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Se aumentan y agravan los casos de depresión

Lunes, 04 de octubre de 2021 01:02

Por PFIZER ARGENTINA

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Por PFIZER ARGENTINA

Estar triste de forma constante, sentir un vacío, tener sentimientos de desesperanza, tener dificultad para concentrarse o dormir, sentir irritabilidad, problemas con la alimentación o haber perdido el interés por los pasatiempos o las salidas con amigos, son algunos de los signos de la depresión, una enfermedad mental que a nivel mundial afecta al 4,4% de la población, lo que representa algo más de 300 millones de personas. Un estudio argentino demuestra que el 8,7% de los mayores de 18 presentarán trastorno depresivo mayor en algún momento de su vida, cuadros que se estarían incrementando por las características inéditas de esta pandemia.

Si bien hay estados de angustia y depresión que se encuadran dentro de las reacciones esperables frente a un escenario inesperado, como esta pandemia, sin lugar a dudas todo este contexto va a ser un gran disparador de trastornos mentales. No obstante hay que estar atentos a la persistencia de los síntomas. La depresión no es tristeza, ni estar cansado; implica la pérdida de interés en las cosas que interfiere con la capacidad de funcionamiento cotidiano. Cuando estos sentimientos no permiten que la persona pueda cumplir con sus obligaciones, con sus deseos y/o planes, es momento de consultar.

Una persona profundamente deprimida puede quedarse en la cama y no tener ganas de hacer nada, pero también puede seguir haciendo cosas con mucho esfuerzo; es clave darse cuenta de la persistencia de los síntomas: los podemos ver angustiados, irritables, tienen poca energía, padecen alteraciones del sueño, entre otras cosas, persistentemente en el tiempo.

En la Argentina, en 2019, unas 3.297 personas fallecieron por muerte autoprovocada. La mayor cantidad de decesos por esta causa se concentra en la franja etaria que va de los 20 a los 24 años y tiene como principal patología de base el trastorno depresivo mayor. Más del 80% de esas muertes (2.714) correspondieron a varones.

El suicidio está entre las principales causas de muerte en la población de 18 a 24 años. Este es un fenómeno internacional difícil de determinar, pero se intuye que la gran mayoría de los casos se vinculan a trastornos mentales, fundamentalmente a la depresión. Algunos trastornos mentales tienen como característica iniciarse -y con mayor virulencia-, en la adolescencia. A eso se suma el retraso hasta que la persona recibe el diagnóstico y tratamiento adecuado.

En opinión de Roberto Amon, médico especialista en Psiquiatría de Adultos y Profesor Asociado de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes (Chile), la evidencia científica describe que, entre las señales de peligro para la conducta suicida, se encuentra el hecho de que la persona se aísle o cierre sus redes sociales. "Una señal importante es que el individuo lleve a cabo actos de despedida o de reparación de faltas antiguas en las que habría incurrido. Otra señal es que de repente diga que va a hacer un viaje, aun estando en un mal estado de ánimo o que exprese ideas de muerte", detalló. "Algo a tener muy en cuenta es cuando un paciente se provoca una autolesión, eso es una señal muy clara de que se sobrepasó un cierto límite. Allí el riesgo de suicidio aumenta exponencialmente: se estima que tras la autoagresión el riesgo aumenta entre 50 y 100 veces en comparación con la población que no traspasó ese límite. Hay que estar muy atentos a esta cuestión", subrayó Amon.

Las enfermedades psiquiátricas tienen un origen multifactorial, un aspecto que tiene que ver con la biología, con las experiencias tempranas y también con los factores estresantes, otro vinculado a cuando una persona se encuentra bajo estrés, causado por ejemplo ante la pérdida del trabajo, de seres queridos, o ante situaciones como la pandemia, y tenemos todos los factores vulnerantes, que hacen posible que se desarrolle un episodio depresivo.

A quien está deprimido todo le resulta muy negativo, tiene pensamientos oscuros sobre el presente, el pasado y el futuro, y eso lo hace entrar en un canal de desesperación. La persona que ya no quiere vivir tiene una enfermedad y esa enfermedad es la depresión. De hecho, un porcentaje muy elevado de las personas que se suicidan tiene depresión. Por eso, los familiares y amigos del paciente pueden ayudarlo sugiriéndole la consulta con un profesional. Es importante no minimizar ningún síntoma, llamado, pedido de ayuda o comentario. Estos suelen ser percibidos, en principio por la familia, los amigos, los compañeros de trabajo o los allegados. La recomendación es estar atentos y escuchar ese tipo de señales que muestran un estado emocional agudo.

Si bien actualmente hay más reconocimiento de las enfermedades psiquiátricas, lamentablemente muchas de ellas están estigmatizadas. De todos modos, no es lo mismo tener depresión u otra enfermedad mental, que tener otras condiciones médicas: cuando la persona está deprimida entran en juego muchos factores, como la autoestima, la falta de registro de síntomas, el avergonzarse de eso, negar estar enfermo y/o querer solucionar esta situación en soledad, todo esto lleva a no consultar a tiempo.

Los pacientes tienen que saber que la depresión es episódica. Generalmente se presenta con recurrencia, en periodos que tienen un inicio y un final. El objetivo del tratamiento es lograr la remisión total de esos síntomas, lo cual puede requerir del abordaje psicológico y terapéutico.

De acuerdo con definiciones del National Institute of Mental Health, existen varios tipos de depresión. Por un lado, está la depresión mayor, que incluye síntomas constantes durante por lo menos dos semanas. Estos síntomas interfieren con la capacidad para trabajar, dormir, estudiar y comer. Luego, está lo que se conoce como "distimia" o "trastorno depresivo persistente", que frecuentemente incluye síntomas de depresión menos graves, pero que duran más tiempo, generalmente unos 2 años.

Otras formas de depresión incluyen la depresión perinatal, que ocurre cuando una mujer sufre de depresión mayor durante el embarazo o después del parto; el trastorno afectivo estacional, que aparece y desaparece con las estaciones del año, y por lo general empieza a finales del otoño o principios del invierno y desaparece en la primavera y el verano; y la depresión con síntomas de psicosis, que es una forma grave de depresión en la que una persona también muestra síntomas de psicosis, como tener creencias falsas fijas y perturbadoras (delirios) o escuchar o ver cosas que otros no pueden oír o ver (alucinaciones).

El primer episodio de depresión se puede iniciar a cualquier edad. Tener depresión aumenta el riesgo de suicidio.