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Laberintos Humanos: Cosas diferentes

Sabado, 16 de enero de 2021 01:01

La piedra estaba allí, recordaba el padrecito, igual para todos desde lejos, pero cuando se acercaban veían cosas diferentes en su superficie espejada. Se contaba de casos muy extraños, algunos de los cuales terminaron en tragedia, pero a eso siempre tienden los cuentos populares de la zona.

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La piedra estaba allí, recordaba el padrecito, igual para todos desde lejos, pero cuando se acercaban veían cosas diferentes en su superficie espejada. Se contaba de casos muy extraños, algunos de los cuales terminaron en tragedia, pero a eso siempre tienden los cuentos populares de la zona.

Llamaba la atención el de una pastorcita que dejó su hacienda junto al arroyo y caminó solita hasta la piedra partida. Dicen que en su superficie vio a quien sería el amor de su vida, y se sintió feliz. Se sentó en el suelo para ver mejor la escena, y disfrutó de saber quién era aquel que le deparaba el destino.

No tenía apuro, sus cabras pastaban en los alrededores y pudo darse el tiempo de mirar el reflejo de la piedra hasta que, como suele suceder en la vida misma, la felicidad empezó a opacarse. Con espanto, vio que su futuro se parecía demasiado al presente de su madre y al pasado de su abuela, y se le llenaron los ojos de lágrimas.

Los años pasaron en ese reflejo, hasta que un accidente se lo sacó de encima, pero para entonces ya estaba cargada de hijos a los que alimentar, y al fin pudo ver que sus hijas repetían su misma historia, que copiaba las anteriores. Alguno podrá decir que ese reflejo pudiera haberla advertido para que lo evitara, pero no es que le señalara un futuro posible sino el que sería.

La pastorcita vivió desde entonces cada una de las desgracias que le anunciaba la piedra, pero ya no tenía esperanzas porque conocía su destino. Esa fue una de las tantas historias que se contaban de la piedra.

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