Mientras esperábamos que el padrecito terminara de preparar el asado, el changuito que nos había esperado en la puerta de la casa del comisario nos contaba de esa muñeca que alzó del basural de Huichaira. La reparé y se la regalé a mi hermana, nos dijo, pero esa misma noche empezaron a desaparecer gallinas del gallinero.
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Mientras esperábamos que el padrecito terminara de preparar el asado, el changuito que nos había esperado en la puerta de la casa del comisario nos contaba de esa muñeca que alzó del basural de Huichaira. La reparé y se la regalé a mi hermana, nos dijo, pero esa misma noche empezaron a desaparecer gallinas del gallinero.
Papá me hizo montar guardia para que diera con el zorro que se las llevaba, o eso creíamos, pero mientras vigilé no pasó nada. Habrá desistido el zorro, dijo mi mamá y esa noche me permitieron dormir tranquilo, pero por la mañana faltaban dos gallinas. Lo más extraño es lo que me contó mi hermana.
Cuando entró a su cuarto, vio que en su cama, donde había dejado a la muñeca, había algunas plumas y lo peor era que en la boca tenía manchas de sangre. Era sin dudas la responsable del robo, pero era difícil creer que una muñeca anduviera haciendo esos estragos. Entonces fui con ella para verla, pero cuando entramos al cuarto, aunque había plumas sobre la cama, la muñeca había desaparecido.
Decidimos no decir nada.porque pensamos que nadie nos creería, nos dijo el changuito mientras el padrecito acercaba los primeros choripanes. ¿Cómo íbamos a explicarlo?, así que lo dejamos pasar y por unos días no escuchamos más noticias, agregó mientras saboreaba el sándwich.
Yo me acordaba de una película que había visto en la tele, nos dijo, pero esa era más terrible porque la muñeca no sólo mataba gallinas. Menos mal que no compramos pollo, dijo Bautisto Solón un poco en broma, y el chico nos siguió contando.