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La enigmática muerte del cosmonauta Yuri Gagarin

Miércoles, 03 de noviembre de 2021 01:02

POR: ANTONIO LAS HERAS, Filósofo y escritor

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POR: ANTONIO LAS HERAS, Filósofo y escritor

El 12 de abril de 1961, a bordo de la cápsula Vostok I, el cosmonauta soviético Yuri Gagarin se convirtió en el primer humano orbitando la Tierra, iniciando el sendero de los viajes tripulados al espacio exterior. Se acaban de cumplir seis décadas de aquel hito en la Historia de la Humanidad. Fue un viaje brevísimo: sólo 108 minutos. Lo suficiente para que le permitiera afirmar: "La sensación de ingravidez era algo desconocida en comparación con las condiciones de la Tierra; te sientes como si estuvieras colgado de correas en una posición horizontal, como suspendido".

Pasó desapercibido para la prensa el hecho de que, tras regresar de su viaje espacial, el cosmonauta hizo una manifestación llamativa, muy sugerente: "Allí arriba, no pude dejar de pensar que ojos vigilantes me acechaban". ¿Qué quiso decir, realmente? ¿Acaso un forma simbólica de avisar, a quienes pudieran entender, que pudo constatar algún tipo de presencia alienígena durante aquella órbita? Nunca conseguiremos una respuesta definitiva para esta frase.

A partir de ese momento, Gagarin se convirtió en una figura de reconocimiento y prestigio mundial. Las autoridades de la Unión Soviética se ocuparon -de inmediato- en proteger su vida haciéndolo desistir de cualquier nuevo intento de volver al espacio, ni de pilotear aviones o hacer experiencias que pudieran poner en peligro su integridad física. Tengamos en cuenta que ya antes de esa pionera proeza cósmica, este hombre era considerado por sus compañeros como el piloto ruso más experimentado y cualificado. Las autoridades soviéticas decidieron mantenerlo alejado de cualquier vuelo, preocupados por perder a su héroe en un accidente y señalaron que era "demasiado querido por la Humanidad como para arriesgar su vida en aras de un vuelo espacial ordinario".

Lo concreto es que Yuri Gagarin -cuando faltaba poco para que se cumpliera el séptimo aniversario de aquella proeza espacial- murió mientras tripulaba un avión de guerra. Algo le ocurrió al piloto ruso más experimentado o bien hubo un percance en el aparato mismo... y el avión se estrelló llevando a la muerte a sus dos tripulantes! Aún hoy no se conoce (o al menos no fue informado públicamente) qué sucedió.

Los hechos fueron los siguientes. Eran las 10.19 hora de Moscú del 27 de marzo de 1968. El caza Mig-15, llevando al héroe nacional ruso Yuri Gagarin, contaba también con el coronel Vladimir Seriogui. La máquina despegó de la base de Chkalovkoye, cercana a la capital rusa. Exactamente doce minutos después, el aparato se estrelló. Las causas -como hemos señalado- nunca fueron establecidas. Gagarin había cumplido 34 años unos días antes: el 9 de marzo.

La investigación oficial del Gobierno soviético concluyó que todos los sistemas de a bordo funcionaron perfectamente durante el vuelo. A su vez aclararon que la destrucción del avión se produjo al impactar contra el suelo, no habiéndose hallado inicios de que se hubiera podido producir a bordo ni incendio ni explosión ninguna. El informe oficial apunta a una serie de causas, para concluir con una explicación que suena, como mínimo, inaudita tratándose de tan avezados aviadores. Dice que "pudo ser que los pilotos confundieran los contornos de alguna nube con algún obstáculo imprevisto". Hasta el más desprevenido habrá de preguntarse ¿qué se está ocultando aquí?

A la pregunta sobre qué estaba haciendo el cosmonauta tripulando un avión de combate, la inmediata respuesta fue que estaba volviendo a entrenar como piloto de combate y que él no estaba a cargo del vuelo sino Vladimir Seryogin, quien era su instructor. Un dato más raro que el otro, ciertamente.

En abril de 2011 fueron desclasificados los documentos de una comisión de 1968 creada por el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética para investigar el accidente. Concluían que Gagarin o Seryogin habían maniobrado bruscamente, fuera para evitar un globo meteorológico o para evitar la "entrada en el límite superior de la primera capa de nubes", lo que llevó al avión a un "régimen de vuelo supercrítico y a su inmersión en condiciones meteorológicas complejas".

Nada en concreto. Ni en estos, ni en otros informes que fueron siendo conocidos. Incluso hubo quienes hablaron de que un segundo avión, que volaba en las proximidades, había sido la causa de la confusión que generó el accidente mortal.

"Nadie sabe lo que realmente sucedió excepto nosotros", dijo, en su momento, el coronel retirado de la Fuerza Aérea Soviética Igor Kuznetsov a Andrew Osborn del periódico británico Daily Telegraph. Por raro que pueda parecer, Kuznetsov -que había participado en la investigación original- murió en un accidente automovilístico, ocurrido en Moscú, pocas semanas después de hacer esas declaraciones a la prensa. Ha de ser mera coincidencia, ¿cierto?

Kuznetsov, el aviador principal que encabezó la investigación del accidente y entonces miembro del Instituto Estatal de Explotación y Reparación de Equipos de Aviación de la Fuerza Aérea, había dicho algo más: "Nos enfrentamos a un muro de secreto diseñado para evitar que encontráramos algo".

Hay que recordar que una de las versiones oficiales señalaba: "Durante un vuelo de prueba, la tripulación del Mig-15UTI, conformada por Gagarin y el experimentado instructor Vladimir Sirioguin, a unos 200 kilómetros al este de Moscú, trató de esquivar un objeto desconocido mediante una maniobra que provocó una barrena de cola y la posterior colisión con el suelo". Usar la expresión "un objeto desconocido" provocó cierta conmoción y, de inmediato, llevó a que algunos pensaran que se había tratado de un ovni. Otros comentaron que debía tratarse de un globo aerostático de investigación meteorológica. Como sea, no deja de ser interesante señalar que apenas unos meses después de sucedido el desastre del Mig-15, el Gobierno soviético declaró que todo lo relacionado con ovnis debía considerarse materia secreta. ¿Acaso otra mera coincidencia?

(*) Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social. Autor del libro "Ovnis, los documentos secretos de los astronautas".