¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

20°
18 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

"Hay que capacitarse, es bueno saber que se puede"

Rosana nació e Puesto Sey y superó la pérdida de sus dos hijos.Fue comunera, estudió y rehizo su vida, y hoy tiene una familia.
Martes, 19 de enero de 2021 18:58

La puneña Rosana Calpanchay supo sortear muchos obstáculos que la distancia y poco acceso a la salud le arrebató la vida de sus dos primeros hijos. Sin embargo, fue comunera, lideró su pueblo y fue su voz. Estudió y se mudó a la capital jujeña donde actualmente trabaja, luego de rehacer su vida y ya tiene otros dos hijos.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

La puneña Rosana Calpanchay supo sortear muchos obstáculos que la distancia y poco acceso a la salud le arrebató la vida de sus dos primeros hijos. Sin embargo, fue comunera, lideró su pueblo y fue su voz. Estudió y se mudó a la capital jujeña donde actualmente trabaja, luego de rehacer su vida y ya tiene otros dos hijos.

"Cuando fui mamá estaba empezando a estudiar Ciencias Políticas aquí en Jujuy, en el Populorum y dejé un tiempo, entre el 2001 y 2005, y cuando falleció mi primer bebé no volví, pero antes de que falleciera el segundo empecé nuevamente a cursar el 2º año del profesorado. Mi bastión de lucha fue aferrarme a estudiar con todo lo que me pasó".

Rosana nació en la comunidad de Puesto Sey, una pequeña localidad del departamento Susques, ubicada a 75km de esa localidad cabecera. En su pueblo cursó la escuela primaria y para el nivel secundario se fue a Susques, y luego a ésta capital para seguir el profesorado, pero la salud de sus bebés fue un antes y un después en su vida.

Fueron sus pequeños con una enfermedad congénita quienes detuvieron su vida. "Antes de nacer me decían que no venía bien el embarazo, y en ese entonces como que no había demasiada tecnología, y yo tampoco tenía acceso a los médicos. Después llegó la nena con la misma patología, y me dijeron que no tenía un pronóstico de vida de más de un año", explicó.

Ambos tenían pancitopenia, el primero, Gabriel murió al año, y la nena, Zoe a los dos años y ocho meses, y tenían en común malformaciones, cuatro dedos y no tenían el radio.

"Fue un golpe muy duro de la vida, muy duro. Cuando falleció el bebé yo ya tenía a la nena como para salir. Y yo en esa época cobraba el plan Trabajar, hacía tejidos y trabajo comunitario, luego fui al puesto de salud, y vi que mi hija necesitaba rehabilitación así que me vine a San Salvador", relató.

Pese a que la llevaba a rehabilitación volvió a estudiar, y su hija finalmente falleció a los meses. "Fue todo un reto porque debía empezar de cero, alquilar, afrontar filas desde las 4 de la madrugada y nos atendían a las 11, con la esperanza de lograr que tuviera una vida mejor a pesar de saber que sería corta. Ella hablaba, se sentaba, caminaba. Me quedó mucha gente conocida y amiga, la psicóloga y kinesiologa, de ésa época", afirmó.

Lider y oradora

COMUNERA / LO FUE POR CUATRO AÑOS Y LIDERÓ PROYECTOS EN PUESTO SEY.

Es que por entonces con el padre de sus niños trabajando en la Puna, en construcción, y estando ella a cargo de los pequeños, no había muchas posibilidades, por lo que se hacía muy dura la vida a nivel económico y no tenían acceso a la salud. En el 2005 volvió a estudiar y se recibió en el 2009 en el profesorado de Ciencias Políticas, y en el receso de verano volvía al campo y ayudaba a su madre con las ovejas y llamas. Al recibirse volvió a su pueblo y trabajó en el Bachillerato a distancia en Olaroz, y en el 2011 asumió como comunera de su pueblo y se quedó dos gestiones hasta 2014, al tiempo que trabajaba en el Bachillerato.

"Los primeros dos años no me pagaron y luego fue retroactivo. Es difícil, pero hay que capacitarse, pero es bueno saber que sí se puede", explicó. Es que cuando se presentó el proyecto de Sales de Jujuy, en calidad de comunera trabajó con sus compañeros y no fue fácil. "Era una época muy dura en que había mineros y antimineros, y avasallamiento de la ONG y gente de afuera. También fui a la Corte Suprema de Justicia cuando se pudo exponer la importancia de que los proyectos de litio se lleven a cabo. Al regreso fue difícil porque había gente de acuerdo y gente que no, y con el tiempo fue morigerando", recordó.

Ella representó a cinco comunidades que la eligieron como oradora y con el tiempo los comuneros de Atacama terminaron unidos. En 2012 comenzó a trabajar con Minera Exar como consultora en Educación y posteriormente con el equipo de Relaciones comunitarias.

Desde 2015 se destacó en foros de mujeres mineras donde fue convocada por diversos organismos, dio testimonio de vida y develó los miedos y la percepción de la gente ante la llegada de la actividad minera.

El acceso a la salud hizo la diferencia

En 2015 y luego de rehacer su vida, Rosana quedó embarazada y se mudó de nuevo a ésta capital, donde finalmente nació Mariangel quien hoy tiene cinco, y luego llegó su cuarto niño Jorge, que actualmente tiene dos años y medio, ambos sanos. “Es que entre 2012 y 2015 con trabajo pude acceder a los genetistas, llevar el embarazo controlado, mi médico el doctor Antunez hacía seguimiento interconsultas”, recordó Calpanchay.

Los cuidados eran otros, los primeros meses del embarazo tuvo reposo absoluto, y al trabajar en la ciudad y poder contar con la atención médica durante sus embarazos hizo una contundente diferencia para que sus últimos hijos nacieran sanos. Hoy disfruta de tenerlos y cuidarlos.