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Acompaña y prepara a quienes perdieron a sus seres queridos

Rolando Vilte es uno de los pocos rezadores que quedan en el pueblo. Los vecinos acuden a él cuando se trata de orar.

Lunes, 01 de noviembre de 2021 01:03

Por Daniel Salas.

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Por Daniel Salas.

Después del párroco de Tilcara, Miguel Squiciarini, Rolando Vilte debe ser la figura más representativa de la parroquia Nuestra Señora del Rosario y quien goza del cariño y el aprecio de los vecinos del pueblo. Integra el Grupo de atención al peregrino que permanentemente está ayudando al sacerdote en la administración parroquial y en las festividades religiosas a lo largo del año.

En Tilcara todos lo conocen a través de la iglesia, a la cual le dedica todo el tiempo libre que dispone, después de cumplir con su labor diaria en la Escuela Normal Superior "Doctor Eduardo Casanova" donde se desempeña como personal administrativo.

Es también conocido como uno de los pocos rezadores que aún quedan en el pueblo, mucha gente acude a él cuando se trata de rezar por un ser querido, por el patrono o cada vez que haya una festividad religiosa popular, como la de Semana Santa o las honras a San Francisco de Asís.

Muy amable, solidario y buen vecino, desempeña su tarea por voluntad propia y muchas veces sin importarle horario ni lugar. Siempre está dispuesto y con el apoyo de su familia.

Por la conmemoración de Todos los santos y Fieles difuntos, rezó una novena por todos los seres queridos fallecidos el año pasado como consecuencia de la pandemia y por otras circunstancias, y que serán honrados en estas jornadas de manifestación religiosa.

"La pandemia nos cambió nuestra costumbre, el año pasado no se pudo rezar, ni participar, en cambio ahora damos gracias a Dios que sí podemos hacerlo. Lamentablemente este año es atípico, son numerosas las familias que perdieron algunos de sus miembros, y no se puede rezar casa por casa", dijo a nuestro diario.

Como consecuencia de ello, tomó la iniciativa de reunir a los vecinos de su barrio para rezar comunitariamente la novena. Sólo donde vive hay 18 familias que sufren la pérdida de un familiar.

Conocida la iniciativa que tuvo en comunidad, "empezaron a llamarme desde distintos lugares del pueblo y ahora tengo una lista de 60 deudos", por lo que optó en reunirlos a todos en la plazoleta Antenor Sajama en el barrio Pueblo Nuevo todas las tardes a las 19 para comenzar a rezar a las 20.

A ese espacio público ubicado en una esquina, las familias concurrieron llevando una fotografía del ser querido fallecido, que luego colocaron al lado de la imagen de la patrona del barrio, la Virgen de Copacabana del Abra de Punta Corral.

ROLANDO VILTE, REZADOR DE TILCARA / MUCHA GENTE ACUDE A ÉL CUANDO SE TRATA DE REZAR POR UN SER QUERIDO.

¿Cuál es la función del rezador?, se le preguntó, y respondió: "Dar aliento, fuerza a la familia, hacer que el año de duelo no sea tan duro, entonces hacemos algo ameno para que estas familias se sientan acompañadas de parte de la iglesia".

Rolando Vilte nació en Tres Cruces, pero prácticamente toda su vida la hizo en Tilcara. Cuando camina por las calles, recibe muchos saludos y no deja de desear lo mejor. Es un agradecido por tener el afecto y el reconocimiento de la comunidad.

En el rezo de la novena por los fallecidos, su sentimiento y el dolor por la pérdida se equipara a la de los familiares. "Así lo siento, porque nos conocemos todos, algunos fueron familiares, otros amigos y también compañeros de trabajo, con quienes hemos compartido toda una vida", relató. A pesar de las pérdidas, "seguimos adelante apoyándonos, que cada familia, cada vecino, se sienta acompañado por un momento de oración".

Y para ello, él sabe que debe ser fuerte y poseer mucha fortaleza para acompañar a las personas que atraviesan un dolor por la desaparición física de su ser querido. "Quizás no soy yo el que habla, a lo mejor es Cristo quien lo hace o hace que yo cumpla con esta función, y que me guste, pueda participar y dar ese apoyo" a quienes atraviesan una situación dolorosa.

La novena finalizó ayer al anochecer, y por la costumbre heredada de los abuelos, las familias preparan la mesa con ofrendas para que ni bien iniciado noviembre, la mesa esté lista para esperar a las almas. Hoy a las 18 en los cementerios de Tilcara y de Maimará los sacerdotes oficiarán misas. Posteriormente visitando casa por casa y hasta mañana rezarán ante la mesa con ofrendas junto a las familias que honran a sus fallecidos.

Una oportunidad de sanar

En la novena rezaron por todos los difuntos, más aún por aquellos que partieron en la pandemia y no pudieron ser despedidos. Por la situación epidemiológica, en Tilcara fueron numerosos los fallecidos y actualmente por el buen contexto que se presenta, podrán ser despedidos como marca la tradición. “Gracias a Dios tenemos esta libertad, pero en la cual nos seguimos cuidando, usando el barbijo y manteniendo un poco la distancia. Y hay que hacerlo porque esta pandemia aún no se fue, entonces también le pedimos a nuestro creador que esto pase definitivamente pronto”, dijo Rolando Vilte.

El hecho de ser rezador lo obliga también a asumir un compromiso con la iglesia y con el párroco, y poseer mucha fe. “Continuaré sosteniendo que tal vez Dios me eligió para hacerlo”, señaló al instar a los jóvenes “a seguir con esto”. Vilte fortalece su amistad con las familias que perdieron un ser querido. Ellas le cuentan que “se sienten acompañadas, hay un afecto en común y se fortalecen al encontrarnos. Se sienten con fuerzas y ganas de seguir adelante”. En Tilcara, no son más de cinco las personas rezadoras predispuestas para las celebraciones religiosas.

La costumbre de rezar comenzó “por mi madre, mis madrinas” y recordó que “antiguamente era más riguroso el fallecimiento de alguien. Si en la casa fallecía alguien, todos los vecinos acudían porque había que ayudar a limpiar y preparar la casa, el que era más vaqueano debía lavar el cuerpo, cambiarlo, colocarlo en el ataúd. Antes se hacía la mortaja de una tela que luego se colocaba al difunto, o sea que los amigos y vecinos estaban compenetrados tanto en el velorio como en el sepelio y el novenario”.

“Las personas mayores nos enseñaban qué es lo que debíamos hacer”, aunque lamentablemente “se va perdiendo. En la ciudad no se hace, pero aquí, en el norte se mantiene. Pero con esto de la pandemia entregaban el cuerpo en el ataúd sellado, sin la posibilidad de no hacer absolutamente nada, ni siquiera verlo”.