El padrecito llegó con la bandeja repleta de achuras y un trozo de vacío bien crocante. El changuito nos miró y nos preguntó si podía, y fue Blanca quien, acariciándole el cabello, dijo que por supuesto, que se sirviera. El asado demoró un poco la continuación de su relato.
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El padrecito llegó con la bandeja repleta de achuras y un trozo de vacío bien crocante. El changuito nos miró y nos preguntó si podía, y fue Blanca quien, acariciándole el cabello, dijo que por supuesto, que se sirviera. El asado demoró un poco la continuación de su relato.
Recordarán que había encontrado una muñeca en el basural de Huichaira, y que esa misma noche le empezaron a desaparecer gallinas de la casa. Luego su hermana descubrió plumas sobre la cama y manchas de sangre en la boca de la muñeca, pero cuando llamó a su hermano para que lo viera, ya la muñeca había desaparecido.
Pero a los pocos días, jugando con vecinitos de la cuadra, escucharon que la Paneria la había encontrada tirada en la calle y se la llevó, y esa noche las gallinas empezaron a desaparecer de su gallinero. El changuito sabía ya lo que sucedía y se lo dijo, pero la Paneria no le creyó, o quería demasiado a esa muñeca, así que no hizo nada.
La mamá de Paneria no tenía muchas gallinas, así que la muñeca, si es que era ella, empezó a matar las de los vecinos, lo que trajo todo un revuelo en el barrio. Los padres se juntaron para dar caza a quien creían que era un zorro, y anduvieron buscando en la noche hasta que, debajo de unos arbustos, vieron a la muñeca echada en el suelo, y en derredor los huesos y las plumas de todas las gallinas que venían faltando.
Dispararon contra la muñeca, pero sólo lograron enfurecerla, se puso de pie con todo el cuerpo agujereado y empezó a correrlos por la calle, cosa que los dejó a todos aterrados.