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Laberintos Humanos: El afortunado

Domingo, 17 de enero de 2021 01:02

El padrecito nos contó la historia de la pastorcita que vio sus desgracias futuras reflejadas en la piedra, pero nos dijo que eso no fue lo más grave. También sucedía lo contrario, como el joven que vio en el reflejo que encontraría un tapado, lo desenterraría sin miedo y se haría acreedor de riquezas de las que vivir el resto de sus días.

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El padrecito nos contó la historia de la pastorcita que vio sus desgracias futuras reflejadas en la piedra, pero nos dijo que eso no fue lo más grave. También sucedía lo contrario, como el joven que vio en el reflejo que encontraría un tapado, lo desenterraría sin miedo y se haría acreedor de riquezas de las que vivir el resto de sus días.

Esperó con tensión lo que ocurriría después, pero sólo fueron buenaventuras: una casa bella con una bella familia, la prosperidad sonriéndole en cada emprendimiento que encaraba, una vejez calma y una muerte rodeado del cariño de los suyos, que lo acompañaron hasta el final del camino.

Se puso de pie y cayó en la cuenta de que lo que le tocaba por vivir, ya lo había visto en el reflejo de la piedra partida. Al principio no lo tomó muy en serio, pero en cuanto le fueron sucediendo las cosas anunciadas comprendió que ya no tenía nada por esperar, que ya sabía lo bueno que le ocurriría y empezó a vivirlo con apatía y desgano.

La casa y la familia bonita, la suerte en sus acciones, la vejez calma se le sucedieron como una película que ya había visto, ajeno a esa emoción que nos provoca el misterio del tiempo, y ya rodeado de nietos se le dio por aconsejarles que por ninguna razón se acercaran a esa piedra, porque no los ayudaba en nada y, por el contrario, les cerraba tanto los temores como las esperanzas.

De entre esos nietos, que comprendieron los peligros del reflejo de la piedra, estaban Tomy y Tento, quienes quisieron dinamitarla. Ese es otro de los cuentos que siguen.

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