mi pedido a la Vicaría zonal del barrio de Flores, concurrí y me recibió el arzobispo Mario Poli y la respuesta que me dio fue que ellos avalaban la actitud de este Colegio Marianista. Hoy la misma persona como Papa no ha tenido otra más que salir a dar cuenta de esta gran injusticia y han realizado una cumbre mundial de obispos sobre este tema en 2019. Todo esto en el plano de lo gestual, de allí a los cambios de política hay un trecho más grande que a juicio de luchadores de distintas partes del mundo no se han producido esos cambios.

¿Cuál es el objetivo de esta Asociación?

-Los Adultos por los derechos de la infancia tenemos dos tareas desde hace ocho años, una es la visibilización pública de este delito, que lo llevamos junto a Silvia Piceda, brindando nuestros testimonios a la comunidad en escuelas, universidad, centros culturales espacios públicos. Otra tarea es el acompañamiento solidario, todos los días recibimos mensajes de personas de todas partes que nos comparten sus historias de dolor y lucha, que nos piden ayuda y orientación, tejemos redes, vínculos de solidaridad. A través nuestro se arman nuevos grupos con su propia identidad y autonomía. En Buenos Aires tenemos un encuentro de pares virtual con gente de todo el país, todos los sábados a las 3 de la tarde. Contacto en Facebook Adultxs por los derechos de la infancia. Petición pública http://www. change.org/infanciasinabuso.