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Laberintos Humanos: El espejo

Jueves, 07 de enero de 2021 01:05

¿Serán así todos los lectores de estos Laberintos?, se preguntaba Aurelia con algo de desazón. ¿Cómo?, quiso saber Bautisto Solón pero su amada no supo qué responderle, sólo miraba la taza de café tratando de imaginar cómo sería la gente que nos ve en estas páginas, que lee nuestras historias, que nos conoce aunque seamos algo tan diferente los lectores de los personajes.

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¿Serán así todos los lectores de estos Laberintos?, se preguntaba Aurelia con algo de desazón. ¿Cómo?, quiso saber Bautisto Solón pero su amada no supo qué responderle, sólo miraba la taza de café tratando de imaginar cómo sería la gente que nos ve en estas páginas, que lee nuestras historias, que nos conoce aunque seamos algo tan diferente los lectores de los personajes.

Es como el caso de la moza que se escondió en el espejo, dijo el comisario Pierro como si pudiera ser cierto. Había empezado por mirarse cada mañana con la complacencia con que se miran las mujeres jóvenes, peinándose largamente, disfrutando de sus propios gestos, hasta el día en que empezó a sospechar que el espejo le mentía.

A todos nos pasa alguna vez, dijo Blanca que acaso lo recordara pero su marido agregó que no por ello todos toman la misma decisión, que demoró, es cierto, porque era un paso grave de dar. Sabía que, de convertirse en reflejo, dejaría de ver a sus amigas y a su novio, a sus padres y a sus tías. Perdería todo.

¿Qué ganaba quedándose del otro lado del espejo? Sencillamente, sería como se ve reflejada pero no como sabía que era, algo que podía jurar que era distinto. Sentía que tenía algunos kilos más de este lado, que las ojeras no le sentaban bien y el cabello se le rebelaba tras pasarse el cepillo, pero eso no se veía del otro lado.

Una mañana se despertó con la sensación de tener toda la cara hinchada, como si fuera algo de alergia o vaya a saberse qué. Daba lo mismo, se sentía espantosa y quiso ver qué decía su reflejo.

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