Con un cielo que se fue abriendo a medida que la imagen de la Virgen llegaba al atrio de la iglesia Catedral, la celebración vespertina convocó a cientos de fieles que con pañuelos en alto dieron muestra de fe y devoción a la santa patrona de Jujuy.
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Con un cielo que se fue abriendo a medida que la imagen de la Virgen llegaba al atrio de la iglesia Catedral, la celebración vespertina convocó a cientos de fieles que con pañuelos en alto dieron muestra de fe y devoción a la santa patrona de Jujuy.
La misa pontificial que fue presidida por el obispo Daniel Fernández y concelebrada junto a todos los sacerdotes de la Diócesis fue el punto de encuentro de cientos de devotos que después de un año de pandemia pudieron por fin honrar de forma presencial a la Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya en su día.
Así, con la emoción y el agradecimiento generados por la posibilidad de estar todos juntos, el obispo en su homilía destacó la importancia de mantenernos unidos ante las adversidades haciendo referencia también a lo sucedido en la pandemia.
"Hoy pidamos a la Virgen que nos dé la gracia de poder ser una familia a todos los argentinos. Nosotros venimos pasando muchas vicisitudes desde hace tiempo y tenemos una pobreza que crece y hace muy difícil imaginar cómo salir de todo esto. Pero ciertamente la primera condición para salir no es la económica, sino la de ser una familia", explicó.
Destacó además la gracia que tuvieron los jujeños durante la pandemia que "cuando apretó el corazón respondieron con fe, acudieron a Dios y ese recurso de aferrarse fuerte a la mano de la Virgen es un tesoro que les tenemos que agradecer a los que nos han trasmitido la fe", dijo haciendo referencia a aquellos feligreses jujeños que hace 101 años hicieron reconocer los milagros obrados por intercesión de la Virgen.
En este sentido, el obispo exclamó: "Que María nos haga comprender aquello que el papa Francisco dijo al comienzo de la pandemia ‘nadie se salva solo‘", reforzando su pedido de unidad como pueblo.
Y recordando el último 7 de octubre celebrado allá por el 2019 cuando instó a "que en cada casa haya un altar y en cada corazón un trono", este año pidió que siga siendo así y que ese espacio se convierta en lugar principal de nuestro hogar porque "María se lo merece por ser parte de nuestra vida y de nuestra cultura que está marcada por la presencia evangelizadora de la Iglesia y de la fe cristiana y la presencia de la Virgen", concluyó el obispo.
Una celebración particular
Una vez finalizada la homilía se cumplió con los restantes ritos litúrgicos que se vieron adaptados al cumplimento de las medidas de prevención. Para recibir la comunión pidieron a los fieles permanecer en sus sillas y fue el obispo junto a los ministros quienes recorrieron la explanada entregando la hostia en la manos previo desinfección con alcohol. El saludo de la paz, este año no fue con un abrazo fraternal. Sólo algunos pocos se animaron a chocar los puños dejando un sabor a poco pero al término de la oración a la patrona de Jujuy se encendieron los corazones y al vitoreo de "viva María" los fieles despidieron a la Virgen con pañuelos blancos.