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Fueron atrapados robando naranjas, los azotaron salvajemente con cadenas

Viernes, 01 de octubre de 2021 12:45

Una inédita denuncia con castigos corporales se escribió en una finca de la localidad de El Bordo, General Güemes. Dos personas de origen boliviano fueron sorprendidas robando naranjas, y tras estar supuestamente privadas de su libertad a punta de escopeta y revólver por más de una hora y media, fueron flageladas a azotes de cadena y soga.

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Una inédita denuncia con castigos corporales se escribió en una finca de la localidad de El Bordo, General Güemes. Dos personas de origen boliviano fueron sorprendidas robando naranjas, y tras estar supuestamente privadas de su libertad a punta de escopeta y revólver por más de una hora y media, fueron flageladas a azotes de cadena y soga.

Los hombres que los sorprendieron los retuvieron a punta de armas de fuego, llamaron al "jefe", pero jamás llamaron a la policía.

El jefe llegó en una camioneta blanca, armado con un revólver, una soga y una cadena de acero, con los que golpeó a los dos jóvenes. Primero los atacó con la soga doblada en cuatro y con nudos en las puntas, y luego con la misma soga y una cadena de acero de una pulgada, según contaron.

El castigo -según expusieron- les fue aplicado primero con ropa y luego desnudos, hasta producirle a una de las víctimas del tormento una doble fractura, de la que se recupera en el hospital de General Güemes.

Allí se encuentra internado a la espera de una placa de platino y cirugía, obviamente a cargo del erario público, ya que los agresores abandonaron a sus víctimas desnudas en los rastrojos de la finca, por lo que el denunciante tuvo que arrastrarse para poder salir de la misma.

El gravísimo hecho fue denunciado por la esposa de una de las víctimas ya que la otra persona vejada asegura que se encuentra aterrada, supuestamente amenazada.

El denunciante

En diálogo con El Tribuno , Martín Acuña (34), ciudadano boliviano, relató datalladamente el castigo recibido en la finca de El Bordo, a la que entraron, según él, a sacar naranjas para consumo de sus familias.

El hombre de 34 años, que tiene hijos menores, dijo: "Cuando estábamos sacando unas naranjas de una planta llegaron dos personas armadas, una con un arma larga tipo escopeta y otro con un arma de puño que parecía un revólver".

"Nos dijeron "quietos' y nosotros no corrimos ni nada, no teníamos armas ni nada, solo una bolsa chica para llevar las naranjas. Aún estaba oscuro. Nos tenían apuntando con las armas y llamaron al encargado.

Media hora después llegó un hombre en una camioneta blanca. Se bajó, vino con un revólver, le hizo girar como rulemán el tambor dos veces delante nuestro, mientras sus pistoleros nos apuntaban", narró.

Relató que "volvió entonces a la camioneta y sacó una soga larga y gruesa, le hizo nudos en las puntas, la dobló en cuatro y comenzó a azotarnos con la misma, mientras sus pistoleros nos apuntaban.

Nos pegó todo lo que quiso, hasta hacernos arrodillar de dolor, mientras los dos guardias nos obligaban a no huir, apuntándonos con las armas".

"El hombre nos preguntó entonces: "Ustedes ya se despidieron de sus familias', le respondimos casi llorando que no. Le suplicamos que le íbamos a pagar las pocas naranjas que habíamos sacado, pero no quiso escuchar, se reían. De nuevo volvió a la camioneta y sacó una cadena más o menos de una pulgada por eslabón, la mezcló con las sogas y nos hizo quitar la ropa. Ahí le ordenó a uno de los pistoleros que encienda fuego e hizo que nos quitáramos toda la ropa, hasta el slip".

Aseguró que comenzó a golpearlos por todas partes. Dijo que estaban desnudos cuando le fracturó la pierna con uno de los azotes. "Caí y se reían", contó.

"Nos quemó toda la ropa, incluso tenía yo mi celular y las llaves de la moto que estaba afuera del alambrado. Nos amenazó de todas formas y nos volvió a golpear en el piso. Luego dijo que nos fuéramos, que corriéramos, pero yo solo podía saltar en una de mis piernas", siguió.

"Al llegar a la acequia me pateó y ahí la pierna se separó, ya no podía caminar así que me arrastré 100 metros hasta salir por debajo del alambrado. Mi sobrino, de 24 años, había salido antes y fue a buscar a mi familia, que vive cerca, y así me sacaron de allí", detalló

"Jamás llamaron a la policía ni menos dieron aviso a la Justicia. Solo uno de ellos, el mas gordito nos dijo mientras me arrastraba hacia el alambrado: "No sabía que lo iba a castigar tan feo', pero no nos asistió en nada", finalizó Acuña.