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15 de Mayo,  Jujuy, Argentina
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Atribuyen milagros al padre Gustavo Barrientos

Niños y mayores que padecieron graves enfermedades recuerdan con cariño y devoción al ”cura misionero”.
Lunes, 04 de octubre de 2021 01:02

A través de un documento enviado a El Tribuno de Jujuyen marzo de 2015 antes de emprender un viaje a Italia, el padre José Gustavo Barrientos ponía de manifiesto su inmenso agradecimiento a los grupos de oración que había logrado conformar en la capital de la provincia y a todos sus seguidores, a quienes de manera permanente los invitaba a realizar tareas misioneras en sus respectivas parroquias.

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A través de un documento enviado a El Tribuno de Jujuyen marzo de 2015 antes de emprender un viaje a Italia, el padre José Gustavo Barrientos ponía de manifiesto su inmenso agradecimiento a los grupos de oración que había logrado conformar en la capital de la provincia y a todos sus seguidores, a quienes de manera permanente los invitaba a realizar tareas misioneras en sus respectivas parroquias.

El documento prolijamente guardado por sus hermanos Graciela y Fabio Barrientos es exhibido en la redacción de este medio a través del cual se puede entender la valiosa misión que desarrollaba en diferentes partes del mundo y al decir de sus seguidores Luis Flores, Susana del Valle Murillo, Karina Lamas y Antonio Cazón, el padre Gustavo “pisaba las huellas de Jesús”.

En el compacto grupo solo se puede observar una profunda emoción, pero en ellos brilla una luz de esperanza al mencionar su nombre, recordar su obra y fundamentalmente porque saben que son herederos de la misión bíblica que les legó: “Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia”. “A mis queridos hermanos en la fe, soy el padre Gustavo Barrientos y doy muchísimas gracias a Dios por haber experimentado el amor de mis comprovincianos y el acompañamiento en el caminar de esta misión tan llena de desafíos, de vaivenes y con el sello que el Espíritu Santo ha impreso en nosotros para que la palabra de Dios se haga carne en cada hogar que visitamos”.

A las palabras del documento se le suman hoy la de aquellos que tuvieron la suerte o privilegio de acompañarlo en diferentes momentos y lugares o poder experimentar en carne propia los milagros alcanzados a través de la imposición de las manos y sus oraciones de sanación. Desde pequeños niños desahuciados a mujeres mayores con cáncer hoy recuerdan con cariño y devoción a un “cura misionero y andariego” que estaba en el lugar donde se lo necesitaba, sin importarle la distancia o la hora.

“El amor plasmado en el Cuerpo y Sangre de Cristo que nos contagiaba de su entusiasmo para cumplir con el mandato de manera imperiosa ‘Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia’”, señalan de lo que afirmaba en aquel momento el sacerdote. También citaba: “El que crea y sea bautizado, obtendrá la Salvación; pero el que no crea, será condenado. Y estas señales acompañarán a los que creen. En mi nombre expulsará demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán con las manos serpientes; y si beben algo venenoso, no les hará daño; además pondrán las manos sobre los enfermos y estos curarán”. Mc. 16, 16- 18.

Luis Flores, que acompañó al padre Gustavo desde el año 2002, afirmó que “Dios lo puso en mi camino para mi salvación personal y espiritual”, su relato se vio varias veces interrumpido por una marcada emoción pero que fue cobrando fuerza al señalar con seguridad: “Soy testigo de lo que hizo Dios a través del padre”, agregando que “no creían en la revelación que le hacía Dios para concretar la misión, le entregó los dones, el padre sufrió muchísimo, todo le costaba mucho”.

En lo personal Luis Flores acongojado recordó que Dios llegó a su vida a los 55 años y que su conversión le costó dos años aunque aseguró que “sigo el camino trazado por el padre Gustavo porque somos hijos de Dios que nos quiere y que nos hace herederos del Reino”. Finalmente, Flores expresó que “tuve la gracia de compartir los mensajes que recibía y el carisma de liberación y sanación que le permitía ayudar al prójimo”. Susana Murillo recordó cómo le devolvió la vista a su esposo que se había visto afectado por ácido en sus ojos y que el doctor Ernesto Siufi afirmó: “Es un verdadero milagro”.

Una vida dedicada a proclamar la Palabra

Profundo dolor y consternación causó la noticia del deceso del sacerdote José Gustavo Barrientos el pasado 1 de octubre del año 2020 después de padecer de Covid-19 en medio de una pandemia que afectó al mundo entero.

José Gustavo Barrientos había nacido el 18 de diciembre de 1965 fruto de la unión y el amor de Beatriz Camargo y José Antonio Barrientos y su niñez e infancia transcurrió en el barrio Santa Rita de la capital jujeña, donde se lo recuerda como un niño incapaz de involucrarse en travesuras o de hacerle daño a alguien. Junto con los amigos del barrio pasaron a formar parte del Grupo Juvenil “Emanuel” en la Vicaría Nuestra Señora del Valle y Santa Rita, donde junto con su hermano Fabio comenzó a involucrarse en varias actividades de la parroquia. Allí conoció al sacerdote René Ruiz y en todo ese proceso y a lo largo de los años fue descubriendo su vocación; es así, que ingresó al Seminario Mayor, donde una vez completado los estudios se ordenó de sacerdote el 31 de mayo de 1997.

PADRE GUSTAVO BARRIENTOS / LA ORACIÓN FUE LA INSPIRACIÓN UTILIZADA PARA CURAR

Su pastoral fue siempre un desafío, su inicio fue en la ciudad de San Pedro de Jujuy, luego fue trasladado a la parroquia Santa Teresita junto con el padre Héctor Barrera. Posteriormente fue destinado a la Catedral de Jujuy, ahí el desafío fue grande porque era la Iglesia matriz de Jujuy, con toda la responsabilidad que significaba (por sus características y cultura).

Fue allí donde comenzó una nueva etapa en su vida sacerdotal, descubrió la Misión que Dios le tenía preparada; comenzó a realizar oraciones de sanación y liberación; creó el grupo de devotos de la Divina Misericordia en la Catedral que hasta el día de hoy perdura y que cada viernes a las 15 se reúne para el rezo de la coronilla. Transcurrió el tiempo y la misión creció y así se formaron varios grupos de oración en distintos puntos de la provincia, a los que el padre Gustavo Barrientos concurría en auxilio de los más necesitados y afligidos.

Por decisión de la Diócesis de Jujuy fue enviado a realizar estudios superiores a Colombia donde con su carisma y servicio continuó con la misión y formó grupos de oración y liberación. Ya no hubo fronteras para la misión, cruzó montañas, ríos, mares y océanos, la misión que Dios le encomendó llegó a México, Puerto Rico, Baja California, Canadá, España, Italia, Alemania y otros lugares. A través de la Congregación para el Clero, el 8 de octubre de 2019 se impuso la dimisión del estado clerical al presbítero Gustavo Barrientos.